Claudia Sheinbaum en caballo de hacienda

Ayer fuimos testigos de una fiesta popular. Desde temprana hora las inmediaciones al Zócalo capitalino empezaban a llenarse con personas entusiastas que sin importarles el cansancio, el hambre o el calor, deseaban estar cerca de la mujer que representa para ellos la esperanza y la continuidad de un gobierno humanista: Claudia Sheinbaum.

Conforme transcurrían las horas, los camiones repletos de militantes y simpatizantes de Morena, abarcaban varias cuadras. La prensa derechista y varios usuarios de redes sociales destilaban veneno calificando de “acarreados” a quienes recorrieron kilómetros para apoyar a quien, con seguridad, será nuestra próxima presidenta.

Venían de Chihuahua, de Tabasco, de Quintana Roo, de Veracruz, de varias partes del país. ¿Deberían hacerlo a pie? Llegan en transporte por razones obvias, pero Claudia va en caballo de hacienda. La mayoría de los estudios demoscópicos le otorgan una cómoda ventaja frente a la candidata del bloque opositor, Xóchitl Gálvez y esto se refleja en cada sonrisa de los asistentes y en cada palabra de la candidata, que con firmeza y gesto amable, expuso ante un Zócalo repleto sus cien compromisos de campaña.

Pese al retraso en el arranque del evento y pese a lo largo de su exposición, (“ténganme paciencia”, advirtió) los asistentes la escucharon. Como mujer, madre, hija, profesionista y sobre todo, como mexicana, escuché cada palabra pero mi atención se enfocó en el tema de las mujeres, pues mi anhelo es que quienes aspiran a gobernarnos nos ofrezcan un gobierno con perspectiva de género.

Claudia nos prometió salud, vivienda digna y una vida libre de violencia, poniendo énfasis en el apoyo a las mujeres del campo, a las maquiladoras y sobre todo, aseguró que promoverá “un sistema nacional de cuidados que apoye a las mujeres a compartir la carga y el tiempo que dedicamos a cuidar a los hijos”.

Las columnas más leídas de hoy

El evento concluyó con un emotivo mensaje: cuidar el legado del presidente López Obrador, haciendo “política con amor y no con odio”, descartando que se vaya a reprimir al pueblo y prometiendo hacer de México “el mejor país del mundo”.

Este viernes marcará un antes y un después en la historia de nuestro país: Claudia abarrotó el Zócalo frente a un pueblo que le demostró cariño, confianza, lealtad y a quienes agradeció su presencia con una frase:”Soy parte de ustedes no llegue sola”.

Xóchitl: Su pacto de sangre y su abandono

Xóchitl Gálvez comenzó su campaña en el primer minuto de este viernes en Fresnillo, Zacatecas, ciudad calificada como de alto riesgo, debido a la inseguridad, tema que ha elegido como bandera de su campaña y que jura, va a combatir sin “abrazar a los delincuentes” y con rigor.

En la velada por calles zacatecanas, la panista caminó con una vela en mano al lado de Santiago Creel, su hija y otros militantes de su partido. No estuvieron con ella ni Alito Moreno ni Jesús Zambrano, quienes estuvieron en otros arranques de campaña.

El mensaje de estas ausencias no fue alentador: A Xóchitl la están dejando sola.

Y sola también estuvo horas después en Aguascalientes, donde convocó a la prensa en el centro de la ciudad. Desde el día anterior y hasta muy entrada la noche las llamadas “Xochitl lovers” intercambiaron mensajes de chats para solicitar, casi suplicar, que fueran a apoyar a la candidata, pero con el argumento de que era solo para prensa, muchas se fueron disculpando. No fueron ni para hacer bulto.

Pese a que la conferencia fue en un lugar situado a espaldas de la Catedral, las y los simpatizantes de la panista brillaron por su ausencia.

Aguascalientes es uno de los pocos estados considerados panistas de hueso colorado. Panistas de tradición familiar, conservadores, que no comulgan con la idea de votar por una candidata que abandera a partidos que han tenido desde siempre diferencias muy marcadas con ellos.

En los chats de reporteros, muchos comunicadores hidrocálidos anticiparon desde el día anterior que Xóchitl no iba a “jalar” y que solo algún despistado haría acto de presencia.

Ya cercana la hora, por la calle trasera, llegaron dos camionetas de lujo de las cuales se bajaron muy a prisa dos jóvenes de su comitiva mientras uno bajó una bicicleta en la que se supondría Xóchitl iba a llegar pero al ver el lugar semivacío, solo se tomó la foto junto a un hombre de escasos recursos que estaba sentado en una banca para de inmediato llegar a su cita.

La desangelada reunión casi pasó desapercibida por la prensa nacional, que solo resumió los puntos que Gálvez planteó ante los reporteros.

Pero el protagonismo de Xóchilt le impidió cerrar el día sin dar la nota.

En Guanajuato, tercer lugar que visitó en su primer día de campaña, prometió que los programas sociales, implementados en el gobierno actual que critica con tanta voracidad, continuarán con ella en caso de llegar al poder.

Presa de un extraño delirio se pinchó un dedo y “pactó con su sangre” que lo iba a cumplir. Un show innecesario producto de su desesperación pues las encuestas no la favorecen y la militancia la abandona.

Lo más grave es su soledad.

Xóchilt inicia su campaña sin el acompañamiento de quienes la impulsaron y hoy, como las ratas, abandonan el barco que está a punto de naufragar.

Así arrancan las campañas de estas dos mujeres: una en caballo de hacienda y otra en bicicleta y caminando el mayor tramo enfrentándose a su cruda realidad.