Las leyes escritas existen desde hace más de 4 mil años. Hay muchas definiciones de derecho. Me quedo con una muy simple, del Diccionario de filosofía de José Ferrater Mora: “El conjunto de lo legítimo”, esto es, el derecho deben entenderse como todo lo que se propone o realiza conforme a las leyes.

Si el derecho se ha edificado desde el año 1700 antes de nuestra era —o antes de Cristo, para entendernos—, ¿cuál es la necesidad de precipitar en México reformas constitucionales como la del poder judicial, que solo satisfacen a quienes están en el poder?

No voy a opinar acerca de si esa es una buena o una mala reforma. Personalmente no me gusta nada, pero podría estar equivocado. Si el presidente López Obrador y la presidenta electa Sheinbaum me pidieran un consejo, les diría que exigieran al Senado y a la Cámara de Diputados y Diputadas debatir mucho más la reforma, y durante mucho más tiempo.

Una buena. No por mi recomendación —no llego a tanto—, pero parece que eso, bajarle a la prisa, exigió Claudia a legisladores y legisladoras de Morena. Necesitábamos una dosis de tranquilidad y afortunadamente la aportó la científica que pronto gobernará a México.

En Grecia —la antigua Grecia, desde luego— la tranquilidad tenía un nombre que me parece interesante: ataraxia. Según el citado Ferrater Mora, “se traduce por ausencia de inquietud, tranquilidad de ánimo, imperturbabilidad…”.

Las columnas más leídas de hoy

El filósofo catalán en su diccionario explicó que Demócrito entendía la felicidad como “placer, bienestar, armonía, simetría y ataraxia”. Nos hacía falta algo, un mínimo de ἀταραξία, y Sheinbaum la ofreció. Pero no solo la presidenta electa: lo mismo hizo un ministro de la Suprema Corte de la Justicia de la Nación, Juan Luis González Alcántara Carrancá. Ojalá la politiquería, el peor de los vicios sociales, no les acelere.

La historia la conocemos.

El PAN pidió a la Suprema Corte de Justicia de la Nación revertir la asignación de diputados y diputadas de representación proporcional que hizo el INE y que da a Morena y aliados la mayoría que requieren para cambiar la Constitución.

La ministra presidenta Norma Piña admitió a trámite la exigencia del partido político conservador y turnó el expediente al ministro González Alcántara Carrancá.

El presidente López Obrador dijo que con lo anterior la ministra Piña había torcido la ley, lo que generó intranquilidad, aunque AMLO al mismo tiempo aplicó el antídoto al veneno del enfrentamiento social al llamar a la corte suprema y a la dirigencia del PAN a serenar sus ánimos.

El partido Morena, por su parte, presentó un recurso contra la ministra Piña y el ministro González Alcántara Carrancá.

En ese contexto, mucho más tranquila, la presidenta electa Sheinbaum simple y sencillamente expresó su confianza en el Tribunal Electoral: “Va a seguir cumpliendo con la Constitución en la resolución de las impugnaciones contra la mayoría calificada”.

Lo que parecía una crisis mayor, rápidamente desapareció: el ministro Juan Luis González Alcántara afirmó que se tomará “el tiempo debido” —no hay prisa, no debe haberla en debates fundamentales relacionados con las leyes— para estudiar el expediente.

El ministro González también sostuvo que cualquier cosa que se decida, no podrá tener por efecto reemplazar las decisiones de la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

El ministro Alcántara Carrancá enfatizó que el tribunal electoral “es el órgano especializado competente para conocer en última instancia sobre la debida asignación de diputaciones y senadurías por el principio de representación proporcional hecha por el consejo general del INE, asumiendo así su responsabilidad histórica”.

El ministro González Alcántara Carrancá con unas pocas palabras puso fin a un debate que ayer amenazaba con convertirse en crisis. Por su parte, Sheinbaum, al exigir a diputados y diputadas de Morena tomar las cosas con calma, tranquilizó bastante a la sociedad mexicana, que ha estado sumamente alterada por la polarización que no cesa y que debemos ya eliminar.

A pocas semanas de la llegada de Sheinbaum a la presidencia, México está necesitado de señales que generan confianza. Una confianza que la mayoría de la gente ha expresado día a día en el tracking diario ClaudiaMetrics que se ha realizado para medir las expectativas sobre el próximo gobierno.

Por cierto, como he comentado aquí tantas veces, lo expresado ayer por el ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá demuestra que AMLO no se equivocó al proponerlo para la corte suprema.

Ayer, en Excélsior, el extraordinario columnista Francisco Garfias recordaba que el presidente López Obrador tampoco falló al proponer a Margarita Ríos Farjat como ministra de la SCJN: esa jurista elaboró un proyecto que le quitó a Claudia Sheinbaum la peor amenaza que enfrentó antes de ser candidata presidencial: la del confuso y me parece que tonto concepto del modo honesto de vivir.

Según el tribunal electoral, quien no tenga un modo honesto de vida no puede llegar a una candidatura. Lo peor no era eso, sino que enemigos de Sheinbaum —de dentro y fuera de Morena— le estaban construyendo a Claudia un falso modo deshonesto de vivir con denuncias infundadas sobre sus actividades políticas mientras era jefa de gobierno de la Ciudad de México.

La hoy presidenta recurrió a la SCJN, que puso orden al elaborar Ríos Farjat una sentencia que mandaba a la basura la ridiculez del modo honesto de vivir. Lo inaceptable, como dijo el periodista Garfias, es que con la reforma al poder judicial dejarán su cargo quienes integran la corte suprema, mientras que permanecerán en sus posiciones —con sus sueldos y su poder intactos—, los magistrados y las magistradas electorales que sí querían dañar a Claudia Sheinbaum.

Tampoco se equivocó Andrés Manuel al proponer para la corte suprema a una académica honorable, culta, serena y prudente como Loretta Ortiz Ahlf, en estos días fuertemente agredida en redes sociales, en medios de comunicación y aun en el mismo poder judicial solo por el pecado de expresar sus convicciones, algo que se suponía era un derecho constitucional.

Pronto otra ministra que llegó a la SCJN gracias a AMLO tendrá la oportunidad de demostrar que los plagios de sus tesis de licenciatura y doctorado no afectan su capacidad para juzgar. Yasmín Esquivel Mossa deberá decidir si Ricardo Salinas Pliego debe pagar impuestos o no. En este tema Yasmín ha tropezado antes, ya que apoyó devoluciones multimillonarias de impuestos —nomás 1 mil millones de pesos— a la familia de una señora llamada Carmela Azcárraga. Si ahora no le da la razón a Salinas Pliego, la ministra Esquivel salvará su prestigio.

Debido al tema de los impuestos de Salinas Pliego un ministro propuesto por el conservador Felipe Calderón podrá exhibir su verticalidad y conocimientos de la esencia del derecho y la justicia. Alberto Pérez Dayán ha brillado como juez inclusive en temas complejos como el desafuero de AMLO —Pérez Dayán apoyó al hoy presidente en su gran crisis política del sexenio de Vicente Fox—.

El aburrido beisbol apasiona a Alberto, tanto como apasiona a Andrés Manuel. No puede el destacado ministro fallar en este último inning del juego sexenal —o primer inning del gobierno de Claudia—. Nada justifica que un magnate deje de pagar sus obligaciones con el Estado mexicano.