Cuando empiezo a escribir una columna, la pregunta que siempre me hago es: ¿Cómo podemos trabajar juntos, de manera más efectiva, para lograr buenos resultados para México? Y la respuesta ineludible es que todo depende de la coordinación. Todos sabemos que los silos destruyen valor y que el progreso depende de la colaboración. Lo único que nos puede ayudar, a lo largo del tiempo, serán las innovaciones y la tecnología.
En los últimos días estuve leyendo sobre la “Web3″. ¿Podemos aprovecharla mejor? La “Web3” es la nueva ola de aplicaciones de Internet que cuentan con la ayuda de cadenas de bloques descentralizadas. Recordemos que “Web1″ fue el comienzo de Internet, con páginas web estáticas y la introducción del navegador. “Web2″ fue la centralización del poder en manos de las empresas de “grandes tecnologías” y el surgimiento del modelo comercial publicitario. Y “Web3″ es el movimiento de regreso hacia una Internet abierta y más descentralizada.
¿De dónde surge la transformación y todas estas innovaciones? No son meras ocurrencias tecnológicas. Detrás de ellas hay todo un impulso social y cultural. Reflejan la inconformidad de muchos que quieren vivir mejor.
El 4 de octubre pasado, la investigadora Sarah Hubbard publicó, en la página de internet de la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard, una nota titulada, “Más allá de las palabras de moda: Web3, DAO y el futuro de la coordinación humana”. Nos asegura que hay varias tendencias subyacentes que nos han empujado a todos hacia una mayor frustración con el estado de Internet y las instituciones con las que vivimos hoy:
1. Ya nos cansamos de ser el producto. El poder se ha centralizado en manos de unas pocas grandes empresas de tecnología, lo que ha resultado en implicaciones imperceptibles para la privacidad, la publicidad, la desinformación, la censura y la falta de competencia. Como usuarios, somos el producto; nos vemos obligados a intercambiar nuestros datos por servicios, y las megaplataformas han encontrado una posición lucrativa como intermediarios.
2. La desconfianza ha aumentado. Continúa creciendo el descontento de los ciudadanos con muchos gobiernos en todo el mundo. Polarización política, regímenes autoritarios y corrupción es una mala combinación. Muchos ciudadanos tienen una creciente desconfianza en sus gobiernos, instituciones y medios de comunicación.
3. La desigualdad está creciendo. Según estudios de Naciones Unidas, el 71 por ciento de la población mundial vive en países donde la desigualdad de ingresos ha aumentado. Y otros elementos contribuyen a esta preocupante tendencia: por un lado, todas las barreras a la movilidad social se vuelven infranqueables; por el otro, el acceso limitado a los servicios y herramientas financieras ponen a los más pobres en desventaja. Los ricos son cada vez más ricos, los pobres no salen de la pobreza, y los demás nos quedamos navegando en aguas turbulentas para asegurar nuestra estabilidad financiera. Todo indica que lo que los ciudadanos quieren es ser beneficiarios de la riqueza creada a través de las plataformas de Internet, las herramientas tecnológicas y los servicios en línea.
Sarah Hubbard. “Más allá de las palabras de moda: Web3, DAO y el futuro de la coordinación humana”
El gran fenómeno de nuestro tiempo es que toda esta desconfianza y desigualdad está provocando también innovaciones de la era digital. Es algo muy poderoso. Sarah Hubbard nos dice que la introducción de las tecnologías “Web3″ ha permitido que las personas comiencen a experimentar cómo se coordinan globalmente, sin la necesidad de confiar en las instituciones actuales que han dejado atrás a tantos. Si se logra un campo de juego nivelado y se revitaliza la democracia habremos avanzado.
¿Y qué es la “Web3″? Es la próxima versión de Internet que enfatiza la descentralización. En esencia, la descentralización es la distribución del poder de las manos de unos pocos a las manos de muchos. La descentralización se basa en principios fundamentales de controles y equilibrios, inclusión, democracia y aprovechar la sabiduría de muchos. La “Web3″ tiene como objetivo permitir una mayor descentralización a través de tecnologías innovadoras como “blockchain”, contratos inteligentes y criptografía.
Mientras leía sobre la “Web3″ me he encontrado con todo tipo de nuevos conceptos para mí, como DAO, NFT, crypto, stablecoins, DeFi, DApps. Son las diferentes aplicaciones financieras. Lo que me ha quedado claro es que “blockchain” es la verdadera tecnología subyacente que impulsa a la “Web3″. ¿Por qué es tan relevante? Nada más y nada menos porque proporciona una base de datos que permite un registro seguro y transparente de las transacciones en una red distribuida de computadoras que ninguna persona controla.
