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La metamorfosis de Franz Kafka (Alemania), su novela corta (1915), ha sido objeto de diversas interpretaciones de análisis en las relaciones psicológicas. Tomaría en especial la interpretación inesperada de la transformación del individuo o las empresas ante las estructuras autoritarias o impositivas. Esa transformación está relacionada con la evolución socio económica y política.

En el caso de individuos y empresas, tienen modificaciones importantes provocadas por una adaptación al entorno empresarial en que se desempeñan, ello por decisiones tomadas por eventos externos como las crisis económicas, pandemias, guerras, cambios de gobierno o por decisiones de los propios directivos.

Esto es, un día dicen que eres parte de una sociedad con visión neoliberal. El neoliberalismo se relaciona con la escuela de economía de Chicago, la cual privilegia la eficiencia del mercado competitivo, el individualismo en la determinación de resultados económicos y la intervención gubernamental menos regulatoria, buscando que la oferta y la demanda cubran esos equilibrios. En el caso mexicano se atribuye la visión neoliberal con el inicio del sexenio en la presidencia de Miguel de la Madrid y hasta la presidencia de Enrique Peña Nieto.

Con la presidencia de Andrés Manuel López Obrador todo lo que sea neoliberalismo apesta, así que el enfoque es ahora el modelo económico Keynesiano (John Maynard Keynes 1883-1946, famoso economista de la escuela económica de Cambridge) que destaca por tres ideas: Política económica centralizada para salir de crisis económicas; el gobierno es quien debe estimular la demanda en la economía y la forma de estimular la demanda es utilizando una política fiscal recaudatoria a los cautivos y el déficit público como balance de equilibrio. Su enfoque de ingresos y empleo, la política económica de estimular demanda, teniendo en equilibrio las tasas de interés y el tipo cambiario, su objetivo es incrementar el gasto del Estado y buscar que el empleo sea el que genere dinero en sus bolsillos para gastar y estimular el consumo.

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Ambos modelos tienen sus seguidores y sus detractores, la continuidad que busca esta administración en su modelo Keynesiano, en el que argumenta su cualidad humanista. Sin embargo, no hay modelo perfecto, pues influye la escasez o limitantes de recursos económicos. Esto es si sube el precio de petróleo, como sucederá ahora con el nuevo conflicto en medio oriente, así como el rebote reciente en el tipo de cambio, que tendrá efecto nuevamente en las proveedurías y sus cadenas de producción. En un modelo como el actual en Mexico hay muchos objetivos y proyectos en especial de obras emblemáticas y programas sociales, que complican la planificación económica. La creación de expectativas sin cumplir o que pueden complicar las reacciones de familias y personas, pueden afectar las iniciativas de gobierno.

Para contrarrestar el neoliberalismo, el presidente López Obrador descalifica ese modelo por clasista, racista y egoísta. Esa narrativa diaria es su principal influencia, todo estaba mal por el neoliberalismo. No hay autocritica actual ni áreas de oportunidad; todo se describe como inédito y positivo en la historia de Mexico en este sexenio donde en su interpretación todos son muy felices y pobre de aquel que no coincida en afinidad con sus medios de comunicación o redes sociales con sus estrategias y narrativa, porque será señalado y descalificado por el pueblo sabio y bueno o sea por él mismo.

Ahora bien, el modelo Keynesiano, no funciona tan bien si el Estado no solo genera demanda, sino se impone en las actividades productivas, cambia reglas de un día para otro y debate sobre cómo en su percepción debe ser aplicado el Estado de derecho.

El otro tema que defiende ese modelo es el empoderamiento sindical y el argumento de bajo desempleo, Sin embargo, los privilegios a los hipersindicatos mexicanos, la burocracia publica excesiva y la tasa de informalidad del 60%, afectan la productividad y generan inconformidad en los causantes cautivos. El modelo Keynesiano no tiene tampoco el antídoto a la violencia, se prometió disminuir al inicio de la administración y ha sido lo contrario, lo cual inhibe inversión y desarrollo económico.

El clientelismo político también tiene su metamorfosis, los apoyos sociales en pensiones, las concesiones en especial a la informalidad. Ver el acarreo y entusiasmo en los actos de promoción política del partido oficial tiene su costo. En el caso de la oferta opositora, esta no tiene ya la organización colectiva, pues perdió el flujo de recursos públicos para tales eventos. El clientelismo político con baja productividad afecta el presupuesto y se vuelve cada vez más costoso y en su momento el incumplimiento a promesas tendrá sus consecuencias.

El presupuesto para 2024 tiene diferentes interpretaciones con relación al porcentaje de deuda con respecto al PIB, si hay o no margen de maniobra sin necesidad de reforma fiscal de corto o mediano plazo. Pero lo que nadie niega es que tiene tres enfoques, el primero claramente electoral por los programas sociales y el segundo por el gasto público direccionado a obras emblemáticas iniciadas, sin terminar y ya inauguradas con harta felicidad, las cuales no hay duda serán objeto de subsidios por largo plazo y el tercero seguir apoyando a Pemex que sigue sin dar buenos resultados en especial en producción y refinación y a la CFE limitando a su competencia y tomando el discurso nacionalista como argumento defensivo a esas decisiones. Lamentablemente la recaudación es baja y genera déficit fiscal, por lo que la reforma fiscal y la negociación del T-MEC serán obligados para la próxima administración, gane quien gane.

En el sector financiero, hay que adaptarse a todas estas circunstancias, es nadar entre tiburones y rémoras. Es una metamorfosis, hay sujetos activos y pasivos. Hoy con las tasas de interés tan altas, el margen de intermediación es atractivo en la rentabilidad, pero no para el sector productivo, por lo que la cartera está más incentivada en el consumo y ahí ya se ven índices de morosidad de doble dígito.

El proceso de recuperación judicial no tiene para cuando, lo cual desestimula la colocación productiva que apoye crecimiento y desarrollo. Para algunos falta oferta de servicios y productos financieros, pero con las reglas actuales y excesos de supervisión y dientes que les otorgan diversos ordenamientos legales a la CNBV y CONDUSEF, provoca que el tener certificados a los auditores de PLD (prevención en lavado de dinero) y el cobro de derechos por supervisión o registro de multas, no sea un mundo tan maravilloso como pensaban algunos Fintech o algunos nuevos financieros de pequeños o nuevos bancos que levantaron capital o adquirieron bancos con bajos índices de capitalización, ya se dieron cuenta que para recuperar carteras empresariales o vivienda económica no es solamente andar promoviendo a la viva México y su networking social o académico para levantar capital, hay que rendir cuentas a los accionistas e inversores.

El activismo empresarial es parte de la metamorfosis, donde las empresas e individuos se posicionan como agentes de cambio, son actores que deben actuar de manera conjunta con los actores gubernamentales, creando valores con las comunidades y la sociedad en general. Que ha habido buenos y malos resultados en diferentes administraciones, es un hecho, pero no son solo de una persona o de un pequeño grupo en el poder político y económico, son la participación o la pasividad de la sociedad. En el caso de las empresas y los individuos productivos, su transformación es un proceso en el que revisan, cuestionan, reformulan y crean estrategias con la finalidad de actuar y reaccionar en el entorno en el que operan.

Columna de Mario Sandoval Chávez

Mario Sandoval Chávez

twitter@MarioSanFisan

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CEO FISAN SOFOM ENR

Banquero a nivel Directivo con más de 30 años de experiencia de negocios.

Ex Presidente Nacional AMFE

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