Sabemos que después de casi 12 años, el Gobierno Federal hizo una propuesta para comprar la marca y los bienes que aún quedan de Mexicana de Aviación, pero la mayoría de las personas no saben cuál fue esa propuesta.
Persiste la confusión, en algunos de mis compañeros como en personas ajenas a la aviación, sobre qué es exactamente lo que está proponiendo el Poder Ejecutivo a los trabajadores de Mexicana de Aviación.
Recordarán que en diciembre, durante una mañanera, el Primer Mandatario de nuestro país hizo pública la pretensión de adquirir la marca y los bienes de Mexicana de Aviación. Es conocido que existe una cantidad exorbitante de litigios dirimiéndose por parte de los trabajadores, ya sea a través de sus sindicatos, otras agrupaciones y también de manera individual.
Precisamente esta es la razón por la que, después de hacer este anuncio ante medios de comunicación de todo el país, se tuvo una reunión entre autoridades y trabajadores, representados por sindicatos y agrupaciones, en la que se les dio a conocer la propuesta del Presidente para comprar la marca y los bienes.
Se llegó al acuerdo que fuera el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (Indaabin) quien llevara a cabo el trabajo de realizar el avalúo, tanto de la marca como de los bienes que aún le quedan a la aerolínea.
El resultado que arrojó el avalúo fue el siguiente:
407 millones 441 mil pesos es el valor de las marcas de Mexicana de Aviación.
210 millones 700 mil pesos es lo que vale el CAT (Centro de Adiestramiento a Tripulaciones) y que a pesar de estar dentro de la masa concursal, fue la única empresa que no paró operaciones a diferencia de la aerolínea.
28 millones 991 mil pesos por el edificio ubicado en Balderas esquina con Avenida Juárez.
86 millones 171 mil pesos por el edificio de oficinas que se encuentra en la ciudad de Guadalajara, Jalisco.
83 millones 473 mil 335 pesos por un simulador Thompson y otro Singer (A320), que se encuentran dentro del CAT.
La marca y los bienes suman poco más de 816 millones de pesos. Fue el Presidente el que negoció que el dinero se repartiera en partes iguales a los sindicatos y agrupaciones a los que pertenecen los trabajadores de Mexicana de Aviación, Click y Link. O sea, que el dinero de la venta es tanto para los trabajadores que hasta el 2010 estaban en activo, como para los jubilados.
¿Hasta aquí todo claro? La cosa comienza a empañarse cuando se asumen posturas que nada tienen que ver con la propuesta que nuestras autoridades hacen con la finalidad de dar por terminado el conflicto y darle una salida a los trabajadores.
No falta el compañero que mal interpreta, a su conveniencia, las palabras del presidente, y cree que solo a los sindicatos y otras agrupaciones que ya aceptaron -a través de sus asambleas- la propuesta presidencial, se les dará una compensación, y que al resto se les pagará conforme a sus demandas. Esto es erróneo.
Los sindicatos y grupos de trabajadores se reunieron con las autoridades competentes, y negociaron todo lo concerniente a la venta de la marca y los bienes. Ellos acordaron (y la autoridad lo avaló) que el desistimiento de sus laudos se haría efectivo “sí y solo sí” el gobierno ingresaba el dinero pactado. Ni antes, ni después. Y claro, es obvio decir que solamente se pueden desistir de un laudo, quienes ya cuentan con él, un laudo en firme.
Es un acuerdo que está sujeto a que pasen dos cosas. El gobierno solo está contemplando a los trabajadores que tienen un laudo, como en el caso de los trabajadores activos sindicalizados y de confianza cuyo laudo es de 5 mil 500 millones de pesos, mientras que el laudo de los jubilados asciende a 3 mil millones de pesos.
Sí, un total de 8,500 millones de pesos es lo que “por ley” nos corresponde a los trabajadores, y eso es lo que nos deberían de pagar; ¡claro!, si fueran detrás del responsable que hoy por hoy está muy tranquilo en Nueva York, disfrutando en su departamento de lujo con vista al “Central Park”, me refiero a Gastón Azcárraga quien antes de poner los pies en polvorosa rumbo a los Estados Unidos, fue relevado de su cargo como Presidente de Grupo Posadas, para así impedir a los trabajadores reclamarles (al grupo hotelero) a ellos como “Patrón Sustituto”.
