“Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que paciente la sostiene”

Rabindranath Tagore

Agradezcamos a Biden, antes a Trump, porque producto de sus apoyos fiscales a las empresas, pero en especial a los trabajadores en Estados Unidos, las remesas enviadas por nuestros migrantes crecieron en un 11.5 por ciento en el 2020. Eso a pesar de la fuerte contracción mundial producto de la pandemia, llegando a establecer un récord de 40 mil 600 millones de dólares que entraron a México.

Cifra solo por debajo de la exportación de autos, muy por arriba de lo obtenido con la IED, el turismo e incluso el petróleo. Este año, las remesas ya superaron las del año pasado y se calcula que al cierre serán cerca de los 50 mil millones de dólares que enviarán nuestros compatriotas a sus familias y sus comunidades.

México es el tercer país receptor de remesas en el mundo, lo cual no debería de ser causa de orgullo por parte del presidente. Todo lo contrario, pues estas son señal de alarma de lo mal que se encuentra el país.

Eso sí, son benditas porque, en una de las peores crisis económicas por las cuales ha atravesado el país —y el mundo—, han mantenido a flote a millones de familias (si bien no evitaron que las políticas de la autodenominada Cuarta Transformación incrementaran el número de pobres en México de 51.9 millones en el 2018 a 55.7 millones en el 2020 -Coneval-).

El discurso lopezobradorista sugiere que se estaría peor sin AMLO, que solo él apacigua a “un pueblo bueno” que de otra manera ya se hubiera levantado en armas, mas lo cierto es que ello ha sido evitado gracias a las remesas. (No se olvide que en el 2019, el PIB nacional creció un miserable 0.1 por ciento. Esto es, antes del Covid-19 ya el manejo económico del país era desastroso).

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No habría aprobación presidencial que alcanzara —no existirían los niveles que se registran, ciertamente— sin las benditas remesas. Esa es la única verdad y Presidencia la conoce.

La popularidad de López Obrador se sostiene gracias al dinero de nuestros paisanos allende del Río Bravo. Si dichas remesas llegaran a faltar, más allá de su popularidad y su don de gentes, el cariño proferido al tabasqueño se esfumaría. Y es que no hay quien, en nombre del amor, resista semejante hueco en los bolsillos. No hay que ir muy lejos para constatarlo: ahí tenemos de ejemplo a su némesis, el innombrable Carlos Salinas de Gortari, quien pasó de ser uno de los presidentes más populares y mejor evaluados —bastante más de o que se encuentra AMLO actualmente— hasta el quinto año de su gestión, a ser de los más despreciados.

Ahora con el Covid, el gobierno de la 4T no emprendió un programa sustantivo de apoyo comprensivo para las pequeñas empresas y la población. Es gracias a las benditas remesas que López Obrador tiene oxígeno a pesar de su gobierno fallido. ¡Benditas remesas!, la verdadera esperanza de México.

Verónica Malo el Twitter: @maloguzmanvero