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La realidad se impone y el hecho indiscutible es que apenas el 1 de septiembre cambió la correlación de fuerzas en el poder legislativo, lo que terminó por inclinar la balanza a favor de la visión y proyecto de la cuarta transformación, lo que incluye la agenda de reformas relacionadas con la denominada construcción del “segundo piso”.

Nadie debería llamarse sorprendido, el veredicto de las urnas fue contundente el 2 de junio, una amplia mayoría en la elección presidencial, que se reflejó también la elección de diputados federales y senadores, lo que ahora se significa en una abrumadora mayoría calificada en la Cámara de Diputados (364) que alcanza no solo la mitad más uno, sino que rebasa las 2 terceras partes y una mayoría de 85 senadores, frente a 43 de la oposición.

Además está el tema de los congresos en los estados, donde la 4T tiene 28 de los 32, así que la visión de la 4T ha rodeado a las fuerzas de la reacción, es totalmente real. Están rodeados, están vencidos y son presa del escarnio y el desprecio público, solo que parecen no entenderlo.

Ahora es muy interesante e inquietante como se comportan tanto legisladores como opinologos que favorecen la visión del bloque opositor, pues literalmente desprecian el resultado electoral, que (fue como ya hemos descrito en este espacio) una avalancha de 36 millones de votos, y consideran que los ciudadanos que votamos, en ejercicio de nuestro derecho de elegir a nuestras autoridades y nuestros representantes, lo hicimos de manera inconsciente, desinformados, o simplemente por ignorantes o por pendejos.

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De ahí que aparezca esta expresión de que ahora nos dispongamos a disfrutar lo votado.

Ellos se cree dueños de la verdad absoluta, creen tener la razón y no entienden porque el pueblo les dio la espalda. La realidad es que ese pueblo al que desprecian, nunca los apoyó, esa mayoría que antes fue silenciosa, apática, apartidista, apareció primero en 2018 y los venció, ellos pensaron que fue un fenómeno de una sola vez, no lo entendieron ni lo atendieron y ahora en el 2024, fueron arrollados.

Quienes están en la oposición, ya sea partidista o mediática, han incluso caído en negación, y aunque esto tiene ya efectos en la composición de la programación de la principal cadena de televisión nacional y seguramente se irá replicando en muchos otros medios, tanto privados como públicos, no es otra cosa que entender que hay una nueva realidad y los medios de comunicación lo saben, pues la única manera de retener audiencias es darles productos acordes a esa nueva realidad que vive el país.

Seguí con atención el resultado de distintos ejercicios demoscópicos que retratan el momento actual, con base a la popularidad y aceptación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, un efecto que se traslada a Claudia Sheinbaum como sucesora y al paquete de reformas a la Constitución, por el simple hecho de que eso es lo votado.

La encuesta de Enkoll que recoge la opinión favorable del 76% de los ciudadanos hacia la 4T y solo un 21% en contra, es un reflejo claro de que la narrativa ya cambió y que los ciudadanos estamos contentos y satisfechos con el cambio.

La diferencia entre uno y otro polo es abismal, y sirve para interpretar lo que ocurre.

Hay una minoría reaccionaria y muy conservadora que se siente indignada por lo que consideran una destrucción del orden establecido, todos ellos creen realmente que México estaba muy bien en manos de los gobiernos del PRIAN y como nunca salieron de su burbuja, jamás entendieron que una vasta mayoría de mexicanos no se beneficiaban de los procesos (esos si) de desmantelamiento que emprendieron los gobiernos en la etapa neoliberal.

Era una elite con acceso a todo, mientras la mayoría se debatía entre las carencias y la pobreza.

Encima fueron adoctrinados, y pensaban que ese era el orden natural de las cosas, los pobres eran pobres por huevones, porque no les gusta trabajar o estudiar, sin embargo jamás entendieron que el neoliberalismo canceló la movilidad social.

Un dato sorprendente en el sexto informe de gobierno de López Obrador fue que 9 millones 500 mil mexicanos salieron de la pobreza como efecto directo de sus políticas públicas y su gestión del desarrollo de la economía. Pues bien, ese dato fue confirmado apenas el miércoles por el Banco Mundial.

Si este detalle importantísimo no sirve a quienes se oponen a la cuarta transformación, para entender correctamente qué es lo que está sucediendo en México, es porque ya nunca lo entenderán.

Nuestro país vive una revolución silenciosa, haciendo bueno un anhelo del presidente Andrés Manuel, que es configurar un “nuevo milagro mexicano”.

López Obrador ha sentado las bases y corresponderá a Claudia Sheinbaum consolidarlo y también pasar la estafeta a quien pueda continuar esa obra y esa visión en el 2030, sin embargo transformar a México en un país de derechos, en una auténtica potencia social y económica que pueda rebasar por la izquierda a otros países más desarrollados, pasa necesariamente por poner la justicia al alcance de todos.

López Obrador abrió esta semana haciendo una sentencia, que es fundamental. El presidente dijo que desde 2018 se logró transformar al poder ejecutivo, con su visión y acciones, después —dijo— el 2 de junio logramos transformar al poder legislativo (hoy se puede ver y palpar ese efecto) y ahora vamos por la transformación del poder judicial.

En la oposición, panistas, priistas, reaccionarios, comunicadores, similares y conexos, pueden gritar, pueden patalear, pueden llorar, pero no habrá ningún factor que frene a estos elementos desatados, que muy bien imitan a la furia de la naturaleza y que ahora impulsa reformas profundas, como la del poder judicial.

Al final del día, tendremos que decir que es la furia de un pueblo oprimido, que ha encontrado el mecanismo para deshacerse finalmente de sus opresores.

Andrés Manuel López Obrador lo sabe y por eso conduce el proceso del modo en que lo hace.

Correspondencia: demiandu1@me.com | X: @Demiandu

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