EL IMSS EN LA PANDEMIA
La pandemia provocada por el virus del SarsCov-2, además de haber afectado de manera crítica la salud de importantes segmentos de la población, ha tenido impactos adicionales sobre nuestras sociedades por demás importantes y contundentes.
La enfermedad ha causado secuelas de largo plazo en la población que fue contagiada; el colapso de los sistemas de salud durante algunos periodos; distorsiones en el mercado y obstáculos para la adquisición de equipos médicos; el cierre de fronteras; y la intensificación de las desigualdades sociales y económicas. Pero además de lo anterior, la propagación de este virus ha obligado al mundo a generar cambios en los modelos educativos y de negocios; ha paralizado industrias y actividades económicas enteras; y ha modificado nuestra forma de relacionarnos.
En síntesis, estos dos años hemos presenciado todo un cambio en nuestras vidas y nuestra forma de organizarnos, lo que, por consecuencia, nos ha impactado indudablemente en nuestra consciencia y en nuestra psique.
Uno de los temas más relevantes que se ha puesto sobre la mesa con esta pandemia es el cuestionamiento hacia los sistemas de seguridad social, respecto de la capacidad operativa y estratégica de los mismos para garantizar la salud, el bienestar y los medios de subsistencia a la población en general.
Para el caso de México, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha sido una de las instituciones más importantes y relevantes en dar una respuesta a las urgencias sanitarias que se han enfrentado en el país desde marzo de 2020, fecha en que llegó el coronavirus a nuestra nación.
El IMSS tuvo que llevar a cabo en muy pocas semanas una transformación total de su funcionamiento y estructuras operativas para atender a los enfermos y adecuar su infraestructura ante la emergencia. Además del enorme esfuerzo de reconversión que amplió las camas disponibles para atender la enfermedad, pasando de 2 mil 500 a 20 mil, el Instituto desarrolló nuevos protocolos, capacitó a millares de trabajadores de la salud y estableció todo tipo de acciones inmediatas para evitar el colapso del sistema de salud y garantizar que ninguna persona que requiriera una hospitalización se quedara sin ser atendida.
Los esfuerzos fueron titánicos.
El IMSS actuó contra corriente en los ámbitos médico, jurídico, financiero, estratégico y social para atender la situación de manera excepcional. Basta con señalar, a manera de ejemplo de lo anterior, los Convenios Marco Normativos y Convenios de Colaboración para el intercambio y atención de pacientes graves con Covid-19, entre el IMSS y diversas instancias gubernamentales, así como con hospitales privados y el programa de atención a familiares de pacientes hospitalizados por la enfermedad.
Vale la pena señalar que, si bien estas acciones encontraron, desde las oficinas en Reforma, así como desde los Órganos de Operación Administrativa Desconcentrada y las Unidades Médicas de Alta Especialidad, un orden institucional y normativo para su realización, el fundamento principal para lograr todo aquello fue apelar a un sentido de solidaridad entre el personal médico y administrativo.
El IMSS actuó con lo más importante con que cuenta: un gran número de mujeres y hombres comprometidos, que con gran sentido humano, entregaron mucho de su tiempo y esfuerzos para apoyar a nuestro país, a la derechohabiencia y a las familias mexicanas.
La solidaridad y el sentido social más puro y honesto de la gente del IMSS se plasmaron en la admisión de Población No Derechohabiente en los hospitales, y en la llamada Operación Chapultepec. En esta última, más de 800 enfermeras y enfermeros, doctoras y doctores, vinieron de manera voluntaria de todos los estados de la República a apoyar a la Ciudad de México, donde se presentaba un gran número de hospitalizaciones y contagios.
La Operación Chapultepec fue precisamente un llamado a la solidaridad del personal del Instituto, el cual, sin dudarlo, respondió. Sin su presencia y heroísmo, no se hubiera podido enfrentar la situación que se estaba viviendo en esos días en los hospitales del IMSS en el Valle de México.
Si hay algo que emergió de manera natural en la pandemia, es uno de los principios más naturales del hombre en comunidad: la solidaridad. Mucho de lo que ha ayudado no sólo a México, sino a todo el mundo para hacer frente a la emergencia sanitaria, es el que muchas comunidades y personas han puesto a un lado el interés personal, para atender el interés colectivo. De manera significativa, en estos años críticos hemos sido más conscientes que somos parte de un todo como sociedad, que el individuo forma parte de una comunidad y que no está solo, ni para pedir ayuda, ni para brindarla.
Visto en retrospectiva, y a pesar de que la pandemia y sus efectos aún no han terminado, se puede afirmar que lo vivido en los últimos casi dos años nos puso a prueba, como individuos y como sociedad, así como también nos obligó a regresar al argumento central sobre la construcción de nuestras sociedades.
Por un lado, esta solidaridad que nos hizo sacar lo mejor de nosotros en comunidad, buscando qué sería lo mejor para ayudar a quienes enfermaban y así contribuir a la comunidad; y por otro lado, el trabajo colectivo para sobreponernos a las crisis de alcance global y nuestra supervivencia, aun reconociendo que tenemos diversidad de intereses y creencias.
Ahora que comenzamos a vivir una nueva etapa, debemos analizar lo ya aprendido en este tiempo y retomar los principios sobre los que se cimentó, tanto el derecho a la seguridad social, así como las instituciones encargadas de proporcionarla, a saber: empatía, protección, equidad e igualdad.
Esta visión de universalidad debe ser retomada en las decisiones venideras, particularmente en el planteamiento y construcción de programas y políticas que serán parte de la “nueva realidad”.
Si bien el reto pareciera complicado, México cuenta en el IMSS con una institución que, a lo largo de su historia, ha logrado concretar diversas acciones que parecían de imposible realización, pero que ha desarrollado toda vez que cuenta con recursos humanos y materiales; con la nobleza y espíritu de entrega tan característicos de sus trabajadores y cada miembro que lo integra; pero sobre todo, con el compromiso con nuestro país.
Por todo lo anterior, la manera más eficiente de concretar una nueva realidad fundada en una perspectiva de solidaridad, es aprovechar los alcances que el IMSS puede ofrecer. No olvidemos la capacidad de convocatoria a millares de hombres y mujeres que ofrece el Instituto para realizar esfuerzos colectivos dirigidos hacia un mismo fin. Aprovechemos esta maravillosa plataforma para enfrentar estos años venideros de incertidumbre que aún nos esperan, mientras el virus del Covid-19 y sus variantes sigan siendo parte de nuestra vida.
Finalmente, y en función de lo antes señalado, traigo a colación las palabras del director general del IMSS durante la 112 Asamblea General Ordinaria, realizada el 23 de noviembre de 2021: “Durante la pandemia, unimos lo que estaba roto y nos pusimos de acuerdo para encontrar propósitos comunes; por eso, todas las instituciones de atención médica federales y estatales trabajamos como una sola, para no cerrarle la puerta a nadie”.