Trump, cómo la mayoría de las personas que han accedido a las altas esferas del poder estadounidense durante el último siglo, tiene bastante “esqueletos” en su pasado. Pero el mezclar su aventura extramarital con la actriz porno “Stormy” Daniels con los intentos por dejarlo fuera de la próxima contienda presidencial es un acto de hipocresía suprema, aún para el moralino sistema judicial de EU.
Ni siquiera tenemos que retroceder mucho en el tiempo para recordar, por ejemplo, la manera en que el expresidente Bill Clinton abusó de su poder para tener relaciones sexuales con una becaria en pleno Salón Oval de la Casa Blanca. O de los señalamientos de las aventuras extramaritales del fenecido John F. Kennedy con la diva del cine Marilyn Monroe.
La realidad es que una persona tan poco predecible cómo Trump podría obstaculizar de alguna manera los planes del denominado -por el propio ex presidente Dwight Eisenhower- “Complejo Militar Industrial”, quienes en plena vorágine bélica buscan extender los conflictos en donde están involucrados a China, e incluso a México.
La Fiscalía de Manhattan -en manos de personas que simpatizan con los Demócratas- puede hacer de este proceso de imputación un circo mediático, en el estimado que esto afecte las aspiraciones presidenciales de Trump, quién ordenó el pago de 150 mil dólares a Daniels para que no revelara su relación durante la campaña presidencial. Un acto inmoral, pero no ilegal, en la transaccional sociedad estadounidense.
Esto se trata de la única “estrategia” electoral viable del Partido Demócrata y de su endeble presidente Biden, quién además de presentar las dificultades cognitivas que todos conocemos, enfrenta las crisis en Ucrania y el colapso de 2 importantes bancos regionales de Estados Unidos.
Si Trump no llega a la boleta, quizás Biden sea competitivo. Si aparece, rejuvenecido por el papel de víctima del “pantano” gubernamental, veremos la parte 2 de una mala comedia presidencial que puede terminar de forma muy mala para México y para el mundo.