En próximos días comenzaremos a ser víctimas de una escalada campaña publicitaria gubernamental para vendernos las falsas ‘bondades’ de la Reforma Eléctrica, que acompañada de una andanada de mentiras pretenden imponer un duro golpe al sector y al futuro de millones de mexicanos.
Es una reforma que compromete el bolsillo del ciudadano, el porvenir del medio ambiente y generaciones próximas, así como el desarrollo económico del país; es importante que se alerten las repercusiones de su aprobación. Van unos puntos por los que la contrarreforma eléctrica no debe pasar:
- La reforma promete abaratar los costos de la energía eléctrica. La realidad es que dada la predilección por la producción de electricidad con insumos como el cabrón y el combustóleo, al ser más caros, los precios solo se elevarían y la única manera de contener el impacto a la alza sería mediante subsidio, lo que significa redireccionar dinero de otras áreas con alta necesidad, a pagar energía sucia.
- El gobierno promete energías verdes y limpias… privilegiando el uso de energéticos fósiles y comprometiendo los logros obtenidos en la materia hasta ahora. Actualmente en el orden de despacho de energías se privilegia que la electricidad de origen mas limpio ingrese y sea distribuida primero, con la reforma ello se terminaría.
- Se nos dice que la Comisión Federal de Electricidad fue “desmantelada”, pero desde la aplicación de la Reforma Energética del sexenio pasado, la CFE presentó un balance positivo con amplias utilidades. Con el gobierno morenista comenzaron las pérdidas desde el 2019, y tan sólo este año se acumulan por mas 50 mil 695 mdp.
- Se pronostican más y peores apagones como los reportados en los que van de sexenio. Recordemos que en 2019 hubo en Yucatán, Quintana Roo y Baja California afectando casi a 2 millones de personas; en el 2020 ocurrió el mega apagón, afectando a más de 10 millones en 17 estados y este año se acontecieron en Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y Chihuahua. Todos atribuidos a la falta de mantenimiento y las limitantes de la capacidad instalada, misma que quieren sobrecargar por su aumento en la participación de producción.
- Afecta el entorno de inversión y lastima la confiabilidad del país, pues los cambios en las “reglas del juego” terminará ahuyentado inversores y empresas, ralentizará la recuperación económica, lastimará la competitividad nacional y detonará pérdida de empleos.
- Es inconvencional y contraviniente a múltiples disposiciones de tratados internacionales comerciales y pactos en materia energética que México ha suscrito; muy posiblemente desate una lluvia de enfrentamientos jurídicos.
- Desaparecen los órganos reguladores de energía, trasladando sus funciones al gobierno, quien ahora pretende ser juez y parte, ser el referí entre los jugadores, donde él es uno de ellos.
- Se pretende la cancelación de los permisos de autoabastecimiento, mismo que permitían a las empresas el abaratamiento de sus producciones, y por tanto los precios últimos que llegan al consumidor. Su anulación impactará en un aumento de precios, que nosotros terminaremos pagando.
Es una reforma reluciente en su nocividad económica y ambiental, es una oda al pasado nacionalizador, con pretensiones de frenar nuestro arribo a un futuro más verde y desarrollado. Intentan convencernos con mentiras lo que la verdad desnuda. No podemos permitir que una obstinación estatizadora castigue a nuestro país.
Jorge Triana en Twitter: @JTrianaT