Este viernes se conmemora a nivel mundial el “Día Internacional de la Mujer”, y confío en que este día nos sirva para reflexionar sobre nuestro papel dentro de la sociedad, sobre todo ahora que estamos en tiempos de campañas con dos candidatas mujeres, y desde luego, en todo lo relacionado al tema de la aviación y sus trabajadoras.
Me parece sumamente importante que empecemos a hablar no solo sobre qué futuro queremos, sino qué presente podemos vivir hoy. Y es que “me encanta” que en los tiempos electorales todo es “a futuro”, pero ¿dónde estamos paradas hoy las mujeres?
Si bien es cierto a lo largo del siglo XX vimos una revolución en el papel y roles de la mujer, dejando de ser simple ama de casa e incorporarse a la fuerza laboral, obtener el derecho a votar y ser votada, por ejemplo, también es cierto que aún hay muchas metas que faltan conquistar.
Por eso me parece importante que las campañas no solamente se centren en los lugares comunes: “que las mujeres no tengan miedo en salir a la calle”, porque depende, no todas las ciudades del país son inseguras, y tampoco todas las mujeres nos sentimos inseguras al salir a la calle, unas sí y otras no, pero abundar en frases ya hechas y fórmulas preconcebidas no es la mejor manera de conquistar el voto femenino en campaña.
Las mujeres tenemos derecho a maternar, esto es, a criar a nuestra descendencia de manera plena; una guardería jamás va a sustituir a la madre y “aventar” al mercado laboral a una mujer a los 42 días después de haber parido se me hace tan agresivo que lo concibo como la más absoluta aberración; legal en nuestro país, pero al final de cuentas es un error grave, una equivocación y despropósito, como dice el diccionario.
Sobre todo porque la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que mínimo se le den al bebé 6 meses de lactancia materna exclusiva. Hoy seguimos muy atrasados en materia de conciliación materno-paterno laboral. Y no se resuelve con dos días o una semana que le dan a los hombres como permiso de paternidad; se requiere que se reduzca la jornada laboral.
En nuestro Congreso de la Unión se quedó empantanado el tema de la reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas, pero más allá de eso, se requiere cambiar toda la cultura laboral, y la normatividad aplicable. Parece que no aprendimos mucho de la pandemia de Covid.
Recordemos que las mujeres, las más de las veces, juegan un doble o hasta triple papel dentro de nuestra sociedad, pues son cabezas de familia, cuidadoras de niños y/o de adultos mayores, responsables de las faenas del hogar y además tienen que ir a trabajar fuera de casa.
Muchas mujeres han salido adelante por la increíble e inmensa red de apoyo, ya sea familiar o de amigos, que le permiten desarrollarse plenamente. Pero estos casos son un garbanzo de a libra, en la actualidad, no nada más las mujeres pilotos se ven en la disyuntiva de ser madres o seguir siendo productivas en la carrera profesional que eligieron.
También es el caso de las sobrecargos, que muchas veces tienen que renunciar a su empleo una vez que tienen a su bebé porque se vuelve incompatible criar y trabajar al mismo tiempo. Y repito, esto no se resuelve con “pongámosles guarderías”, sino que se necesita una ardua labor de convencimiento con los empresarios, y el inefable soporte que al trabajador le significa que su petición tenga sustento en la ley laboral.
Uno de los temas que más pesaban en las revisiones de contrato de mi sindicato, el de sobrecargos, era el de la maternidad. Las empresas siempre decían que les salía muy caro una sobrecargo que se embarazaba. Primero debemos de tomar en cuenta que las pólizas -tanto del seguro de vida como de seguro de gastos médicos mayores-, son más caras en las mujeres.
Esto nos juega en contra en una revisión de contrato, pues “costamos más” que los hombres. Otra ventaja es que los hombres no se tienen que ausentar por maternidad, pero las mujeres sí, por lo que el área de operaciones va a requerir de personal que cubra la “vacante” y eso “cuesta mucho” a las empresas.
Ese es el discurso que nos venden: las mujeres al final no tenemos más derechos porque “costamos mucho”, sin ponerse a pensar que una mujer comprometida con su empleo no lo va a dejar tirado, al contrario, al final ese supuesto “sobrecosto” se recuperará con creces, porque una trabajadora contenta se desempeñará mucho mejor.
Y las pruebas me remito: cuando se le permite a una mujer trabajar en un espacio donde es escuchada con sus necesidades, su compromiso con la empresa será mayor, pues sabe que cuenta con el apoyo necesario en casos imprevistos como tener que salir temprano por enfermedad de los hijos, y cuestiones escolares o de otra índole. Cuando retorne a sus laborales en la empresa, hará todo lo necesario para cumplir en tiempo y forma con el trabajo solicitado.
Es por ese motivo que urge reformar totalmente la Ley Federal del Trabajo. En el caso de la aviación, el capítulo donde se enmarcan los derechos y obligaciones del trabajador fue reformado por última vez en 1970.
Y sirva de parámetro el siguiente ejemplo: la primera mujer en entrar a volar en una aerolínea comercial lo hizo en 1975; hoy, a más de 40 años de distancia podemos decir con los pelos de la burra en la mano que la aviación se ha transformado, y que en poco se parece a lo que entonces existía.
Ahora tenemos mujeres comandantes y primeras oficiales que merecen que las leyes cuenten con perspectiva de género. En la aviación, por ejemplo, es muy difícil maternar., si no cuentas con apoyos externos, es muy difícil que te puedas desarrollar plenamente como madre, por eso es importante reformar todo el capítulo sobre el trabajo de las tripulaciones aeronáuticas, y además buscar la conciliación laboral.
Una mujer piloto que acaba de regresar de su permiso post natal no puede amamantar a su bebé si está volando, es imposible que dentro de su jornada tenga derecho a utilizar los dos reposos que le corresponden por ley, no puede parar el avión y decirles, “espérenme media hora que voy a ir a amamantar a mí bebé”.
Aunque en materia de lactancia materna la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA) está a la vanguardia, todavía falta mucho camino por recorrer, porque no nada más es la maternidad, habrá quienes no quieran serlo, pero son cuidadoras de adultos mayores o simplemente quieren desarrollarse en otros ámbitos, lo cual es muy válido.
Las mujeres tenemos derecho a desarrollarnos como seres plenos, en toda la extensión de la palabra, tanto en el ámbito familiar como en el laboral y/o el académico, y ahora en concordancia con la alta probabilidad de que tengamos a una mujer sentada en la presidencia es cuando más debemos hacernos escuchar, pues de no es ninguna mentira decir que el desarrollo que hemos tenido como país, en gran parte se debe a la gran labor que hacen las mujeres, ya sea de forma silenciosa y no remunerada como amas de casa o como esa gran fuerza laboral que día a día sale de su casa a dar lo mejor de sí, o en ambos roles.
Por eso es que este día 8 de marzo, las mujeres debemos tener más que promesas vacuas de campañas; merecemos rutas de acción a seguir para el corto, mediano y largo plazo.
El futuro es hoy, no mañana; queremos reducción de jornadas, conciliación materno-paterno laboral, reconocimiento de la doble labor que muchas mujeres realizan, cuidar el equilibrio entre vida privada y laboral, además de tener asegurada la salud mental. No es que pidamos mucho, si la lista parece extensa, es que es inversamente proporcional a la deuda histórica que existe.