Patanería que no viene al caso

Qué descortés se vio un senador normalmente mesurado y educado, César Cravioto, de Morena. Invitó al Senado a la ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña Hernández, pero…

Se pasó el senador Cravioto: en efecto, invitó a la jurista Piña —cito una nota de Mayolo López, de Reforma— “para analizar el polémico caso de la extinción de los fideicomisos”. Eso escribió el reportero del diario propiedad de la familia Junco, pero en realidad lo que hizo el legislador fue descalificar, en un tono más bien vulgar, a la presidenta de la SCJN. ¿Tenía sentido?

Dijo César Cravioto: “En mi carácter de vocero del grupo parlamentario de Morena y de integrante de la junta de coordinación política, invitamos a Norma Piña para que venga, exponga y defienda los intereses que están defendiendo ellos. Y será escuchada y también nos tendrá que escuchar porque nosotros no queremos que sigan estos privilegios de la alta burocracia del poder judicial”.

Traducción simultánea: Norma Lucía, la invito a mi casa, pero de una vez le advierto que tengo toda la intención de escupirle en cuanto usted entre, pero como soy cortés será un escupitajo con mucho respeto.

La verdad de las cosas es que el senador de Morena no invitó a la ministra presidenta a una reunión para dialogar, sino a una celada. Supongo que Norma Lucía responderá con un refrán español que aplica en situaciones como la descrita: “A celada de bellacos, más vale por los pies que por las manos”. Significa que la gente sensata debe sacarle la vuelta a toda velocidad a quien exhibe tanta mala fe, sí, como el senador Cravioto.

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Grilla y más grilla

A diario en las columnas políticas la comentocracia siembra discordia entre los ministros y las ministras de la corte suprema. Una pena porque lo único que no necesita en estos momentos la cúpula del poder judicial es desunión.

La SCJN está metida en un problema político grave. A la totalidad de sus integrantes debe interesarle que la disputa con los poderes legislativo y ejecutivo no se convierta en una crisis mayor que lleve a la desaparición de una institución que, la verdad sea dicha, ha funcionado mejor que otras.

Las cosas como son. Los grandes escándalos de corrupción en México se han dado en el poder ejecutivo, no en el judicial. Hablo de lo que sucedía en anteriores sexenios, no en el actual: lo aclaro para no contaminar el debate. Y en la corte suprema durante toda su historia ha participado una mayoría de gente preparada, e inclusive muy preparada no solo en su especialidad, el derecho, sino en historia, literatura, filosofía; notable diferencia con el Senado y la Cámara de Diputados y Diputadas que son el reino de la mentecatez —en el poder legislativo la cultura ha sido excepción—.

Desgraciadamente. han sobrado versiones en la prensa sobre supuestas deslealtades del ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. Un columnista de El Financiero, Pablo Hiriart, llegó al extremo de afirmar que Zaldívar encabeza una conspiración contra la corte suprema. Hiriart no es el único que ha realizado comentarios en ese sentido. Los he leído en varios medios, como el diario Reforma que, se supone, desean el fortalecimiento de la SCJN. No entiendo en qué beneficia al poder judicial malquistar al mencionado ministro con sus colegas. ¿Que Zaldívar se llevó bien con AMLO? Es verdad, pero no significa que opere contra la institución que encabezó durante los primeros años del sexenio. Es un hombre bastante inteligente y no lo imagino cometiendo un error de esa naturaleza.

Las insidias para dividir a la corte no se detienen en las calumnias contra el ministro Zaldívar. La novedad, ahora, es afirmar que la ministra presidenta se está quedando aislada, con el único apoyo del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá. Es lo expresado en la columna política principal de Eje Central, portal dirigido por Raymundo Riva Palacio. Se supone que el aislamiento de Norma Piña obedece a que “no ha estado a la altura de las expectativas al frente del poder judicial por falta de manejo político”.

Los problemas de la corte suprema con los poderes legislativo y ejecutivo no tienen que ver con el manejo político de la ministra Norma Piña ni con la buena relación de Arturo Zaldívar con AMLO, sino con los tiempos electorales que vivimos.

Ahora mismo en el centro del problema está la extinción de los fideicomisos del poder judicial. La ministra Piña nada hizo para provocar la disputa. Y, por cierto, ella no evitará ni promoverá que tal medida legislativa vaya a ser motivo de una controversia constitucional, en la que el pleno de la SCJN dirá la última palabra. Si una mayoría de ministros y ministras —lo deseable sería la unanimidad— vota contra la aniquilación de los fideicomisos, estos volverán a existir. Así de sencillo. Si tal mayoría no se logra, será el principio del fin de la corte suprema tal como la conocemos.

