Los directivos del futbol mexicano no se dan cuenta de sus errores, o hacen como que no se dan cuenta, y los siguen cometiendo. No quieren entender que la manera en que manejan su negocio en relación a la compra/venta de su principal activo, que son los futbolistas, está cargada de fallas y fallas, incluidas aquellas por parte de los fados medios.

Casos y formas de demostrar su pobreza ejecutiva hay muchos. Los últimos son los de Uriel Antuna con Cruz Azul y Santiago Ormeño con el Guadalajara, que ejemplifican, de dos maneras distintas, las carencias para gestionar, negociar y hacer negocio en favor de la institución.

Lo primero que hay que señalar es la manera en que desde hace años inflaron los precios de los futbolistas mexicanos para el mercado interno, lo cual con el paso del tiempo se ha convertido en algo perjudicial para que los jugadores concreten su llegada a algún club de Europa, que al ver el precio que les ponen en la mesa, simple y sencillamente prefieren ir por un argentino, brasileño o uruguayo de menor valor en el mercado.

Así sucedió con Uriel Antuna, a quien Cruz Azul adquirió en una negociación con Chivas que implicó que Roberto Alvarado se fuera al equipo tapatío y Alejandro Mayorga a La Máquina. Entre estas grandes mentes que hicieron este movimiento, acordaron que en ambos casos (Antuna y Alvarado), solamente cederían el 50% de la carta, lo cual es un punto importante por lo siguiente.

Uriel Antuna reveló que estaba dispuesto a vestir los colores del Club América.

Ahora que Antuna tuvo la opción de ir a Europa, a Grecia, la información que se tuvo fue que Cruz Azul rechazó ofertas de hasta 4 millones de dólares por Uriel, así como otras opciones puestas en la mesa por los clubes interesados. La directiva de Cruz Azul quería sacar no menos de 6 mdd por este jugador que en estos momentos no los vale y claro que no iban a pagar, motivo por el que se quedó en México, lo que hizo que manifestara su enojo a través de redes sociales. Aquí regresamos al punto del 50% de la carta de Cruz Azul y Chivas, si lo vendían en 3 o 4 mdd, tenían que repartir, además de lo que le toca al jugador por transferencia. Entonces, lo trato de vender más caro para “ganar”, pero al final ni una ni otra.

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El caso de Chivas y lo que puede pasar con Ormeño es una práctica que en el caso del cuadro de Guadalajara ha sido muy común y le ha costado mucho dinero a su dueño. Compran caro con el pretexto de que, si quieren a los mejores mexicanos deben pagar mucho, y compran mal, porque esos futbolistas no les funcionan y después tienen que prestarlos pagando un alto porcentaje del sueldo, como ya pasó también con José Carlos van Rankin cuando se fue a la MLS. ¿En qué cabeza cabe que eso va a ser negocio? Es hasta de sentido común.

Así la brillante manera de hacer negocios de los directivos mexicanos, claro que hay algunos que ganan de esos “errores”, pero generalmente los que pierden son los dueños.