Claudia Sheinbaum, en medio de un proceso de transformación, visitó el sur del país. En realidad, todo sabemos, se trató de una visita para respaldar una transición que, como tal, tomó protesta el día de ayer con el nuevo gobernador constitucional, Eduardo Ramírez. Él, a propósito de ello, llega al despacho administrativo con un respaldo abrumador del 80% de la votación total que se oficializó el pasado 2 de junio. Desde luego, eso significa el comienzo de una nueva era y, por ende, la edificación de un nuevo camino bajo un proyecto que, por mucho, logró permear en el ánimo de la población chiapaneca. Para tal efecto, Ramírez, en ese tránsito arduo, sabe perfectamente las necesidades que aquejan.
En política, evidentemente, ese tipo de manifestaciones son sustanciales para emplear, en coordinación, todos los mecanismos necesarios para movilizar el recurso a favor de los sectores más vulnerables del país. Como una muestra de ello, la jefa de Estado ha instruido construir la primera Universidad Rosario Castellanos. Chiapas, en ese sentido, será pionero de este universo de enseñanza y aprendizaje en la educación superior. Y una entidad que aboga para que la brecha de la desigualdad siga disminuyendo, lo que tiene todo el mérito por ser, ni más ni menos, un agente activo del cambio.
Eso, ya lo hemos dicho antes, es la esencia que le ha ido imprimiendo Claudia Sheinbaum desde el arranque de su gestión. Es, con su propio estilo, el proceso de continuidad del proyecto de transformación que inició Andrés Manuel López Obrador hace décadas a través de la lucha democrática del país. En amplios espacios, por ejemplo, Sheinbaum sigue reconociendo el profundo desarrollo que se gestó con la semilla de la 4T. Eso, como muchas otras cosas más, son aspectos que debemos resaltar, especialmente con un andamiaje de programas sociales que, en este primer tramo, se han ido multiplicando como parte de las promesas de campaña, y que han sido aprobados por el respaldo del legislativo federal, bajo la coordinación eficaz de Ricardo Monreal.
Durante todo este ejercicio de transición, así como en plena campaña, Sheinbaum pasó mucho tiempo en el sur del país. Sin temor a equivocarme, ha visitado la entidad, desde que fue abanderada de Morena, cinco o seis ocasiones. Antes de este encuentro, un fin de semana, hizo un recorrido con el propio Andrés Manuel López Obrador desde el interior del Tren Maya. Fue, ni más ni menos, como una despedida emotiva en un marco perfecto y en una de sus obras de mayor impacto social. Si pudiésemos describir ese hecho, como tal, podemos decir que AMLO les cumplió a cabalidad a un territorio que, en tiempos del conservadurismo, padeció la discriminación del PRIAN. Osea que, en una comparación, el lopezobradorismo llegó a revolucionar el bienestar y progreso en el sur.
Desde esa perspectiva, el gobierno de la 4T cumple. Claudia Sheinbaum, además de darle el respaldo total a la nueva administración que encabezará Eduardo Ramírez, fue a reconocerle su labor a Rutilio Escandón. Él, a propósito de ello, se integrará al gabinete de la administración federal en una encomienda clave. Con esa esperanza, en el sur del país, se concretarán obras de gran impacto; habrá educación en todos los rincones. En sí, demasiado desarrollo que se avecina para esta nueva era que comenzó ayer con la toma de protesta del nuevo gobernador constitucional.
Y Claudia Sheinbaum, de una forma u otra, movilizará una cantidad relevante de recursos para el sur del país. El Tren Maya, en definitiva, rompió todos los paradigmas y, de paso, impulsó la economía y la generación de empleos. Con esa consigna, el gobierno federal, con un plan integral, se ha propuesto llevar a Chiapas a otras latitudes. Sheinbaum, en su visita, confirmó que lo mejor está por venir. Es verdad, hay temas que se tienen que atender para atraer más inversión extranjera y eso, en esta nueva era, está planteado como uno de los ejes prioritarios, pues el sur, como frontera y corredor estratégico, juega un papel preponderante para mejorar la calidad de vida de los habitantes. La principal ventaja, además del compromiso, es el ímpetu que le han inyectado los principales protagonistas de este cambio.