Los tiempos del señor son perfectos -como aseguró el secretario de Gobierno- en alguna ocasión. De hecho, las propias circunstancias empujan con fuerza para que, de una vez por todas, sanen las heridas que provocaron las intrigas sembradas en Palacio Nacional, especialmente cuando se reavivó la esperanza de convivencia a través de la propuesta que hizo el Senador Alejandro Armenta -de qué sea el propio presidente López Obrador- quien reactive la interlocución con legisladores de la Cámara Alta, en particular con su líder de la fracción.
Ese mismo punto lo abordó el Senador Cristóbal Arias en su informe de labores legislativas en la capital del estado de Michoacán. Dijo que sería importante tender los puentes de reconciliación con el presidente Obrador para fortalecer los trabajos que se avecinan a futuro pues el gran reto del movimiento es refrendar la victoria del pasado 2018.
Y, con una seguridad sólida, Ricardo Monreal cerró la intervención después de cobijar al senador michoacano. Señaló que es fundamental en aras de la unidad profundizar la reconciliación. Es, sin duda, una señal para el presidente López Obrador de que hay voluntad para cicatrizar diferencias con quien ha caminado por más de 25 años en favor de la lucha democrática del país.
Pero, para que esa situación madure, repito, tiene que ser por voluntad del presidente. Considero que ha llegado el momento de dejar atrás cualquier malentendido y superar toda disconformidad. Ninguna elección se gana si no existe unidad y fortaleza desde las bases. Eso lo sabe el propio mandatario federal que tiene la última palabra para definir el futuro del movimiento de cara al proceso electoral.
En otras palabras, la solución es sencilla: sentarse a dialogar con respeto, tolerancia y voluntad. Ya el secretario de Gobierno abrió esa posibilidad en vísperas de la aprobación de la reforma militar, incluso los propios analistas auguraban una posible reunión o desayuno entre el presidente López Obrador y Ricardo Monreal.
De hecho, Ricardo Monreal se dijo abierto y motivado para encontrarse con el presidente sí él así lo determina, siempre y cuando el deseo y la disposición de seguir empujando el proceso de transformación que ha seguido su curso a pesar del clima que se generó abra las condiciones. Me refiero a las reformas constitucionales que fueron aprobadas y que nunca se pusieron en tela de juicio porque -a todas horas- imperó la responsabilidad de respaldar las propuestas presidenciales no por complacencia, sino por el deber que la mayoría de ciudadanos les otorgó desde el 2018.
Por ello, la pelota está en la cancha de presidente. Sería un buen momento para refrendar el proceso de transición que se vivió en aquel 2018. Se puede decir que, el triunfo a posteriori, depende -en gran medida- de llegar cohesionados y rompiendo cualquier prejuicio que se generó. Ya Ricardo Monreal refrendó lo que todos sabíamos: se quedará en Morena y luchará hasta el final. De hecho, nunca observé algo fuera de lo normal más que pedir democracia y tolerancia interna en el seno morenista.
A muchos no les pareció, sin embargo, eso no significa claudicar ni mucho menos traición. Es más bien, la manifestación plural de disentir en uno que otro tema dentro de un partido cuya declaración de principios debe ser tolerante con ese tipo de expresiones asumidas con responsabilidad.
Ese mismo juicio es, en este momento, el que llama al proceso de reconciliación. Así lo asumió Ricardo Monreal que lanzó un guiño al mandatario; hay que esperar la respuesta del presidente.
Recuerdo que, hace poco, hubo precisamente un gesto de que hay voluntad para superar cualquier prejuicio. Fue, en aquella ocasión, la propia tribuna presidencial testigo del momento en que el mandatario nombró oficialmente a Ricardo Monreal como aspirante de Morena. Un poco tarde, pero se le hizo justicia a un personaje que lo mereció desde un principio.
Pero más vale tarde que nunca. Esa premisa puede ser, dentro de muy poco, la clave para atestiguar un anhelado reencuentro entre dos grandes aliados de la lucha social. Me refiero a Ricardo Monreal y al mismo presidente, Andrés Manuel López Obrador.
Ojalá, el país requiere de unidad.
Y el presidente de la Junta de Coordinación Política cerró diciendo: “no me cansaré de insistir el diálogo con el presidente, lo haré hasta el hartazgo”.