En una nota de BBC leí lo siguiente acerca de la sordera de Beethoven:

  • Pese a su sordera, compuso “las que fueron quizá sus piezas más expresivas, conmovedoras y experimentales”.
  • “El instrumento de Beethoven por excelencia era el piano, así que siguió componiendo con él, con ayuda de varios dispositivos añadidos para amplificar el sonido”.
  • “Pero así como la sordera lo convirtió en una persona difícil y malhumorada, también obligó a Beethoven a inyectarle más potencia a su música y darle una expresión física”.
  • “El compositor británico Richard Ayres, quien también sufre de sordera y estrenó este año (2020) una pieza inspirada tanto en Beethoven como en su propia pérdida de audición, explicó en el documental de la BBC que como resultado el gran maestro tuvo que crear una música ‘más exuberante’…”.
  • “Varios intérpretes modernos consideran que la sordera mejoró su música de muchas maneras”.

Estoy seguro que Eje Central no miente cuando afirma que el ministro González Alcántara Carrancá, hombre leal, se mantiene firme en el apoyo a la ministra presidenta Piña Hernandez. Pero no puedo creer que sea el único en la corte que hace equipo con esta jurista.

Norma Piña no puede haber perdido liderazgo porque, reitero, no ha hecho nada para generar el problema de los fideicomisos. ¿Que no se levantó en un evento cuando el presidente López Obrador llegó? Andrés Manuel no es tan infantil como para lanzar todo el poder de la presidencia contra la corte suprema solo porque la ministra Piña no quiso ponerse de pie. ¿Que la extinción de los fideicomisos es una reacción directa a las numerosas votaciones en la SCJN contra proyectos de la 4T? Podría ser, pero en este caso la responsabilidad sería de la mayoría de ministros y ministras, y no solo de la presidenta del poder judicial.

Al 2024 por sordera

La explicación más lógica al problema radica en que Andrés Manuel es un genio político. Así las cosas, está usando los fideicomisos de la corte para que Morena tenga una causa que incremente su votación en las elecciones de 2024.

En 2023 la corte decidirá si es inconstitucional la extinción de sus fideicomisos. Si la mayoría en la SCJN vota por dejar los fideicomisos como están, mejor para Morena, ya que fortalecerá la idea de que lucha contra los privilegios de ministros y ministras cómplices de las clases conservadoras, de los potentados, etcétera.

Pero lo de menos es lo que pase este año con los fideicomisos, que a mí me gustaría que no se extinguieran porque, la verdad sea dicha, en su mayoría fueron creados para garantizar prestaciones del personal del poder judicial.

Lo importante será lo que pase después de que se decida la constitucionalidad o inconstitucionalidad de la desaparición de los fideicomisos: las campañas electorales, la presidencial y las numerosas en todo México para renovar el Senado y la Cámara de Diputados y Diputadas.

Si la gente en 2024 vota para que Morena domine ampliamente el poder legislativo, no solo los fideicomisos morirán, sino que todo el poder judicial cambiará radicalmente, no sabemos si para bien o para mal. Hasta podría ocurrir que se cambiase la Constitución para que ocurriera lo que ningún jurista que conozco considera conveniente: la elección por voto popular de jueces y juezas, magistrados y magistradas, ministros y ministras.

Hay sordera en la 4T. Artificial y conveniente en la búsqueda de votos. Debe la corte actual partir de tal diagnóstico para hablar muchísimo más fuerte. Ministros y ministras tienen que salir de sus oficinas para expresarse en todos los foros a los que puedan tener acceso. Si convencen, Morena no tendrá mayoría y la Suprema Corte de Justicia de la Nación seguirá viva. Si no, se acabó esta institución.

No tienen opción los y las juristas más importantes de México: se les está obligando a participar en las campañas electorales, y deberán hacerlo. Desde luego, empezando por pedirle a la gente del frente PRI, PAN, PRD que no les utilice.

La corte suprema debe gritar a los partidos de oposición aquel refrán diseñado para no convocar a gente indeseable: En esta casa, la del poder judicial, se invita dos veces a la semana, una fue ayer, y la otra será mañana.

Difícil ir a una campaña electoral sin mancharse con la suciedad de los partidos que compiten, pero no es imposible. Con creatividad ministros y ministras encontrarán la manera de lograrlo.