En medio de un panorama ya ensombrecido por escándalos previos, el reciente descubrimiento de más propiedades vinculadas a Samuel García y Mariana en Monterrey no hace sino profundizar la herida de la corrupción en nuestro país y en la capital norteña.

Es desalentador ver cómo figuras que deberían ser ejemplos de integridad y servicio público se sumergen cada vez más en un lodazal de intereses personales y enriquecimiento ilícito. En lugar de dedicarse a mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos, parecen estar más preocupados por acumular propiedades como si fueran fichas en un tablero de ajedrez.

Este último episodio solo confirma lo que muchos preveíamos: la corrupción sigue siendo una enfermedad arraigada y la constante de la pareja de Samuel y Mariana.

No podemos permitir que casos como este queden impunes, ni que aquellos que deberían estar al servicio del pueblo se conviertan en sus verdugos. No podemos mantenernos en la inacción viendo cómo, con descaro, los ceros crecen en sus cuentas mientras nosotros nos quedamos así.

Es momento de exigir rendición de cuentas y de levantar la voz contra la corrupción, no solo en palabras, sino con acciones concretas que pongan fin a este cáncer que carcome nuestra democracia.

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Samuel y Mariana deben rendir cuentas ante la ley y ante la ciudadanía. No podemos permitir que sigan burlándose de nuestra confianza y de nuestros recursos. Monterrey tiene el riesgo de convertirse en la cuna de una nueva familia con aspiraciones de realeza, con deseos retrógradas de grandeza basada en la egolatría, de riqueza desmedida y de impunidad ante lo evidente.

Nuevo León tiene hoy el foco de nacional ante la expectativa de lo que pasará por los recientes escándalos en los que el gobernador y su esposa Mariana han estado involucrados.

Al tiempo.

Felipe J. Pérez en X:@pipemx