A Oaxaca no le ha ido bien con sus gobernantes. El saqueo es constante y lo peor, no mejora la calidad de vida de la ciudadanía. La pobreza aumenta mientras unas cuantas familias de rancio abolengo, son las beneficiarias de los regímenes.

El sexenio que se fue estuvo enmarcado por la llegada de una juniorcracia proveniente de la Ciudad de México, hijos e hijas de los amigos del papá del gobernador Alejandro Murat fueron colocados en las secretarías de mayor relevancia, hizo senador a quien le cargaba la maleta en el Infonavit y a otros más, magistrados y legisladores; incluso regaló notarías. La política y las decisiones se tomaban en Polanco.

El cártel del despojo operó desde el entramado institucional, la situación fue denunciada en la mañanera presidencial. La paridad que prometió en su campaña nunca llegó y el resumen del gobierno se traduce en ninguna obra concluida y más de 700 feminicidios en la entidad.

Protegió hasta el final a Juan Antonio Vera Carrizal, agresor de la saxofonista María Elena Ríos, y de quien se dice, es su compadre y socio gasolinero. Generó una campaña de desprestigio contra ella, por el solo hecho de exigir el cumplimiento del Estado para el pago de sus tratamientos médicos.

Encubrió también a su funcionario Francisco Montero, responsable del feminicidio de María del Sol, hija de la periodista Soledad Jarquín, quien hasta ahora sigue impune y así otros casos más resonados por su protección a feminicidas.

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El blof de Murat y la frivolidad de su esposa lo llevaron a traer a Maluma a Oaxaca con costo al erario público para anunciar su marca de ropa, utilizando de la forma más perversa a las artesanas indígenas, en un saqueo a todas luces de su trabajo y conocimientos ancestrales.

La llegada de Salomón Jara sin estridencias, anunciando ejes torales de su gobierno pero dando ejemplo de paridad en la integración del gabinete, envía buenas señales.

En el primer día de gobierno se llevó a cabo en el zócalo de la ciudad un desalojo a un grupo de pobladores Triquis, que si bien surgió de un desplazamiento forzado, con el tiempo se volvió en negocio de mercenarios que aprovecharon una necesidad y reclamo justo.

El operativo se notó cuidado y bien realizado por la Secretaría de Gobierno y la Defensoría de los Derechos Humanos, pero lo empañó la complicidad del presidente municipal al negar el evidente robo de mercancía a las mujeres Triquis por parte de la policía municipal, mismo que fue exhibido en redes sociales.

En el momento en el que escribo esta columna, llegan noticias de la visita del Ingeniero Salomón Jara al pueblo Triqui, anunciando un hospital en la zona. ¡Qué necesaria era la presencia de un gobernante en la zona que llevara acciones de política pública a una población en conflicto permanente!

El sexenio es esperanzador, porque si algo sabemos de Jara Cruz, es que un hombre que camina y recorre las regiones del estado. Va a poner a trabajar duro a sus funcionarios y servidoras públicas, eso es más que evidente. Los primeros cien días dejarán en claro quienes se prepararon para la difícil tarea de gobernar desde sus encomiendas y quienes tendrán que dedicarse solo a participar en campañas.

La política es el arte de gobernar y como siempre, será Oaxaca referente de la sucesión presidencial.