En su libro, Francisco Labastida Ochoa denuncia que el entonces presidente de la república Ernesto Zedillo Ponce de León negoció personalmente con el mandatario de Estados Unidos Bill Clinton la entrega de la presidencia de México al Partido Acción Nacional; condicionaron u ordenaron que se hiciera presidente el exgobernador de Guanajuato Vicente Fox Quesada a cambio de un préstamo por 40 mil millones de dólares para resolver el brutal golpe económico-financiero derivado de los “errores de diciembre”. Que si fue Salinas de Gortari o Ernesto Zedillo; a final de cuentas Ernesto Zedillo se postró ante Clinton para realizar el trueque.
La presidencia se entregó, se vendió. Cínico Zedillo y los medios pagados, hicieron creer a los mexicanos que le había dado paso a la democracia. Era la primera vez que el PRI perdía y el candidato fue Francisco Labastida Ochoa, quien a pesar de ello nunca perdió poder.
Esos 40 mil millones de dólares los destinó Ernesto Zedillo al rescate de la oligarquía, salvó a los banqueros y hundió a los mexicanos. La vía fue el FOBAPROA proyecto de nación que diseñó José Ángel Gurría, exsecretario de Hacienda y Crédito Público en el sexenio de Zedillo; Gurría al que le llaman “el vividor del erario” y a quien AMLO llamó “ángel de la dependencia”.
Sinaloa un estado que desde hace décadas lo ha gobernado el narco…
Desde los años sesenta el narcotráfico comenzó a crecer en el estado de Sinaloa en contubernio de los gobernadores en turno, con la ayuda de las corporaciones policiacas. A través de los años se fueron formando los eslabones criminales entre funcionarios y narcos y éstos se fueron fortaleciendo, extendiendo.
Francisco Labastida Ochoa fue gobernador del estado de Sinaloa de 1987 a 1992 por el Partido Revolucionario Institucional. Fue miembro del gabinete de Ernesto Zedillo de 1994 al año 2000. Se desempeñó como secretario de Gobernación; de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, además ocupó el cargo de director general de Caminos y Puentes Federales; y como a todos a los que quieren “lejos y contentos” lo mandaron después como embajador en Portugal.
Francisco Labastida Ochoa durante su gestión como gobernador del estado, fue acusado de proteger a los narcotraficantes sinaloenses haciéndose de la vista gorda permitiendo la realización de todas sus actividades. Él no sabía nada, nadie le informó.
En 1989 cuando Labastida gobernaba Sinaloa, a su alrededor había funcionarios que fueron detenidos acusados por servir a la delincuencia organizada. Con la detención de Félix Gallardo, se detuvo a Arturo Moreno Espinoza, quien fuera jefe de la Policía Judicial del estado. También se detuvo a Enrique Corza Marín, subdelegado de la Campaña del Narcotráfico y a Robespierre Lizárraga Coronel, ex jefe de la Policía Municipal de Culiacán. Los detenidos fueron acusados de protección al narcotraficante Félix Gallardo quien en ese momento era el más relevante y el más buscado del país. Labastida afirmó que “le habían fallado sus informantes”, el día de la detención Labastida disfrutaba de la vida buceando en los Cabos.
Labastida afirma en su libro “La Duda Sistemática” que combatió la corrupción y el narcotráfico.
Funcionarios y políticos de Sinaloa –de todos los rangos– obtuvieron contratos o subsidios públicos mientras se hallaban en posición de privilegio. Esto les permitió hacer negocios con los gobiernos a través de empresas familiares. La cantidad obtenida mediante este esquema y de posible conflicto de interés, tráfico de influencias superó los 800 millones de pesos.
En Sinaloa la clase política la ha utilizado como un mecanismo eficaz. Crearon empresas reales a nombre de los propios políticos o familiares y ganaron contratos gubernamentales por influencias.
Francisco Labastida Ochoa ha sido uno de los hombres con más poder en la política mexicana moderna. Durante su gestión en la Sagarpa 1995-1998 tuvo como mano derecha a Marcos Augusto Bucio Mújica, quien fungió como coordinador de los delegados federales de esa secretaría. Bucio había sido el secretario particular de Labastida Ochoa durante los años en los que se desempeñó como gobernador.
