El supuesto plagio de la tesis de licenciatura cometido por la ministra Yasmín Esquivel ha sacudido a la prensa nacional, a la política y al gremio de abogados. Según ha trascendido, y de acuerdo a lo que ha sido publicado hasta el día de hoy en el diario Latinus, la candidata a presidir la Suprema Corte de Justicia no habría cumplido con las exigencias, en aquel año de 1987, para obtener el grado de licenciada en derecho, y mucho menos, a ejercer la abogacía.
Este acto de corrupción, una vez que haya sido debidamente comprobado por las autoridades de la UNAM, supondría, de acuerdo a la normativa, la anulación del certificado emitido a Esquivel. Esto supondría inevitablemente un embrollo jurídico y político de gran envergadura, pues no se trata de cualquier abogado que ejerce su profesión en un despacho desconocido, sino que es ¡una jueza de la Suprema Corte de Justicia!
Y en medio de la polémica yace el prestigio de la UNAM. ¿Dónde estaban las autoridades universitarias de la FES Aragón cuando no detectaron que la otrora estudiante Yasmín Esquivel presentaba una tesis copiada de otro postulante? ¿Fue un acto de negligencia académica o una complicidad en un atroz acto de deshonestidad?
En todo caso, y a pesar de que el evento tuvo lugar hace más de tres décadas, el rector Enrique Graue y las autoridades de la máxima casa de estudios del país deberán esclarecer y presentar argumentos que hagan posible limpiar el prestigio de la UNAM.
No hay duda de que la UNAM es la primera institución de educación superior en México. Sin embargo, como podrá comprobarse, parece no estar exenta de casos de negligencia o corrupción. Por ello, con el propósito de continuar siendo un referente académico para miles de jóvenes que egresan de bachillerato que buscan espacios para convertirse en juristas, la universidad debe ser capaz de defender su nombre ante la ola de acusaciones que eventualmente caerán sobre ella a raíz del escándalo de la ministra.
No temo por la UNAM pues esta gran institución ha atravesado crisis institucionales en el pasado. La fuerza de su nombre, el tesón de sus académicos y el prestigio internacional que ha merecidamente ganado a lo largo de las décadas la han fortalecido para navegar tormentas, tanto desde el interior como del exterior.
La UNAM es más que una tesis o un supuesto acto de corrupción de uno o dos académicos o funcionarios. Sin embargo, las autoridades universitarias no deben perder de vista que quizá un futuro abogado en formación buscará convertirse algún día en juez de la Suprema Corte.