Demasiado ruido sí, turbulencia incluso, que incluso han llevado a ciertos actores a tratar de violentar el orden constitucional, siendo el Poder Judicial actor clave en todos niveles, direcciones y sensateces. Se habla de ya una transición de sexenio “no tersa”. No estoy de acuerdo, si algo estamos viendo es nuestra incipiente democracia en acción, las instituciones del Estado mexicano actuando, enfrentándose entre sí, imponiéndose a veces (la gente así votó) y también en ocasiones neutralizándose.
Pero, ¿qué tal si todo esto no es más que una estrategia bien planeada y ejecutada por el binomio AMLO/Sheinbaum? Imposible no es, ya que amén que si urge una reforma al Poder Judicial, las prisas no se justifican, eso sí, a manera de lección, el ejecutivo está desquitándose con el judicial, luego de un sexenio con no pocas bajezas de parte del último para con el primero.
Y la estrategia bien pueda ser una que elimine de una vez por todas el fantasma, absurdo pero alimentado por la oposición, de una suerte de maximato 2.0. ¿Cómo?, la presidenta Claudia Sheinbaum tendrá todas las potestades constitucionales para, en su caso, enviar una contrarreforma judicial al Congreso, abriendo la discusión pública acerca de ella y aprobar una reforma integral pero consensuada lo más posible, no es un escenario improbable, ya que hemos podido escuchar y leer a juristas de mucho peso, con argumentaciones técnicas a veces impecables. Vamos, de suceder algo parecido, la presidenta daría un golpe en la mesa y anularía de una vez y para siempre aquello de “... el que manda vive enfrente”.
No olvidar nunca las habilidades políticas de AMLO, que siempre ha demostrado ir dos, tres o más pasos adelante que contrincantes, compañeros, analistas y opinión pública.