En los últimos días la ciudad de Nueva York se ha visto azotada por una inclemente tormenta, al grado que se ha declarado “estado de emergencia”. Y por supuesto con todo el caos desatado, las instalaciones aeroportuarias se han visto seriamente afectadas.
Traigo el tema a colación, porque en “Mi ciudad, que es chinampa en un lago escondido”, cuando se inunda el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México “Benito Juárez” (AICM), toda la responsabilidad es achacada a la cancelación del proyecto del NAIM, y surgen los variopintos comentarios que aderezan la narrativa diciendo que todo “es culpa de Andrés Manuel y la malvada 4T”.
Pero como bien dijo Guadalupe Trigo, mi ciudad es un rehilete que engaña la vista al girar. Y es que pareciera que en sexenios anteriores nunca se hubiera inundado el aeropuerto. Yo laboré desde el final del sexenio de Ernesto Zedillo hasta más de la mitad del Calderonato, y mi trabajo consistía en ir prácticamente todos los días al AICM a tomar mis vuelos; y debo decirles que recuerdo varias inundaciones en la terminal aérea.
No solo en el AICM, también me tocó una vez en Cancún cuando vivimos los estragos de “Vilma”, el huracán que dejó destrozado ese paraíso turístico. La fuerza de la naturaleza es algo sobre lo que no tenemos ni poder, ni control, por más que los seres humanos creemos que sí.
La semana pasada en Nueva York, la gran manzana sufrió severas inundaciones en la terminal de Marine Air del aeropuerto LaGuardia, que tuvo que cerrar de manera temporal.
En los videos que podemos observar en las redes sociales y distintos noticieros, las aerolíneas que resultaron más afectadas fueron las bajo costeras Spirit y Frontier. Además, la Agencia Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés) advirtió que las tormentas eléctricas podrían afectar la operación en los aeropuertos de la zona.
Las quejas de los pasajeros se vienen plasmando en sus distintas redes, pero los videos en la plataforma de TikTok son “lo máximo”, porque en uno de ellos, una pasajera dice: “Nunca más voy a volar desde LaGuardia”, mientras se muestra caminando con el agua hasta las rodillas por algunas partes de la terminal aérea.
En el aeropuerto de LaGuardia no solo fue la inundación dentro de la terminal, sino que también la zona de las plataformas se anegó de agua, haciendo imposible la operación de las rampas.
La otra terminal aérea de la ciudad de Nueva York, el famoso JFK (John F. Kennedy), el pasado viernes tuvo 124 retrasos en sus vuelos. Y no hablemos de las escenas del metro, verdaderamente terroríficas, y que hace ver las inundaciones que se han visto en algún momento en el Metro de la Ciudad de México como un juego de niños.
Lo curioso, es que las inundaciones en Estados Unidos, desde el punto de la vista de la oposición de nuestro país, se deben a un fenómeno natural. ¿Por qué en el caso de la Ciudad de México todo es culpa de la “austeridad republicana” de la 4T?, ¿no han sido ambas ocasionadas por sendos fenómenos naturales?
La mayoría de las veces que el AICM se ha inundado se debe a lluvias “atípicas”, y este fenómeno natural es la respuesta al cambio climático. Yo me cuestiono; si ocurren estas lluvias torrenciales en el extranjero, y causan estragos, la culpa no es de sus gobiernos, es un fenómeno natural, pero si esto mismo sucede en México, la culpa de inmediato la tiene “López y su gobierno de izquierda”.
Como les decía al principio, a mí me tocó vivir muchas inundaciones tanto en la zona de mostradores en el AICM, o unas bellísimas cascadas en la recién inaugurada ampliación de la Terminal 1, obras que comenzaron en mayo de 2003 con el gobierno de Fox, y en la primera gran lluvia, se descubrió lo mal que hicieron la obra, pues llovía más adentro que afuera, cascadas incluidas.
Y es que no se debe olvidar que la Terminal 1 ha sufrido varias ampliaciones desde su construcción. La primera gran expansión fue en 1970, y otra después en 1989, cuando se tomó la determinación de quitar el estacionamiento “al aire libre” y expandir el edificio hacia las posiciones “nortes”.
Una más justo en el año en que entré a volar a Mexicana, en 1998, que se ampliaron las salas hacia el Circuito; antes la zona de comida era muy pequeña y se extendieron creando las posiciones “sures”. En el año 2000 tuvo otra expansión y fue en la zona de la Sala B; finalmente la del 2004, que comenzó un año antes, donde se amplió el pasillo exterior de la Terminal 1.
Dato cultural: la terminal aeroportuaria de LaGuardia es utilizada para vuelos domésticos, aunque sí tienen algunos destinos internacionales a Canadá, las Bahamas y Bermudas. Mientras que los aeropuertos de JFK y Newark son los que manejan la mayoría de los vuelos internacionales. LaGuardia está solo a 12 kilómetros del centro de Nueva York, el aeropuerto JFK está a 26 kilómetros de distancia del centro, mientras que Newark se ubica a 24 kilómetros.
Ojalá que como sociedad aprendamos a reconocer que, ante la fuerza de la naturaleza, no podemos hacer mucho; que si detrás de las torrenciales lluvias, también llamadas atípicas, está el cambio climático, es porque el fenómeno natural existe, aunque todavía haya voces que lo niegan.
Sin duda debemos exigir medidas reales para combatir al cambio climático; la industria más contaminante es la de los combustibles fósiles, pero detrás de ella -sorprendentemente- se encuentra la agricultura, que contribuye con el 11% de las emisiones de Co2 a la atmósfera, y en tercer lugar la industria textil, y la moda “fast fashion”.
Las cifras que arroja la industria de la moda en cuanto a su contribución a las emisiones de Co2 es del 10%, por encima de la industria aérea y marítima juntas. A esta industria también hay que sumarle los millones de toneladas de desechos que produce y consumo de agua.
Solo para que tengan un parámetro: la industria textil consume la misma cantidad de vital líquido, con el que se podría saciar la sed de más de cinco millones de personas anualmente; realmente es escalofriante.
Las inundaciones no cesarán si no se combate el cambio climático, ya sean en los aeropuertos norteamericanos o aquí en México. Esto va mucho más allá del sonsonete cansino de culpar a la cancelación del NAIM cuando se inunda el AICM. Veamos más allá y exijamos acciones reales que nos ayuden a mitigar los efectos tan nocivos del calentamiento global.