Me parece que lo primero que tenemos que reconocer es que el mitin “en defensa del INE” organizado ayer por la derecha empresarial y los partidos de oposición, tuvo una exitosa convocatoria. Si de ser objetivos se trata, quienes apoyamos al presidente López Obrador y a la Cuarta Transformación no ganamos nada con demeritar la libre expresión de cientos de miles de ciudadanos que acudieron al llamado de Claudio X. González. Más aún: por el bien y el futuro de la 4T, más nos vale entender el verdadero significado de lo ocurrido ayer, y por qué debemos considerarlo como un triunfo de la derecha.
¿Que los que asistieron en su inmensa mayoría no sabían ni siquiera a qué iban? Es correcto: ahí están los cientos de videos en las redes sociales exhibiendo la ignorancia y desinformación de los entrevistados.
¿Que el Zócalo permaneció lleno apenas por 20 minutos? Así fue: ahí están también los videos de Webcams de México, donde se aprecia cómo, en menos de una hora, la plancha del Zócalo pasó de estar semi desierta, a medio llena para luego colmarse de gente y enseguida comenzar a vaciarse de nuevo. Los conservadores no aguantan el sol por mucho rato.
¿Que una plaza llena de acarreados movidos por la ignorancia y el odio no es suficiente para ganar una elección? También es verdad. La propaganda de los medios y los millones de pesos de financiamiento empresarial no les alcanzaron en 2021 y no les alcanzarán en 2024.
Todo lo anterior es cierto, y podemos sentirnos tentados a considerar, por esos motivos, que la #MarchaINE fue un fracaso. Pero de hecho, fue todo lo contrario: un éxito rotundo. Lo fue porque el objetivo era la movilización más que la concientización. A los organizadores les importaba el número de asistentes, no el motivo de la concentración y mucho menos los argumentos y las ideas. La meta que se pusieron era muy simple: “llenar” el Zócalo, como fuera, a como diera lugar, durante el tiempo mínimo suficiente para tomarse la foto y registrarlo en videos que los medios se han encargado de repetir cientos de veces en todos los espacios noticiosos.
Lo que debemos entender de una vez por todas en la izquierda, es que la oposición no está preparándose para dar la batalla electoral en las urnas el próximo año. Ellos son los primeros en darse cuenta que no les alcanza con lo que tienen. La oposición le está apostando a otra cosa. La oposición está entrenando para las protestas y la desestabilización.
Como saben que no hay forma de que ganen la elección presidencial el año que viene, la derecha está siguiendo al pie de la letra el manual golpista diseñado en el extranjero y que han aplicado, con mayor o menor éxito, en diferentes países de Latinoamérica. En algunos casos han logrado tirar gobiernos democráticamente electos, como sucedió con Manuel Zelaya en Honduras (2009) o con Evo Morales en Bolivia (2019); en otros, han fracasado pero sólo después de poner en jaque a la democracia como sucedió a principios de este año en Brasil con Lula. Y quizá el espejo más ominoso en el que debamos mirarnos sea el de Venezuela, pues la oposición venezolana es justamente el modelo que la derecha gringa quiere recrear en México con la miserable coalición PRI-PAN-PRD.
Al mismo tiempo que los “defensores del INE” salen a la calle para ir agarrando un poco de sol y acostumbrándose a las ampollas en los pies, endurecen su discurso contra la “dictadura” y el “gobierno represor” que estaría “amenazando la democracia” y pensando en “reelegirse”. Esas dos estrategias, salir a la calle y aullar por la “represión” son la pinza de su plan maestro: desconocer los resultados electorales del año próximo, y emprender una escalada de protestas callejeras, movilizaciones, disturbios y todo tipo de actos violentos, para poder presionar tanto a las autoridades electorales (INE y Tribunal Electoral) como a la propia ciudadanía e invalidar la elección presidencial que obviamente van a perder.
A eso le apuesta la derecha mexicana: a desconocer y eventualmente anular los comicios del año venidero; torcer la voluntad popular y arrebatar en la calle por la vía violenta la presidencia de la república. Estarán dispuestos a todo (ya lo demostraron con los sabotajes al Metro) con tal de volver al poder, y el golpismo es su último recurso porque saben que con votos no les alcanza.
¿Debemos preocuparnos entonces por el Zócalo lleno de ayer? La respuesta es: sí, debemos preocuparnos, pero principalmente ocuparnos en construir el muro de contención que le hará frente a esa derecha violenta, golpista, rabiosa e imbécil que desde ahorita está calentando el músculo para salir a las calles el año que viene a desestabilizar y cometer todo tipo de desmanes y actos de terror para lograr su objetivo: anular las elecciones, secuestrar al INE, amedrentar a los magistrados electorales, y consumar el golpe de estado con el que vienen soñando desde 2018.
Luego no digan que no lo advertimos.
Twitter: @Renegado_L