“El poder en exceso enloquece.”

Lección inevitable de la historia

Se puede definir supremacía, sin entrar en muchas cuestiones terminológicas, como el exceso de poder otorgado a una persona o a una actividad determinada.

El problema de recibir o de otorgarse supremacía consiste en que se ha asociado a pérdida de la cordura por las personalidades que lo han hecho, incluyendo al rey Nabucodonosor de Babilonia, al rey Saúl de Israel, al emperador Nerón de Roma, a Calígula, también emperador romano, al rey Luis XVI de Francia, a Maximiliano de Habsburgo en México, al zar Nicolás II de Rusia, a Adolfo Hitler y a Iósif Stalin durante y después de la Segunda Guerra Mundial, por mencionar a algunos, y también se asocia al derrocamiento o eliminación de sistemas políticos cuando reciben dicha supremacía, incluyendo al imperialismo, a la monarquía en la actualidad, al socialismo, y al extremismo, ya sea de izquierda o de derecha.

Pero en México afortunadamente ese riesgo de locura asociado a la supremacía de individuos o de instituciones está muy bien blindado por la misma Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, quizá la más perfecta de todo el mundo, y en la que la razón supera a cualquier tipo de supremacía propuesta.

Los grandes intelectuales que constituyeron nuestra Constitución, valga la redundancia, incluyendo a José María Morelos y Pavón, a Valentín Gómez Farías, a don Benito Juárez, a Aquiles Serdán y a Venustiano Carranza, sabían de los riesgos del poder en exceso y de la supremacía otorgada, por eso constituyeron un seguro de blindaje contra dicho riesgo de pérdida de cordura que ha causado tantas catástrofes como las descritas en el presente ensayo.

Y aunque parezca insólito, dicho seguro de blindaje en contra del abuso de poder que pudiera generar la supremacía de alguna persona o de alguna institución, además de estar perfectamente expresado en nuestra Constitución Política, también se encuentra como parte del cuerpo de nuestro Himno Nacional, compuesto gracias a la genialidad de Francisco González Bocanegra, para los que lo quieran analizar con empeño racional.

Nota circunstancial y optimista agregada en base al Himno Nacional Mexicano: El destino de México, por el dedo de Dios se escribió.