Joe Biden se ha despedido este miércoles con un discurso que anticipa una amenaza, ya multianunciada, a la democracia. Aquella amenaza es muy clara: en Estados Unidos se está formando una oligarquía de tecnología, poder y dinero, un ”complejo industrial tecnológico” que está generando una “avalancha de información errónea y desinformación, habilitando el abuso de poder”. El último discurso desde la Oficina Oval advirtió también que la prensa libre “se está desmoronando”.

A la par, Donald Trump prepara su llegada al poder este 20 de enero y pareciera que las amenazas para ejecutar deportaciones masivas, ha hecho que nuestro país deje de tomar decisiones en el campo digital. Aunque obviamente, la relevancia de que millones de paisanos pudieran volver, agotando los ingresos que se percibían por remesas es mayor, el espacio del debate en redes sociales es tierra fértil para diseminar ideas políticas que pudieran tener como objetivo el justificar la intervención norteamericana o generar inestabilidades de otros tipos.

Después de todo, en la plataforma “X”, antes Twitter, la narrativa oficialista prácticamente ha perdido y de manera orgánica, los reclamos y cuestionamientos parecen tener mayor visibilidad que la defensa de cuentas del oficialismo. En algún momento, Andrés Manuel López Obrador, como presidente, anunció una red social que tendría libertad en términos mexicanos, sin “bota” ni cuentas falsas o automatizadas y en aquel momento, acusó la influencia de la oposición en el entonces bendito Twitter. No sabía lo que vendría. La misma plataforma, ahora poderosa “X” de Donald Trump, es abiertamente adversaria ideológica y ya no se trata de un panista como empleado de la gigante tecnológica, se trata de un dueño de la página, completamente politizado y equipo cercano de Donald Trump en el gobierno que está por entrar al mando. En el caso de Meta, que controla Instagram, Whatsapp y Facebook, las dinámicas han cambiado últimamente. Facebook permitirá que se coloquen en su sitio noticias falsas, añadiendo una posibilidad de que los lectores coloquen notas aclarativas como en el caso de la plataforma de Elon Musk.

El hecho es que si la amenaza de Donald Trump es integral, no solamente son nuestras fronteras, territorio y conciudadanos migrantes quienes se encuentran en la mira. Prácticamente, todos los espacios tecnológicos que utilizamos para comunicarnos, informarnos y difundir ideas podrían estar sujetas a una estrategia mucho más ambiciosa que hacer “América Great Again”.

La lista negra

Cuba sale de la lista negra de EU, pero su alivio podría durar poco pues el regalo de Joe Biden, quien decidió sacar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, podría ser revertidla de inmediato por Trump. Menos de una semana duraría el gusto.

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Recordemos que fue en 2021, cuando Trump como presidente la incluyó como una de las últimas decisiones. Antes de eso, ya había sido parte de este selecto grupo entre 1982 y 2015, hasta que Barack Obama la retiró en un intento por descongelar las relaciones con el régimen.

Esta vez, la decisión de Biden no parece ser un gesto aislado, sino parte de un acuerdo más amplio entre Washington y La Habana. Según fuentes estadounidenses, incluyó la mediación de la Iglesia católica y un compromiso del régimen de Miguel Díaz-Canel para liberar a un número significativo de presos políticos. Al menos 18 ya salieron de prisión el miércoles pasado, pero la liberación completa de los 553 prometidos será gradual.

¿Por qué? Porque el tiempo es también una herramienta de negociación. Si Cuba vuelve a la lista negra, ¿qué pasará con los prisioneros que siguen esperando?

Pertenecer a este club no es una etiqueta menor: trae restricciones económicas, financieras y diplomáticas. Significa el veto a exportaciones de armas, la suspensión de ayudas económicas y el bloqueo de acceso al sistema financiero global. Para Cuba, esto solo se sumaba a un embargo que ya lleva seis décadas.

Sin embargo, salir de la lista trae ciertas ventajas. Por ejemplo, se eliminan prohibiciones clave como el bloqueo de transacciones con empresas controladas por los militares cubanos, entre ellas GAESA, el gigante económico de las Fuerzas Armadas. Esto podría facilitar el envío de remesas desde Estados Unidos, aunque muchos cubanos ya han encontrado rutas informales y baratas para sortear las sanciones.

Además, Biden se comprometió a suspender el Título 3 de la Ley Helms-Burton, una disposición que Trump activó en 2019 y que permite a estadounidenses demandar a empresas extranjeras que operen en propiedades confiscadas tras la Revolución de 1959. Por ahora, no se podrán presentar nuevas demandas, aunque las ya iniciadas seguirán en curso. Hablando de terrorismo: ¿Será que México no tiene invitación a la toma de protesta, pero sí la tiene para sumarse a esta lista?

Es previsible lo que sucederá, al menos, con Cuba pues Marco Rubio, el designado secretario de Estado de Trump, no dejó dudas esta semana ante el Senado: “El régimen cubano patrocina el terrorismo internacional”.

Los discursos de despedida y las decisiones de los presidentes salientes, como Joe Biden en Estados Unidos o la reciente retirada de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, comparten un trasfondo político de alta tensión, donde los valores democráticos y las alianzas internacionales están en juego.

Así como Biden intentó enmarcar su legado al alertar sobre amenazas internas como la desinformación y la concentración de poder, su decisión de sacar a Cuba de la lista negra podría interpretarse como un intento por reforzar la narrativa de diplomacia y derechos humanos que supuestamente defendió durante su mandato pero solo ejecutó en la última semana.