“La miseria de los partidos es la miseria de la democracia”

Octavio Paz, El Ogro Filantrópico

Duras lecciones dejó la elección del domingo, entre ellas cuál será el destino de los partidos políticos, de sus dirigencias, de su accionar y de su vinculación con la sociedad que dicen representar.

Primero, reconocer que los partidos son un elemento fundamental de la democracia, sin embargo, a partir de los resultados, se puede ver que los partidos de oposición han fallado en su tarea de representar los intereses de los ciudadanos.

Se han convertido en simples competidores electorales que no alcanzan a ser un contrapeso de ideas ni de posiciones e incluso, que se podría dar por terminado el sistema de partidos para regresar al de partido único o hegemónico aliado a partidos comparsas.

La ciudadanía ya demostró que sí participa, que defiende la democracia y a las instituciones y que sabe organizarse pacífica y ordenadamente, pero no se siente representada por los partidos ni por la podredumbre de sus dirigencias.

La sociedad rebasó a los partidos y a sus dirigentes

Los mexicanos hemos confiado en la democracia y en el poder del voto. Un triunfo para México, esa copiosa y pacífica participación, que es de lo más hermoso que nos puede pasar como país. Los ciudadanos salieron a decir esto es en paz, nosotros confiamos en nuestras instituciones y con eso los partidos fallaron y fueron ampliamente superados.

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Fue la sociedad la que se pronunció y movilizó en defensa del INE, de la SCJN, la que adoptó como su candidata a Xóchitl Gálvez, mientras los dirigentes actuaron sin respeto a sus bases y al enorme regalo que les ofreció la parte de la sociedad inconforme con el gobierno de Andrés Manuel. Pasaron de los ciudadanos que exigen, que alzan la voz y que cuestionan, traicionando la esperanza que se depositó en la alianza y en su candidata.

Aquí lo comenté, si Xóchitl ganaba vendría una reforma al sistema de partidos, indiscutiblemente se tendrían que refundar, cambiar y mirar a la sociedad.

Y si ganaba Claudia el PRI quedaría al borde de la desaparición, el PAN, como a sus inicios, como un pequeño partido, y el PRD, desaparecería.

Marko, Alito y Chuchito

Como el viejo PRI, Morena tiene sus partidos “satélites”: su rémora, el PT y el PVEM, un partido que siempre logra colocarse al lado del ganador, que en términos reales no ofrece nada al ciudadano, pero vende su lealtad al mejor postor, eso sí, con fecha de caducidad.

Pero, al igual que ellos, los dirigentes del PRI, PAN y PRD se sirven y sirven al poder, a sus intereses, a la corrupción y a las negociaciones en lo oscurito. Por sus pobrísimos resultados se entiende que ninguno se comprometió con la democracia, con la sociedad ni con su militancia. Los tres traicionaron a su candidata y mantuvieron su simulación, mientras con sus actos alimentaban el viejo y caduco régimen autoritario de un solo partido.

Marko Cortés del PAN hizo todo para bloquear a su candidata, se bronqueó con sus aliados del PRI por migajas y destapó las negociaciones internas perjudicando y comprometiendo a la alianza y su partido. Él llegó a la dirigencia gracias a otro igual, Ricardo Anaya, y se reeligió como presidente en un proceso totalmente inequitativo que impidió la llegada de Adriana Dávila, una luchadora panista de cepa.

Alejandro Moreno del PRI, es un simple operador que cumple órdenes de superiores ligados a lo más rancio del priismo y del morenismo. Y el PRD fue entregado por sus dirigentes al priismo más terrible, el que formó a Morena.

Lo que menos se puede esperar es que en un acto de vergüenza y dignidad, estos tres impresentables renuncien a sus cargos, eso lo harían las personas decentes y los políticos con visión, pero de ellos no podemos esperar mucho.

El destino de estos partidos es incierto, quizá hasta que ya no sirvan a la maquinaria morenista que cuenta con sus propios paleros.

Hoy por hoy, el único que tiene todo para renacer y recobrar su vocación democrática es el PAN, y para permitirlo, Marko se debería retirar con destino al rancho de AMLO y dejar que las bases elijan a un nuevo dirigente que no sea impuesto por su “dedazo”.

Si no nuestra democracia se irá haciendo cada vez más endeble y la próxima elección, esa sí, será mero trámite.

Qué increíble que sea el Frente Cívico Nacional a través de su dirigente Guadalupe Acosta Naranjo, quien esté haciendo el llamado para junto con la sociedad civil cotejar y revisar las actas y no los partidos.

X: @diaz_manuel