Desde la llegada de la 4T al gobierno, los detractores de éste tomaron el tema de los controladores aéreos de nuestro país como una de las tantas banderas para atacar al presidente Andrés Manuel López Obrador. Muchos de ustedes recordarán el escándalo hecho con las aproximaciones fallidas, también conocidas como “idas al aire” -o en inglés “go round”-. Varios periódicos mandaron a sus reporteros a contar cuántos aviones utilizaban este procedimiento de seguridad.

El objetivo fue, en aquel entonces, ejercer presión contra quien era director general de Servicios a la Navegación en el Espacio (SENEAM), Víctor Manuel Hernández, que supuestamente estaba ligado con el gobierno de López Obrador.

Una constante que además le ponía sabor al caldo, fue afirmar que con la llegada del obradorismo al gobierno, en nuestro país todo se estaba haciendo mal. Así que mucha gente, entre ellos algunos ex controladores aéreos simpatizantes sobre todo con el Partido Acción Nacional, como María Larriva, (hermana -por cierto- de una compañera sobrecargo jubilada de Mexicana de Aviación), se convirtió en una de las principales voces en contra de todas y cada una las acciones en materia aeronáutica del actual gobierno.

Desde criticar la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), pasando por el cambio en la ruta de llegadas al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, y por supuesto el tema de los controladores aéreos. Ella puede ser vista de manera muy constante en Atypical TV de Carlos Alazraki, y de vez en vez con Carlos Marín en su espacio “El asalto a la razón” de Milenio TV.

En el imaginario popular, se suele creer que el pasto del vecino siempre es más verde, y este es el caso de los controladores norteamericanos. Mientras que en nuestro país estamos convencidos que todo está mal, solemos pensar que en Estados Unidos todo es perfecto. No en balde nos vino a calificar la Agencia Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés), y salimos reprobados.

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Aunque nos tardamos, ya recuperamos nuestra calificación, y todavía se sigue trabajando en ello, sin embargo, en Estados Unidos no todo es miel sobre hojuelas.

Y de esto nos enteramos gracias a una investigación del periódico The New York Times. Los controladores aéreos del país vecino están siendo llevados al límite, pues tan solo durante la pasada temporada alta de verano, hubo varios incidentes. Los periodistas Emily Steel y Sydney Ember, lograron entrevistar a varios de ellos y las declaraciones que estos trabajadores dan, dejan helada la sangre.

Presentan los testimonios de tres trabajadores. Uno afirma ir a trabajar literalmente borracho y jactarse de ello; otro más que en sus descansos salía a fumarse un cigarro de mariguana; y otro más, que fue agresivo con otro controlador mientras estaba trabajando, formando los aviones para su aterrizaje.

Esto deja al descubierto la gran vulnerabilidad que hay en cuanto a la seguridad aérea norteamericana. Y es que resulta que, en los últimos años, tanto los trabajadores como otras personas, han presentado quejas a la FAA. Una de las principales molestias es la falta de personal, pues no hay suficientes controladores aéreos.

Otra de las grandes quejas es la mala infraestructura de las torres de control donde son confinados estos trabajadores para desempeñar su trabajo. Equipos obsoletos y falta de mantenimiento son una constante, eso sin hablar que algunos de los edificios están plagados de fauna nociva o de moho negro.

Otro punto importante es el que representan los problemas de salud mental que refieren tener los propios trabajadores, así como las adicciones que padecen a ciertas sustancias nocivas para la salud.

Lo más grave: controladores que se han quedado dormidos en plena jornada laboral, ya sea por la influencia de drogas, cansancio o por exceso de consumo de alcohol.

Los periodistas del New York Times destacaron en su investigación lo siguiente: “Neil Burke, quien trabajó como controlador de tráfico aéreo en el área metropolitana de Nueva York dice que fue testigo de numerosos errores cometidos por controladores demasiado cansados, incluido él mismo, el 1 de diciembre de 2023.”

Hay trabajos agotadores, y el del controlador aéreo, es uno de ellos, pues pasan muchas horas laborando bajo presión; es una labor en la que el más mínimo error puede traducirse en un accidente fatal.

