La cantada consulta sobre la revocación de mandato de AMLO ha sido meramente un teatro populista orquestado por el presidente y por sus corifeos de la autoproclamada Cuarta Transformación. Bajo el argumento simplón de que “el pueblo pone y el pueblo quita” AMLO ha mediatizado este tema como una estratagema para consolidar voluntades, y con ello, solidificar su popularidad.
Nadie, en su sano juicio, se atrevería a aventurar que una consulta de esta naturaleza podría conducir a la renuncia del presidente AMLO. Por un lado, se antoja difícil, pues el presidente, no obstante sus numerosos fracasos, goza aún de una popularidad envidiable para cualquier mandatario luego de sus primeros tres años de gobierno. ¿Se imaginan a AMLO renunciar y ser sustituido por un débil presidente interino nombrado por el Congreso?
Por otro lado, la consulta conllevará un dispendio absurdo de recursos públicos que, a pesar del discurso, poco abonará al interés de la nación. Por el contrario, servirá exclusivamente a los intereses de AMLO y de su narrativa populista.
Sin embargo, en una contradicción y abierta y absurda, el propio Morena, quien cuenta con los votos en la Cámara de Diputados para hacer lo que le plazca, recortó severamente el presupuesto del INE, lo que hace inviable, y si se quiere, imposible, que la autoridad electoral realice la consulta.
La polémica decisión del Consejo Electoral del INE de aplazar la consulta (con el voto a favor de seis de sus consejeros: Lorenzo Córdova, Ciro Murayama, Daniel Ravel, Jaime Rivera, José Roberto Ruiz y Claudia Zavala) ha suscitado un sinnúmero de críticas dentro del bando de AMLO. Han acusado al instituto de atentar contra la democracia. La realidad, empero, responde a la inviabilidad práctica del INE de realizar una consulta sin recursos para ello.
Los ataques de AMLO contra el INE no son nuevos, sino que se inscriben en una retórica populista espléndidamente manejada por el presidente y que le ha resultado, hasta ahora, asaz exitosa. Sus diatribas como Córdova y Murayama, respaldadas por otros personajes incendiarios de la vida política mexicana como Gerardo Fernández Noroña, buscan -especulamos- desacreditar al INE como árbitro electoral en medio de un discurso antielitista que persigue el objetivo de pintar al organismo como un puñado de individuos privilegiados y bien pagados que se oponen a los principios de la 4T.
Yo suscribo la idea de que el presidente AMLO y sus correligionarios conocían de antemano que la decisión del INE, pues los recursos recortados y las necesidades financieras derivadas de la organización de la misma harían imposible la materialización de la consulta. Todo forma parte de lo mismo: del discurso populista que escuchamos diariamente desde Palacio Nacional y que tanto ha lastimado a la nación.
José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4