No dejan de ser interesantes los datos que arrojan la economía de México y el mercado cambiario justo a 2 días de que se dirimió con mucha claridad el proceso electoral en los Estados Unidos.
En buena medida por la retórica agresiva de Donald Trump, en buen grado también por la perspectiva de un choque de trenes que no ocurrió. Pero también por la narrativa que persisten en conducir voceros de medios de comunicación invadidos por la visión del desastre inminente, hubo un momento en que pudo parecer que un eventual triunfo del candidato republicano sería el peor de los escenarios.
Yo parto de la perspectiva de que más vale bueno por conocido que malo por conocer y de Donald Trump ya tuvimos 4 años en los que francamente a México no le fue nada mal.
Hace unos días (el martes 5 de noviembre) hablaba yo en este espacio de que ya fuera Kamala Harris o Donald Trump, la situación para México no tendría porque tener cambios radicales.
Creo que con Trump las cosas lejos de descomponerse, mantendrán una estabilidad importante en los niveles que hemos visto en los recientes 6 años e incluso podremos mejorar.
Luego de la comunicación entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el presidente electo, los mercados financieros tuvieron un retorno espectacular, en especial para el peso mexicano, que ganó en una sola jornada un 4.5%, para cerrar de vuelta abajo de los 20 pesos por dólar, en 19.82 pesos para ser exactos, luego de cotizar en niveles de 20.67.
La presidenta desde el miércoles que se supo del virtual triunfo de Trump lejos de sumarse al pesimismo, fue clara al respecto de que el dialogo de alto nivel y sobre todos los acuerdos de mutua conveniencia con el vecino país del norte se mantendrán y que a México le seguirá yendo bien.
Y en esa perspectiva es importante retomar los muy buenos resultados que tuvo nuestro país al cierre del tercer trimestre en cuanto a la relación con los Estados Unidos.
Para comenzar se logró un nuevo récord en las ventas de insumos de todo tipo, es decir las exportaciones mexicanas que sumaron en los primeros nueve meses del año 382 mil 400 millones de dólares, desplazando totalmente a otros países como China, Canadá, Alemania y Japón, y con un aumento del 45% en los 6 años recientes.
Las ventas pasaron de 263 mil millones (que nos colocaba entonces como el tercer socio comercial) a los ya mencionados 382 mil millones.
De hecho solo en septiembre de este año, esas ventas sumaron 44 mil 827 millones, frente a 38 mil 660 de China y 35 mil 272 de Canadá. La razón de fondo de ese éxito tiene que ver con una estrategia trazada y definida justamente por los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y de Trump, que en su momento se llamó el “Plan México”, para reenfocar la producción y el abasto de insumos para la industria automotriz y de alta tecnología en el hemisferio norte de América, sacando de manera paulatina esas operaciones de China y otros países de Asia.
El resultado está a la vista y esto se traduce en mejores resultados para México, más empleos, mejores sueldos y un crecimiento sostenido de la economía, como se pudo observar al cierre del tercer trimestre, cuando México y Estados Unidos lideraron en desempeño de sus economías el ritmo del crecimiento global con 1 y 1.8% en ese periodo.
Naturalmente que para Estados Unidos esto se traduce en más empleo y en menores costos para la producción de insumos.
Es verdad que Donald Trump hizo aspavientos en la campaña, advirtió que si no se frena el narco o el flujo de migrantes pondrá aranceles unilaterales del 25% y que estos serán progresivos para (así dijo) los autos mexicanos que entran a Estados Unidos.
Pero eso no es real, México en todo caso no tiene una industria automotriz propia, no exporta autos nacionales a Estados Unidos, de hecho no los produce ni para su mercado.
En cambio en México operan compañías de todas nacionalidades que se dedican a la producción de automotores, como Alemania, Japón, Corea del Sur, Reino Unido, Francia, los Estados Unidos y claro está China.
Donald Trump en realidad se refiere a ponerle aranceles a los autos chinos que se comienzan manufacturar en México de acuerdo a las reglas vigentes del tratado comercial vigente.
De otra manera no se entiende lo que trata de comunicar Donald Trump, porque poner aranceles de manera unilateral a México, su principal socio comercial, para comenzar violaría las reglas del T-MEC, pero también tendría grandes costos para las empresas estadounidenses, que trasladarían esos costos al consumidor en Estados Unidos, justo uno de los factores (la inflación) que lo llevaron a su triunfo resonante.
Trump es uno en campaña y otro en el gobierno y aunque es grosero, machista, homofóbico y racista, al final del día ese es un tema que solo debería importar a sus gobernados.
Con México la relación seguirá tan intensa como hasta hoy e incluso crecerá.
Yo estoy convencido de que la presidenta Claudia Sheinbaum tiene la capacidad y los conocimientos para sentarse a la mesa de negociación con Donald Trump y con quien se necesite, y en el camino podrá obtener los resultados que México necesita.
La llamada de ayer jueves, fue sintomática de lo que se viene y la perspectiva de una buena relación con los Estados Unidos es una realidad, con independencia de quién sea el ocupante de la Casa Blanca.
Estados Unidos necesita de México, tanto como México necesita de los Estados Unidos.
Correspondencia a demiandu1@me.com | X: @Demiandu