“Mírame a la cara, por favor, no seas cobarde

Tus mentiras llegan tarde

Y ya no hay nada que nos salve

Mírame a la cara y no me mientas, tú no lloras

Si tan fácil te enamoras

Y nuestro amor duró unas horas.”

XIMENA SARIÑANA

“En busca de fortuna y de placeres

Más siempre atrás nos ladran,

Ladran con fuerza…

Quisieran los perros del potrero

Por siempre acompañarnos

Pero sus estridentes ladridos

Sólo son señal de que cabalgamos.”

GOETHE

¿Por qué está enojado el señor presidente? ¿Por una marcha, una más? ¿Porque se llevará a cabo el día de su cumpleaños y, aunque esta no es en su contra —si bien tampoco es necesariamente un regalo— y ni siquiera se le está pidiendo dé la cara, siente que se le fuerza a dejar Palacio ese día?

La desesperación es mala consejera y así se le escuchó al jefe del Ejecutivo en su mañanera del día lunes. Muy de malas anduvo.

“Rateros”, “clasistas” e “hipócritas” le dijo el jefe de toda la nación a un sector de la población que disienten de su proceder. También para referirse a los organizadores —y a los posibles participantes— de la marcha convocada en defensa de la democracia y del INE, ante la reforma electoral propuesta por él, un gobernante que actúa como rey y que vive en Palacio Nacional.

Sus comentarios sobre la manifestación del domingo próximo vuelven a demostrar la falsedad detrás de su discurso. El Rey del Cash —y del insulto (Gabriel Zaid, dixit)— habla del respeto a la libertad de expresión, del “prohibido prohibir”, pero denuesta a la marcha y a los marchantes. Vuelve a levantar una división entre los mexicanos y a unos agrede. Por lo visto los abrazos y el tratamiento de “señora” y de “don” solo lo concede a los miembros del crimen organizado.

En un acto de fanfarronería, de puya y otro tanto en plan de reto, invitó a los organizadores que llegaran hasta el Zócalo. “Yo ni voy a estar aquí”, les dijo.

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Le deberían tomar la palabra y, ya que tanto le gustan, lanzarle al mandatario un reto de vuelta: cercar Palacio, hacer un plantón y no dejar que pueda reingresar ni “a su morada” ni a trabajar (si a eso se le puede decir a lo que hace todos los días del año). Digo, tan solo copiar lo que él hizo en el 2006 y que inmovilizó a quienes vivían o trabajaban en una extensa sección de Reforma. A ver si el habitante de Palacio tiene tal estatura moral para permitir equivalentes manifestaciones de protesta y de libertad de expresión.

Este 13 de noviembre, en más de 20 ciudades del país, las personas se manifestarán de manera libre —idealmente también de forma ordenada y pacífica—. Fecha que marca el inicio del periodo fatal de este sexenio. Etapa que el presidente adelantó y se auto impuso, habiendo tenido toda la legitimidad y el capital político para haber procedido de manera diametralmente distinta.

De ahora en adelante, día con día sabremos qué tanto se le estará dificultando o no la gestión de su gobierno en los próximos dos años. Todo dependerá de los ciudadanos.

Es muy posible que la marcha como tal sea irrelevante para todo fin numérico, mas no dejará de sentar un termómetro que medirá de hoy en adelante la relación “ciudadanía-Cuarta Transformación”. Con eso de que el tabasqueño pidió a los manifestantes llegar hasta Plaza Mayor y a sus incondicionales no ir a cantarle las mañanitas, habrá de todo: los que participarán en la marcha, los que buscarán reventarla, los que querrán ir a felicitar al mandatario a las puertas de Palacio.

La manifestación palpable de dos tipos de ciudadanos: los simpatizantes del titular del Ejecutivo federal, quienes en muchos casos profesan el culto a la personalidad (característica distintiva del fascismo) y aquellos que privilegian la defensa del Instituto Nacional Electoral, de la democracia, de las elecciones libres, las cuales construimos millones de mexicanos todos los días.

Imposible decir que el gobernante no entienda de las implicaciones de una marcha. Que es marca de que hay más personas que no concuerdan con este. Que si bien no detendrá la iniciativa presidencial, tiene un cariz significativo en el sentido de que hay satisfacción ciudadana con un órgano autónomo llamado INE.

De ahí que el macuspano se encuentre enojado. Muy enojado.

Y su enojo indica que es la acción correcta por parte de la ciudadanía; ‘Ladran, Sancho, señal que cabalgamos’.

La marcha, en el día de su cumpleaños, mostrará las diferencias entre el presidente que México necesita (un tipo tolerante, respetuoso y conciliador) y el que hay. Uno que cree ser primus inter pares en el derecho a la manifestación.

En síntesis, día con día seremos testigos de que él mismo se ve más acorralado. Tomemos nota.