De corazón me encantaría que nos pagaran lo que por derecho nos corresponde, -en el caso de los activos, los 5,500 millones de pesos-, y que los jubilados pudieran hacer líquido su laudo por 3 mil millones de pesos. Claro, eso sería en un mundo ideal.
Pero la realidad es muy distinta, el ofrecimiento que hace el gobierno es pagarnos a todos los trabajadores, no los casi 6,500 que actualmente somos, sino a los 8,500 que trabajaron hasta 2010 y también a los 650 que conforman el grupo de jubilados.
Durante este camino, varios de mis compañeros han dejado de existir en este plano terrenal, y hoy no están más con nosotros, pero a ellos, a través de sus familiares, también se busca resarcirles aunque sea “un poco”.
816 millones son una cobija pequeña que no alcanza para taparnos a todos. En estos momentos nos encontramos “jalando la cobija”, despedazándonos entre nosotros, divididos entre los que opinan: “ya lo que caiga es bueno”, y los que dicen: “a mí que me paguen lo que dice mi laudo”.
¡Vaya conflicto!, ¡vaya berenjenal!, ¿cómo ponernos de acuerdo?, la realidad es que tanto los sindicatos como las agrupaciones ya demostraron que están dispuestos a “ceder”. Solo cerca de 228 sobrecargos jubilados, afirman no estar dispuestos a renunciar a su laudo, a su derecho y a su pensión.
Sí Pitágoras no me falla, los 816 millones de pesos no alcanzan para pagar los 3 mil millones de pesos del laudo de los sobrecargos jubilados. Y no se trata de ver quien tiene más “derechos”, todos por igual fuimos víctimas de un empresario rapaz que terminó huyendo, cobijado por el entonces gobierno que le permitió vender la aerolínea en mil pesos.
Así es como hoy nos encontramos los trabajadores y jubilados de Mexicana de Aviación, ante esta disyuntiva. Mi opinión personal siempre ha sido: sí, que se repartan los 816 millones de pesos por partes iguales a todos los grupos, y entre nosotros (los Sobrecargos) nos repartimos en partes iguales, sin importar antigüedad, porque repito, todos fuimos igual de afectados. Por supuesto, es una idea que no todos ven con buenos ojos y por eso se repartirá según tu antigüedad en la aerolínea.
Ahora, se preguntarán, ¿por qué no se vende también el taller de mantenimiento, el MRO? Pues porque el dueño, quien adquirió la aerolínea por mil pesos, es el abogado Jorge Gastelum, y pide millones de dólares por él. Cuando entramos a Concurso Mercantil, quien fuera el síndico en ese entonces, Gerardo Badín, pidió que el MRO quedara fuera de la masa concursal porque era la única empresa “rentable” de Nuevo Grupo Aeronáutico.
Así es que esa “joya de la corona” no puede ser contemplada dentro de la propuesta hecha por Andrés Manuel, y él lo sabe, por eso no figura dentro del avalúo hecho por el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales.
¿Qué se puede litigar tal exclusión? ¿Qué se puede revertir para que Mexicana tenga más bienes con qué afrontar el pago a sus trabajadores? Tal vez; pero aquí la pregunta es: ¿quiénes están dispuestos a dar esa batalla legal?, ¿quiénes pueden aguantar otros 12 años sin recibir ningún pago?, ¿quiénes aguantarían una resolución que dijera: “la exclusión del MRO fue legal, y no hay nada qué hacer”?
Desde que Andrés Manuel anunció la intención de comprar la Marca de Mexicana de Aviación lo dije fuerte y claro: no es una salida que repare el daño, ni castiga culpables, ni logrará que la empresa que conocíamos vuelva a volar; será otra diferente.
Los trabajadores recibiremos migajas de una justicia que hemos peleado por más de una década, pero… es una salida; no es la mejor, ni la que me hace más feliz, pero es una salida que por fin, un gobierno federal pone sobre la mesa con la intención de que los trabajadores recibamos “algo” de lo mucho que nos deben.
Espero que haya despejado algunas de sus dudas. Mi única intención es que quede claro por dónde estamos transitando los trabajadores y jubilados de la que fuera la 4ª aerolínea más antigua del mundo, y la más antigua del país y de Latinoamérica.