En los años 20′s, el joven italiano Tulio Campagnolo tuvo la brillante idea de sustituir el cambio de tuercas de mariposa por los bloqueos de las ruedas gracias a la necesidad de subir el Paso Croce d’Aune en las Dolomitas. La idea de Campagnolo surgió al no poder aflojar las mariposas que sostenían las ruedas para hacer el cambio de piñón antes de la subida, pues tenía las manos congeladas.
Es aquí donde inició la evolución de la bicicleta para el alto rendimiento. En los años 30′s inventó el cambio de varilla que desviaba la cadena para cambiar de piñón sin tener que bajarse de la bicicleta y cambiar de rueda. La transformación al sistema de cambio articulado vino progresivamente, así como fue creciendo su fábrica de componentes italianos que se hicieron tan populares y codiciados por su precisión y eficiencia.
Mientras Fausto Coppi y Gino Bartali dominaban el ciclismo mundial, Tulio Campagnolo seguía con la necesidad de innovar y estar a la vanguardia de los componentes de bicicletas que facilitaran la conducción y les ahorraran tiempo a los ciclistas a la hora de competir en sus jacas de acero.
Es así como poco a poco el pedalear por los difíciles recorridos de las grandes carreras ciclistas profesionales se fueron facilitando y, a su vez, los promedios de velocidad fueron aumentando y los tiempos de aquellas larguísimas etapas se fueron recortando. Con esta revolución innovadora, la rivalidad de los ciclistas crecía constantemente buscando esas pequeñas ventajas no solo en sus entrenamientos, sino también en sus bicicletas.
El Tour de Francia, Giro de Italia y la Vuelta a España, además de las grandes clásicas fueron la inspiración de aquellos pioneros y grandes ingenieros que diseñaron los avances tecnológicos en las bicicletas de alta competencia hasta llegar a las bicicletas de peso muy ligero y con tecnología aeroespacial que tenemos hoy en día.
Gracias a ellos pasamos de las bicicletas de una sola velocidad, de Piñón fijo, a usar bicicletas con más de 12 velocidades de rueda libre, a los frenos de disco hidráulicos, llantas sin cámara y aparatos que te miden el gasto energético, cuenta de kilómetros, pulso, el nivel de elevación ganada en la sesión de entrenamiento, etc. Los cuadros de aluminio, titanio y fibra de carbono que usamos hoy en día están construidos con nanotecnología.
Muchos son los avances tecnológicos que ha disfrutado la bicicleta, pero lo que más aprecian los ciclistas profesionales es la invención del cambio electrónico. Como hace casi 90 años, estar al pie de una subida con lluvia y a bajas temperaturas nos recuerda lo que sufrió Tulio Campagnolo: mover la palanca de los cambios se vuelve casi imposible. Con los cambios electrónicos todo es más fácil, tocas un botón y el cambio se sitúa en la relación de avance que requieres. ¡Una maravilla tecnológica!
Afortunadamente no solo los profesionales tienen acceso a esta tecnología, cualquier ciclista puede disfrutarla. Otras marcas fueron creando productos de alta calidad y precisión y ganaron espacios en el mercado de las bicicletas como Shimano o SRAM. El reglamento de la UCI exige que las bicicletas que utilicen los profesionales en las competencias se encuentren en el mercado para que cualquier ciclista tenga la oportunidad de comprarlas y competir en las mismas condiciones tecnológicas. Para ti ¿cuál es el avance tecnológico más importante que ha visto el ciclismo?