En los últimos años se ha hecho más que evidente cómo el panorama nacional ha ido desdibujando la línea ideológica del Partido Acción Nacional, que, aunque en un principio fue fundado con el objetivo de combatir a la izquierda desde una postura religiosa, su existencia indudablemente ha sido fundamental para el avance de la democracia, siendo por muchos años el único partido que podía competir uno a uno con el PRI; esto hasta que llegó Morena evidentemente.
Sin embargo, la concepción ideológica del partido permitió inevitablemente que los panistas más persignados y más conservadores que existían al interior de este fueran ganando poco a poco espacios de dirigencia clave, convirtiendo al PAN en el partido intolerante e impositor de principios religiosos que es hoy.
Recientemente, el PAN ha tenido que importar figuras como Gabriel Quadri, Lilly Téllez, Julen Rementería, América Rangel y Mariana Gómez, los cuales a todas luces buscan ocupar la vocería estridente de la ultraderecha. Sus ejes discursivos han sido lo típico; un refrito de la ultraderecha en el mundo; antiderechos de la diversidad sexual, transfóbicos, negacionistas de la violencia de género, clasistas y sobre todoracistas. Y aunque sus posturas intolerantes no sorprenden a nadie, hay un tema que han querido capitalizar con peculiar interés: el de los médicos cubanos.
Desde que la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador solicitó apoyo a la isla que tiene más médicos per cápita en el mundo, esto para darle acceso a la salud a las regiones alejadas del país, el PAN emprendió una estrategia mediática plagada de notas falsas, manifestaciones afuera de la embajada cubana y hasta cartas a la OEA.
El senador ultraderechista del PAN, Julen Rementería quien se dio a conocer durante un evento en el Senado de la República donde elogió, con vocación de lamebotismo, al líder de Vox Santiago Abascal, público documentos falsos sobre la contratación de médicos cubanos denunciando una supuesta contratación ilegal.
Después, él y su partido comenzaron a uniformar su discurso diciendo que los medios cubanos eran traficados por su gobierno, narrativa tomada directamente de organizaciones anti-Cuba.
Por si esto fuera poco, el senador Rementería, junto con la diputada Margarita Zavala, se reunieron y financiaron en el último año con el Directorio Democrático, Partido Republicano de Cuba.
Fundación para los DDHH en Cuba, todas estas organizaciones son abiertamente anti-Cuba, pero casualmente ninguna es reconocida como organización relevante en temas de derechos humanos, e incluso se les considera fanáticos religiosos y apéndices de partidos conservadores. Estos últimos, cabe recalcar, comparten asesor político con Rementería: un emblema de misoginia y homofobia en redes sociales que se hace llamar “Tumbaburros”, el cual ha sido vinculado con personajes como Agustín Laje, Agrupación Nacional, el Frente Nacional y campañas políticas como la del actual presiente de Guatemala.
La derecha mexicana parece haberse estancado en el tema de Cuba, pensando que desde ahí podrían disputar políticamente al presidente. Sin embargo, la pregunta que se mantiene es ¿por qué un senador mexicano utiliza dinero público para financiar a organizaciones anti-Cuba? O quizá reciben dinero de estas organizaciones. Queda claro que detrás de la campaña contra los médicos cubanos existe la intención de golpear al gobierno mexicano, desprestigiar a los medios cubanos y capitalizar políticamente a la fracción de ultraderecha panista.