Se habla de una “neutralidad creíble” que funciona sin una entidad central. Aunque muchos de nosotros todavía no entramos totalmente en este nuevo mundo de la “Web3″, el crecimiento de sus aplicaciones es impresionante. Las firmas de capital de riesgo invierten sumas estratosféricas en ellas. Y los gobiernos empiezan a entenderlas, a preocuparse y a hacer un llamado al desarrollo responsable de los activos digitales.
El ruido y el riesgo han crecido, hay una rápida experimentación. Tenemos que enfrentar los retos que se derivan del crecimiento; también las estafas y el escepticismo. Muchos se hacen ricos rápidamente con esto. Pero lo verdaderamente importante es analizar si las nuevas aplicaciones tienen, o no, la capacidad de alterar las estructuras de poder en las sociedades. Todavía no lo sé. Debemos estudiar este nuevo fenómento y entenderlo.
Sarah Hubbard escribe que una de las aplicaciones más interesantes que surgen de la Web3 son las DAO, que permiten a las personas de todo el mundo coordinarse de formas novedosas.
¿Y qué es un DAO? Es un acrónimo, en inglés, de “Organización Autónoma Descentralizada” y describe una amplia y fascinante categoría de experimentos de coordinación.
Una DAO es una “entidad dirigida por la comunidad sin una autoridad central”. Es un grupo de personas que se unen con una misión compartida, unen sus recursos y aprovechan la tecnología de “blockchain” y contratos inteligentes para tomar y ejecutar decisiones colectivas. Estas entidades son ideológicamente más parecidas a una cooperativa, en los tiempos de las nuevas tecnologías. Sus miembros están incentivados económicamente y alineados con el éxito de la organización.
Las DAO tienen muchos de los mismos principios de una cooperativa, pero utilizan la tecnología “blockchain” de “Web3″ para desarrollar potentes herramientas de gobernanza y coordinación que deben ser seguras, transparentes y autónomas.
Es fascinante saber que se pueden formar diferentes organizaciones, descentralizadas y autónomas, con diferentes misiones y diferentes mecanismos de gobierno.
Hoy hay DAO que han surgido para crear un impacto positivo en la sociedad a través de la financiación de bienes públicos. También hay DAO de inversión, que permiten a las personas agrupar sus fondos y asignar el capital a una cartera de activos. Las DAO sociales se basan en membresías y cultivan la comunidad a través de eventos y espacios.
Según Hubbard, lo que hace que una DAO sea única, sobre una organización tradicional que podría tener cualquiera de estos mismos objetivos, es que una DAO se basa en un conjunto de reglas codificadas y puede usar contratos inteligentes para que los miembros voten sobre una propuesta y ejecuten automáticamente la decisión colectiva.
Además, la investigadora de Harvard comenta que, actualmente, uno de los mecanismos de gobernanza más populares es que los miembros de una DAO sean poseedores de tokens: los miembros pueden comprar o ganar estos tokens, usarlos para votar propuestas y pueden “retirar” sus tokens en cualquier momento. Todas las decisiones o transacciones se registran en la cadena de bloques de código abierto, que es lo que hace que las DAO sean seguras, transparentes y distribuidas. Esto permite a personas de todo el mundo, que no se conocen y no tienen que confiar entre sí, coordinarse hacia la promoción de un objetivo común.
Lo que me ha quedado claro en las lecturas sobre la “Web3″ y las “DAO” es que han podido experimentar de manera rápida e interactiva con diferentes formas de gobernanza y mecanismos de votación para alcanzar la forma más justa de consenso. Esto nos debe dar una esperanza de que pronto lograremos fortalecer la gobernanza democrática, la toma de decisiones y la coordinación humana.
Las preguntas que me hago hoy, entonces, son: ¿Cómo podemos aprovechar estas nuevas tecnologías y organizaciones descentralizadas para crear una sociedad más equitativa, transparente e inclusiva? ¿Cuáles son los riesgos que debemos mitigar? ¿Cómo podrían los formuladores de políticas públicas entender, apoyar, habilitar y regular estas nuevas tecnologías? Ahí estará cimentado el futuro de la política mexicana.
Twitter: @javier_trevino