Bucio volvió a la Sagarpa como oficial mayor en diciembre de 2012, cuando Enrique Peña Nieto inició su corrupto gobierno. Y por coincidencia pura en ese periodo se creó la empresa Agri 27, propiedad de Francisco Labastida Gómez de la Torre, hijo del ex gobernador Labastida.
En 2012, los apoyos para la empresa Agri 27 apenas alcanzaron los 822 mil pesos. En 2013 que fue el primer año de Bucio, el amigo del ex gobernador, se incrementaron los “apoyos” a 1 millón 822. La bondad fue en aumento. En 2015 Labastida junior recibía casi tres millones de pesos. Para desgracia del junior Labastida, en 2016 Bucio se fue de cónsul a El Paso, Texas, entonces los subsidios para Agri 27 disminuyeron de manera considerable.
Bucio y Labastida grandes amigos, cómplices y dueños de oscuros secretos. Los beneficios del poder del “junior Labastida” no acabaron con Sagarpa porque tenía otros ingresos: fungió como coordinador de Proyectos Estratégicos (2011-2016) y más tarde como secretario de Desarrollo Económico durante el gobierno del ex gobernador de Sinaloa Mario López Valdez (2016). Al mismo tiempo arrendó diversas bodegas a los gobiernos municipales y estatales en Sinaloa.
Para los amigos, para los descendientes, debe haber apoyos de todo tipo. Hacían lo que se les daba la gana, el cargo de “Proyectos Estratégicos” no existía se creó para el hijo de Francisco Labastida.
Francisco Labastida Ochoa fue uno de los pilares más importantes para la campaña de Mario López Valdez conocido como Malova. No solo lo apoyó en la contienda a gobernador por el PAN-PRD y Convergencia y volverse en contra de su partido el PRI. Las convicciones partidistas valen nada. La amistad conveniente puede más; Francisco Labastida Ochoa y Malova habían sido compañeros en el Senado de la República.
También le dieron frutos al hijo de Labastida el alquiler de bodegas, además de rentar locales y edificios al gobierno municipal de Culiacán. Las rentas de los inmuebles las realizó a través de su empresa Agri 27, empresa que constituyó en 2002 en la que ha fungido como presidente del consejo de administración. La compañía es multifuncional ya que también se dedica a la producción y comercialización de productos agrícolas con subsidio público. En total la empresa de Labastida hijo obtuvo más de 14 millones de pesos de los gobiernos municipal, estatal y federal, por la prestación de servicios de arrendamientos y como beneficiaria de subsidios en los años en los que “trabajó” en el gobierno de Malova.
El narcotráfico del estado de Sinaloa se fortaleció con el apoyo y protección de los gobernadores.
Miguel Ángel Félix Gallardo fue escolta del exgobernador Leopoldo Sánchez Celis, y después se convirtió en el líder del cártel de Guadalajara junto con Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, muchos integrantes de las corporaciones policiacas de Sinaloa se convirtieron en narcotraficantes.
Desde la década de los sesenta, se tiene documentado casos de policías estatales que se pasaron al bando del narco; alcanzando liderazgos delincuenciales como Dámaso López Núñez, quien se hizo compadre de Joaquín el “Chapo” Guzmán Loera.
En el periodo de Sánchez Celis fue cuando surgió de manera abierta el tráfico de drogas en Sinaloa. En esa época, la entidad ocupó el primer lugar en cultivo de marihuana y adormidera con que se elaboraba la amapola para producir heroína.
En cada sexenio, más elementos de la Policía Judicial del Estado se convirtieron en escoltas de capos del narco; de Caro Quintero, del Chapo, de Amado Carrillo, y de Ismael el “Mayo” Zambada.
Cuando Labastida Ochoa fue gobernador detuvieron a Robespierre Lizárraga y a Arturo Moreno, directores de la policía municipal de Culiacán acusados de darle protección al cártel de Félix Gallardo. Labastida no fue informado.
Con el gobernador Renato Vega surgió el Chapo Guzmán y Dámaso López Nuñez, quien fuera agente del Ministerio Público responsable de la investigación del robo de vehículos. Después se fue a Guadalajara donde trabajó como custodio en el penal de Puente Grande donde estaba recluido el Chapo, al que conoció y se hizo compadre.
