Sí, ya sé: hablar de política y de religión termina siempre en discusión y en caos. Lo mismo escribir acerca de ello.
En mi columna de este jueves no pretenderé “evangelizar” a nadie ni adoctrinar tampoco. Ya de adoctrinamiento tenemos bastante, y lo vemos los que ya sabemos de dónde viene y de qué se trata.
Me refiero a la fe, a esa fe tan nuestra. Esa palabra que mueve al mundo. Ese sentimiento que nunca nos podrá ser arrebatado y es que el mexicano vive de la fe.
Yo siempre he pensado que si he salido adelante después de haber tenido cáncer de mama es gracias a mi fe.
Hoy, 12 de diciembre es el día de la Virgen de Guadalupe, no escribiré aquí de su historia y sus apariciones ni tampoco analizaré si es real que existió y no ahondaré en investigar si es verdad que la Virgen de Guadalupe es solo un fantasma mitológico para distraer y engañar.
Yo creo en la Virgen de Guadalupe cabe aclarar y siempre habré de creer en ella.
Cada 12 de diciembre es para mí una causa de muchas emociones juntas: Ver a los peregrinos que de muy lejos, caminando o de rodillas, llegan a la hermosa Basílica de Guadalupe a pedirle favores a la virgencita o a agradecerle por milagros concedidos y reconocérselos a ella me eriza la piel.
También dentro de mis creencias religiosas está la existencia de Juan Diego. A él también me encomiendo cuando todo parece colapsar en mi vida. Ya, ya sé que me dirían que también es un mito y una leyenda. Yo tengo fe.
Hay gente que durante todo un año ensaya bailables para presentárselos a la Virgen en el atrio de la Basílica. Hombres y mujeres de fe mueven a este país en este día.
No hay, ni habrá político alguno, aunque se esfuerce, que provoque lo que provoca la Virgen de Guadalupe.
Ella es la esencia del amor. El amor entregado y sublime que no negocia con el creyente a cambio de amor. Aquí no tiene efecto el “amor con amor se paga”.
Los mexicanos y las mexicanas somos hombres y mujeres de fe. Tenemos fe en todo y eso nos hace ser extremadamente resilientes.
Le tenemos fe por ejemplo a la Selección Mexicana así pierda y pierda y pierda. Le tenemos fe a determinado artista que aun sabiendo que traficó con niñas, llena auditorios... Es por la fe.
La fe porque las cosas sean como en nuestra niñez y/o juventud y por eso tenemos a un Luis Miguel que vocalmente ya no da para más pero que remite al pasado. Es tenerle fe a un artista para que nos transmita esa sensación de lo vivido aunque ya no cante.
Tenemos fe, algunos, de algunos políticos, todavía arde la fe en que sea posible y verdad que están dentro de la política por amor a la gente y al servicio unos cuantos.
Yo tengo fe en tantos ángeles y en tantos santos que la lista es larga: Virgen de Medjugorje, Virgen de Fátima, Señor de los Milagros (está en Puebla), Papa Juan Pablo II, le llamo yo mi “Team espiritual”. Y por supuesto mi Virgen de Guadalupe. A todos ellos acudo solicitando salud y trabajo y más paciencia y más vida. Sin dudar de ellos, me entrego a mi fe.
Es mía y es individual. Como escribí anteriormente, a nadie intento ni intentaré convencer.
Solo quería compartirles mi fe y así de pasadita recomendarles que sí le tengan fe a algo o a alguien, porque de este modo es como fluye la vida más fácil.
Tener fe es tener la certeza de que lo que no ves te verá.
Felicidades, por supuesto, aprovecho para ello en mi columna, felicitarlos en el día de su santo a todos los bautizados como Guadalupe.
Los cuetes ayer resonaron por todo el cielo en la noche. Aunque algunos políticos habían hablado de su prohibición nada pasó. Mi casa retumbaba de tantos de ellos.
Y fueron tantos que me despertaron y justo sintonice las mañanitas a la Virgen a esa hora.
Ahí estaba la Basílica llena de su gente y de su fe. Niños, niñas, adultos mayores, hombres, mujeres adorando a lo que no se ve pero que se sabe.
Hoy, por cierto, tampoco hubo mañanera. Y lo agradezco. Todavía Claudia Sheinbaum dudó en cancelara, y ayer le preguntó a los reporteros que si López Obrador la cancelaba los 12 de Diciembre y aseguraron que sí.
Así que Claudia Sheinbaum, respetuosa de nuestras creencias la canceló. No me pareció que fuera por una decisión que viniera desde su fe.
Y está bien que no crea en la Virgen.
Sí, ya sé que se dice que nunca ha creído en ella pero que ha usado su imagen en su ropa.
Pues es que eso es lo que provoca la Virgen de Guadalupe.
No espera que nadie la ame. Que nadie crea ella da y ama y se aparece en infinitas formas.
Ella ama y cree. Me parece que la Virgen nos tiene fe también y sentir eso eso un alivio.
Gracias por leerme
Es cuanto.