La frase de Jaime Almeida que explica a AMLO

Me entero, leyendo a Carlos Marín en Milenio la madrugada de este martes 31 de mayo, que Jaime Almeida tendrá una calle en la ciudad capital de Chihuahua. Muy buena noticia.

Según informa Marín, tal homenaje ha sido posible por una iniciativa de Francisco González, dueño de Milenio, quien apreciaba y admiraba al experto en boleros —así, como experto en boleros, Pancho me presentó a Jaime Almeida antes de 2005—.

En aquellos años, Milenio —es decir, la empresa que controla a ese periódico, Multimedios— había adquirido una estación de radio en Madrid, España. Yo colaboraba con Pancho y me involucraba en proyectos de esa naturaleza. Un día, analizando la situación de la radio española, decidimos que valía la pena dedicar la estación a la difusión de boleros. Pancho me dijo que conocía un experto para programarla adecuadamente, el señor Almeida.

Cuando Jaime Almeida se presentó ante los empleados de la estación radiofónica de Multimedios en Madrid, que por cierto no estaban muy de acuerdo con el proyecto, les dijo de saque: “Vengo a trabajar con convencidos, no vengo a convencer a nadie”. Es decir, quienes estén a favor de la idea, se quedan, y quienes no la acepten, se van. Cuando me lo contó, me reí y aprobé su estrategia de cambio.

Una vez, a finales de 2005, hablando con AMLO del desafuero y de los videoescándalos con los que se buscó destruirlo, le sugerí que se juntara con los periodistas que más le cuestionaban para convencerlos. Me dijo que no tenía sentido hacerlo. De plano expresó que sí se reunía con periodistas, pero solo con los capaces de entender las cosas, no con los seducidos por la propaganda del PAN y del PRI en su contra. Exactamente la actitud de Almeida: dialogar con convencidos y no perder el tiempo tratando de convencer a nadie.

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Eso explica la relación de López Obrador con los periodistas. Se comunica con quienes están convencidos de que un cambio como el de la 4T era necesario en México, e ignora —y hasta refuta cuando considera que debe hacerlo— a quienes por interés, por ideología y aun por razones analíticas sensatas rechazan el proyecto presidencial del actual sexenio.

Tres clases de críticas contra AMLO

1.- Críticas ideológicas. No pocas de las críticas que a diario leemos contra el presidente López Obrador están motivadas por la ideología. Son duras, hirientes, poco objetivas. Críticas inevitables y perfectamente aceptables en una democracia.

2.- Críticas por dinero. Ya no es tan civilizado que a Andrés Manuel lo cuestionen tantos periodistas profesionales con una larga trayectoria en los medios, quienes con la llegada de la 4T perdieron privilegios, es decir, dinero. Se trata normalmente de comentócratas experimentados y con bastante oficio que saben disfrazar sus ataques y los presentan como análisis profundos e incluso como el resultado de investigaciones serias. Pero no hay objetividad en lo que hacen, sino resentimiento. La política de comunicación del gobierno de AMLO les ha costado dinero, y tales expertos y expertas en periodismo de plano han decidido demoler el prestigio del presidente de México. Durante los dos primeros años pensaron que iban a doblar a Andrés Manuel si eran suficientemente pesadas y abusivas sus columnas en los diarios o sus participaciones en radio y TV. Cuando se dieron cuenta de que López Obrador no es como los anteriores gobernantes —no paga para que se le deje de agredir—, tales periodistas cambiaron de estrategia: se armaron de paciencia y ahora trabajan para hacer posible el triunfo de la oposición en el 2024 o bien la victoria del único aspirante presidencial de Morena con el que se entienden porque él mismo es un producto de la vieja connivencia entre el poder y los medios.

3.- Críticas honestas. AMLO también recibe críticas honestas. Como parten de la buena fe son muy valiosas y deberían siempre ser atendidas por el presidente y su equipo, independientemente del tono de las mismas o al margen de si aciertan en el diagnóstico o si se equivocan. Suelen coincidir con el punto de vista de un sector de la población mexicana comprensiblemente inconforme con un gobierno que todo lo ha cambiado y que, por lo mismo, ha provocado fuertes sacudidas sociales. Cuando, en el futuro, llegue la hora de hacer el balance definitivo de la gestión de Andrés Manuel, estas críticas sensatas serán las más tomadas en cuenta. Casi siempre son cuestionamientos realizados por analistas con talento, pero sin un currículum larguísimo en el periodismo, es decir, las elaboran personas con capacidad sobrada para la reflexión que en los pasados sexenios no se beneficiaron indebidamente de sus relaciones con el poder.

¡Es un honor estar con Obrador!

Leo y escucho prácticamente todo lo que se dice acerca de AMLO. Sigo pensando lo mismo que en 2005 cuando decidí acompañarlo en su primera campaña electoral presidencial: que es un honor estar con Obrador.

Como el futuro nadie lo conoce, no puedo estar seguro de que al final las cosas saldrán de acuerdo a los planes del presidente de México —nada le ha resultado sencillo: ha tenido que superar las fuertes presiones de los poderes fácticos, la incomprensión y perversidad de la prensa profesional, una brutal pandemia y ahora las consecuencias de una guerra en Europa—. Pero creo que las posibilidades están a favor de Andrés Manuel, así que su proyecto terminará por imponerse, sobre todo si él mismo y su partido, Morena, no se equivocan en la sucesión presidencial, en la que el reto no será ganar, ya que el partido de izquierda tiene la victoria prácticamente asegurada. El verdadero desafío será el saber entregar la candidatura del 2024 a la persona correcta en términos de la continuidad más inteligente de la 4T.

Pero, más allá de lo que pase en las elecciones presidenciales —y de lo que ocurra el próximo sexenio— pienso que es un honor estar con Obrador por el ejemplo de lucha que él ha dado desde hace décadas, por su talento para vencer a enemigos poderosísimos, por su arrojo para intentar cambios tan radicales como necesarios y por su entrega a millones de personas pobres que habitan nuestro país.

¿Que AMLO ha cometido errores?

Muchos, sin duda. Para comprender la magnitud de las equivocaciones del gobierno de la 4T hay que leer las críticas sensatas y objetivas. Las otras críticas —las ideológicas y las motivadas por el dinero— también hay que leerlas, pero solo para medir el tamaño del odio a un hombre honesto que ganó las elecciones, que ha gobernando respetando el estado de derecho, que decidió responder a cada uno de sus críticos de mala fe y que, pese a tantos problemas, mantiene en niveles muy altos su reputación entre la mayoría de la sociedad mexicana.