Mucho se especula que el senador Ricardo Monreal y el canciller Marcelo Ebrard podrían salir de Morena —y romper su alianza de años con AMLO— si el partido de izquierda hace a Claudia Shienbaum su candidata presidencial en 2024.
Este sábado es el tema de la columna de Darío Celis en El Financiero, y hace un par de días la prestigiada reportera Anabel Hernández aseguró, basada en fuentes a juicio de ella confíenles, que Ebrard ya planea crear un nuevo partido para buscar la Presidencia si López Obrador insiste en mandar señales acerca de que su favorita es la jefa de gobierno.
Ambos rompieron en el pasado con el partido que los hizo políticos, el PRI. Los dos —destacados jóvenes salinistas en su momento— rompieron con el priismo en el sexenio de Ernesto Zedillo quien los despreciaba: a Ebrard por su cercanía con Manuel Camacho, y a Monreal simple y sencillamente por considerarlo un tramposo.
Manuel Camacho y Marcelo Ebrard crearon un partido político cuando el entonces presidente Zedillo les cerró todos los espacios en el PRI; tal partido no tuvo una larga vida porque sus resultados electorales fueron muy malos, así que ambos terminaron en el PRD cuando Andrés Manuel López Obrador era el candidato de este partido a la jefatura de gobierno capitalina.
Ricardo Monreal quiso ser gobernador priista de Zacatecas, pero Ernesto Zedillo tajantemente le negó la oportunidad de al menos competir. Sin pensarlo mucho, Monreal se rebeló y aceptó la candidatura que él, en ese tiempo dirigente del PRD le ofrecía. Sí, López Obrador hizo del zacatecano uno de sus principales proyectos políticos, sobre todo porque Monreal ganó las elecciones de gobernador con solvencia.
Así que, rebeldes por naturaleza, Monreal y Ebrard cumplen con la primera condición, el espíritu de aventura, para romper con un partido en la Presidencia, algo que los dos ya hicieron.
La duda es si cumplen con la segunda condición para retar al partido en el poder después de haber militado en el mismo: la cola corta.
Hace más de 20 años el entonces presidente Zedillo no pudo perseguirlos ni acusarlos de nada porque ambos, muy jóvenes, no se habían corrompido. Es decir, todavía no. Después de más de 20 años de carreras exitosas en gobiernos y legislaturas de izquierda, la pregunta es qué tanto les crecieron sus colas. Si las tienen demasiado grandes alguien se las va a pisar y no llegarán muy lejos en su segunda rebeldía. Si no, serán candidatos de oposición en 2024.
Ellos sabrán cuántas calacas esconden en sus roperos.