El ministro Juan Luis González Alcántara, a través de un documento impecable donde expone teoría jurídica y argumentos sesudos en torno a la reforma del poder judicial, presentó hace unos días a la Suprema Corte un proyecto de declaratoria de inconstitucionalidad.
Si bien un buen número de trabajadores, la opinión pública y abogados constitucionalistas esperaban que el proyecto estuviese dirigido a declarar la inconstitucionalidad de la totalidad de la reforma, el ministro González Alcántara, con la ley y la prudencia en mano, optó por una decisión moderada: declarar la invalidez de la elección de jueces y magistrados, pero a la vez, mantener vigente lo relativo a los ministros de la Corte y del Tribunal Electoral.
En otras palabras, el ministro, en ejercicio de sus conocimientos jurídicos y con una pizca de sensibilidad política, ha propuesto que la Corte - sus diez colegas y él mismo - terminen sus funciones y que sea el pueblo de México (como lo dicta la Constitución, a pesar de las enormes falsedades y fraudes que la aseveración conlleva) el que les elija. Sin embargo, rescata del aniquilamiento a miles de jueces y magistrados de cortes inferiores.
Según se ha informado, será el martes que viene cuando la Suprema Corte discuta y debata en el Pleno la propuesta del ministro, y emita, si se prestan las condiciones, una resolución final.
La presidenta Sheinbaum, los radicales en el Congreso y las autoridades electorales tendrán ante sí dos disyuntivas: acatar la resolución de la Corte, o desobedecerla y continuar con el proceso, lo que conllevaría arrastrar al país hacia un caos constitucional y una segura destrucción del orden legal.
La jefa del Estado mexicano deberá, en aras de la salvaguarda de los intereses inmediatos del país y de su propio gobierno, evitar que México sea presa del derrumbe institucional.
Por ello, está obligada, tal como juró el día de su toma de posesión, a respetar el Estado de Derecho. Deberá pues, acatar la declaratoria y convocar a sus colegas morenistas a hacer lo propio. De lo contrario, México atravesaría un periodo de incertidumbre sin precedente en la historia del país.