Lamentablemente las condiciones laborales de estos trabajadores norteamericanos están lejos de ser las óptimas, y estamos hablando de un país de primer mundo, y potencia aérea; o como ellos mismos se ven, como el imperio más fuerte e importante del planeta. Pues resulta que este “Imperio” es incapaz de proveer a sus controladores aeronáuticos buenas condiciones laborales.

La falta de personal es un tema recurrente por la elevada rotación que tienen. La gente termina renunciando por los bajos salarios, además de que las jornadas son excesivas: más de 10 horas al día, seis días de la semana.

Sigamos con los hallazgos de la investigación de este diario neoyorkino, “… Esto deriva en una fuerza laboral fatigada, distraída y desmoralizada que cada vez es más propensa a cometer errores. Estos hallazgos se basan en entrevistas con más de 70 controladores de tráfico aéreo, pilotos y funcionarios federales actuales y anteriores, además se consultaron miles de páginas de informes federales de seguridad y expedientes internos de la FAA que obtuvo el Times”

Imaginen ustedes a qué grado está la situación, que algunos de los trabajadores entrevistados afirmaron que será inevitable, en un futuro próximo, un accidente de consecuencias fatales; claro, si todo sigue sin cambiar.

Se registraron además más de 503 errores “significativos” por control de tráfico aéreo, así calificados por la FAA, un número superior respecto a lo que se tuvo en 2022, que representa un 65% más de “incidentes”.

En general los controladores aéreos manifiestan cansancio extenuante, ya que, al haber poco personal, tienen que extender su jornada en horas extras. En muchos incidentes de tiempos recientes, estos trabajadores han manifestado exceso de trabajo y fatiga.

Sobre este particular, los reporteros del diario neoyorkino obtuvieron una declaración que de verdad lo pone a uno a pensar ¿en manos de quien está la seguridad aeronáutica? “Si puedo cometer un pequeño error como este, es posible que cometa uno más grande”, este mensaje fue escrito por un controlador, y se encuentra en la base de datos de la NASA consultada por el NYT.

La gravedad del asunto radica en que a pesar de que los problemas de salud física y mental son muy notorios, los controladores se rehúsan a solicitar ayuda, pues esto los incapacitaría para desarrollar su trabajo; por eso algunos terminan recurriendo a drogas legales que se venden en las farmacias, como las pastillas para dormir, o de plano toman alcohol para tranquilizar los nervios y relajarse.

Lo más aterrador es que la FAA estima que cerca del 10% de los que actualmente se desempeñan como controladores aéreos, lo dejarán de ser, y entonces se tendrá un déficit de cerca de 1,400 controladores aéreos.

El panorama es preocupante, pero se ve una luz al final del túnel: la vocera de la FAA, Jeannie Shiffer, ha señalado que Estados Unidos requiere de más controladores, pero también de mejores condiciones laborales y mayor flexibilidad. Es por eso que la FAA ha solicitado a su gobierno 117 millones de dólares para la capacitación y contratación de nuevos controladores, y esperan poder reclutar a más de 1,800.

Y relacionando el tema con nuestro país, traigo a cuento una entrevista hecha al secretario de prensa de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA) sobre el tema del alcohol, y señala que en la plataforma -antes de que el piloto aborde el vuelo-, el personal de Medicina de Aviación les realiza un examen de alcoholemia. El resultado debe arrojar 0.0 de alcohol, y se está pidiendo que en caso de que salga 0.1, 0.2, 0.3 o 0.4, al tripulante se le baje del vuelo para realizar un examen de sangre.

Porque no se contempla que los aparatos se descalibran (me consta), y sacan falsos positivos. También porque hay que considerar que algunos enjuagues bucales, los que contienen alcohol o incluso algunos alimentos se fermentan en el estómago y arrojan resultados incorrectos.

ASPA está pidiendo al poder legislativo que se tome la prueba de sangre como método para asegurarse que no es un falso positivo. Concretamente le está solicitando al Senado que en caso de presentar más de 0.1 (ya en un examen de sangre), quede legalmente claro y estipulado cuál será la manera en que se le va a cancelar el examen médico; esto con la finalidad de someter al trabajador a una rehabilitación, pues no se trata de victimizar al trabajador, ni tampoco de dejarlo en estado de indefensión, las adicciones son enfermades, y como tales deben ser tratadas.