Con Juan Millán apareció como director de la Policía Judicial del Estado, Jesús Aguilar Íñiguez, “Che Toño” quien fue señalado por proteger a Dámaso Núñez, el “Licenciado”. El ex gobernador de Sinaloa Juan Millán Lizárraga ocultó 4.5 millones de dólares en Andorra.
Siempre se dijo que el ex gobernador Jesús Alberto Aguilar Padilla estuvo protegido por el narcotráfico. Durante su gestión mataron a dos amigos que formaban parte de su administración; Antonio Ibarra Salgado era secretario de Turismo cuando lo masacraron en plena avenida central de Culiacán. Le habían advertido al gobernador que Ibarra lavaba dinero del narco. Después fue asesinado por un comando Enrique Mendivil Pérez funcionario del IMSS, hijo del ganadero Enrique El “Gallo” Mendivil.
Se mencionaba que el exgobernador Aguilar Padilla acudía a reuniones con Dámaso López Núñez en la sindicatura El Dorado, en la costa de Culiacán.
El exgobernador Juan Millán Lizárraga no rompió con esa relación de narcos y políticos. Nombró a Jesús Aguilar Íñiguez como director de la policía ministerial diciendo que en esa corporación “no podía haber palomas blancas”. En Culiacán hubo enfrentamientos entre cárteles y uno de ellos ocurrió en una casa de campaña del diputado del PRI Óscar Félix Ochoa, quien admitió ser cuñado del sicario Javier Torres Félix, el “JT” quien fue extraditado a Estados Unidos por narcotráfico.
Quirino Ordaz Coppel siguió los pasos de sus antecesores. Hay señalamientos de que, en Mazatlán, los jefes de la policía municipal cuidaban a los narcos que lavan dinero en los hoteles turísticos. El exgobernador Quirino es dueño de dos hoteles en la zona dorada de Mazatlán.
Labastida fue el primer candidato del PRI en haber perdido la elección presidencial. Ganó su opositor el exgobernador del estado de Guanajuato Vicente Fox Quesada del Partido Acción Nacional; Francisco Labastida aceptó de inmediato su derrota tras la publicación de los datos preliminares.
El manejo de los medios, la manipulación de entonces, nos hizo creer que Zedillo habría abierto la puerta a la democracia. Solo que hasta ahora el mismo Labastida desvela en su libro la verdadera razón.
La transición democrática presumida por Ernesto Zedillo no fue otra cosa más que un trueque. Entregó la presidencia del país a cambio de 40 mil millones de dólares que le ofreció Estados Unidos. En aquel entonces, el cínico Zedillo, declaró: “hoy, hemos podido comprobar que la nuestra ya es una democracia madura, con instituciones confiables, y, especialmente, con una ciudadanía de gran conciencia y responsabilidad”.
Zedillo y la Casa Blanca hicieron un pacto. Nada de “transición democrática”, la que la ultraderecha europea calificó como la “segunda revolución mexicana”. Todo una farsa…
En este libro, Labastida dice que hubo una negociación entre Estados Unidos. “Ernesto Zedillo lo hizo de manera personal. Con el préstamo de los 40 mil millones de dólares iba a sortear la crisis de 1994; el PRI entrega la presidencia”, dijo la presidenta Claudia Sheinbaum. “Por eso digo que sí han cambiado las cosas. Nosotros defendemos la soberanía en coordinación, colaboración, pero siempre en la defensa de la democracia, para todos aquellos que hablan de autoritarismo. Hay cosas que son básicas, el gobierno del pueblo y para el pueblo, la defensa de la democracia y la soberanía, lo digo por los que aprueban la intromisión a nuestro país”, expresó.
Francisco Labastida Ochoa es uno de los exgobernadores que permitieron el crecimiento del narcotráfico en el estado de Sinaloa. Un narco estado desde los años sesenta.
Francisco Labastida Ochoa, exgobernador de Sinaloa señalado por permitir actividades del narcotráfico escribe un libro. Treinta años después las convenientes lagunas mentales de Labastida se despejan, se aclara su mente, vuelven solo los recuerdos convenientes. ¿Por qué hasta ahora?