Hoy comienzan oficialmente las campañas electorales. Esas que desde hace meses arrancaron, pero que hoy alguien dijo que serían oficiales y ya lo son.

Durante años en mi vida, he visto ante mis ojos cientos de campañas pasar frente a mí: Candidatos y políticos bailando como monitos cilindreros de circo, cantando, recitando poesía, gritando acaloradamente, repartiendo besos, abrazos, comportándose como rockstars; dando autógrafos, tomándose fotos y videos en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia, todo, absolutamente todo con tal de ganar.

Hablan, siempre hablan de que habrán sueldos más altos y  que habrá trabajo para todos, que la pobreza se terminará y que habrá seguridad. Prometen que el sistema de salud mejorará como nunca  y que nadie sufrirá desigualdad. Lo mismo de siempre.

Unos con más simpatía y tablas para hacer campaña y para ser unos buenos oradores. Otros en el vacío sin ninguna emoción que puedan proyectar, sin una pizca de carisma y repitiendo las mismas frases, en el mismo tono como queriendo rendirle tributo al presidente que pronto dejará de serlo en cuestión.

Carpas enormes  y mítines multitudinarios, gente que está sentada o parada ahí  en pleno rayo del sol, aplaudiéndole a alguien de a quien ni tienen idea de quien sea, pero les prometieron que habría un lunch y un dinero extra por estar ahí.

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Suena tentador, ¿cierto? Cuando a veces en medio de la carencia nadie te regala nada y sientes que te falta todo... Música con jingles publicitarios a veces pegajosos, a veces hartantes y abrumantes.

Hablarán, ya se sabe,  de proyectos nuevos y sorprendentes,  de trenes balas, estadios nuevos  y conciertos gratuitos para toda la gente; ese discurso que “prende” a la gente, eso que emociona.

Quizá haya uno que otro candidato que se detenga a hablar de los animales y la creación de nuevas leyes para su protección.

Habrá otros que quizá se acuerden que la cultura y el deporte son esenciales para el desarrollo humano. Pero eso no vende mucho, por lo que quizá no sea necesario tocar el tema.

Todos los temas inimaginables pero uno de vital importancia, de vida o de muerte,  de lo que no todos los candidatos se atreverán  a hablar y es: La salud mental.

Parece que no está dentro de las agendas políticas de los candidatos, es que eso no acarrea votos, no suena popular, no se le entiende, no hay suficientes expertos en el tema. Ese tema no, bríncatelo mejor.

Pero hoy por la mañana muy temprano, me desperté con la noticia de que en aquí en Querétaro una persona decidió terminar con su vida lanzándose con su auto de un puente.

Pude sentir y me traspasó su dolor y su desesperación por no haberle encontrado una salida a sus problemas y a sus tristezas. Ahí estaba solo, lanzándose al vacío para morirse de un solo golpe, de una vez.

Tal vez si alguien le hubiera hablado antes. Tal vez si él hubiera sabido que podía acudir a recibir ayuda psiquiátrica o psicológica de manera gratuita. Tal vez si alguien lo hubiera abrazado, le hubiese dicho que era importante,  tal vez si alguien le hubiera dicho que lo amaba, hoy estaría  vivo intentándolo una vez más.

Pero tengo en mi mente la imagen del coche destrozado, como destrozado quedó él para ya no volver a sentir dolor nunca más.

Señores candidatos y candidatas, ¡POR FAVOR!, la salud mental debe de estar dentro de sus agendas como tema prioritario. Las y los candidatos deben de recibir también terapia para poder hacer un buen manejo de sus emociones y así poder ayudar a otros.

Siempre he pensado en el ejemplo de los aviones cuando están por despegar: El o la sobrecargo te explican que ante una despresurización del avión el pasajero debe de colocarse, primero él y antes que nadie, el oxígeno para que una vez que lo recibe pueda ayudar a otros.

Es así. Las y los candidatos deben de recibir ayuda psicológica y emocional para poder ayudar a otros.

Para tener también visibilizado el tema de la salud mental, entenderlo mejor  y realizar proyectos en donde esté involucrando el tema. Que desde la niñez se le dé importancia a este asunto y que dejemos de creer que la salud mental es una cosa secundaria que no requiere mayor abordaje.

Hablar de ello no tiene que ver con porras, mítines, cancioncitas sosas, gritos desgañitados, aplausos y besa manos.

La salud mental se trata de tu vida, de la mía, de la vida de los que amas.

En este sexenio, ya se sabe, el presidente Andrés Manuel López Obrador no le dio mayor énfasis al asunto. Se trataron de hacer cosas, sí, pero el presupuesto fue mínimo y ante la falta de recurso federal resultó ser prácticamente imposible.

Tengo esperanza que para Claudia Sheinbaum, de ser ganadora, sí sea un tema relevante y no un tema que quede en el olvido.

Tengo esperanza de que para Xóchitl Gálvez de ser ganadora el tema sea relevante y no un tema que quede en el olvido.

Como ciudadana votante estaré muy atenta y alerta para ver si alguna de ellas dos le da su debido peso e importancia y valor a todo lo que tenga que ver con salud mental.

Es nuestra responsabilidad pedirle y exigirle a los candidatos que consideren este tema y lo prioricen más allá de sus shows en el Zócalo y en las plazas. Su retórica choteada y repetitiva que ya no alumbra ni sorprende.

Ojalá lo tomen en cuenta.

Es cuanto.