IRREVERENTE

Les platico: Con la brújula bien ebria andan quienes se rasgan las vestiduras porque Norma Piña, presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no se puso de pie al entrar el presidente López Obrador al recinto donde fue conmemorado el Día de la Constitución, en Querétaro.

Los protocolos castrenses dictan en México que cuando en un lugar hay militares de diversos rangos y entra uno de cargo superior, todos deben ponerse de pie.

En muchos países, no hay rango superior al del presidente o primer ministro, según sea el caso.

Cuando vi la escena del multicitado evento, los únicos con rango militar que estaban ahí fueron los secretarios de la Defensa y de Marina.

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Ninguno de los otros -ni la abogada, ella sí con título universitario incuestionable- porta en sus haberes algún cargo dentro de las fuerzas armadas.

Entonces, ¿por qué se pusieron de pie todos los demás civiles al entrar Andrés Manuel?

Por cortesía, respeto, inercia, subordinación o nada más por halagarlo y quedar bien con él.

Ningún protocolo civil ni militar los obligó a tal deferencia.

Entonces, ¿por qué tanta alharaca?

El quechua

Ahora que me pasé casi dos meses cubriendo los disturbios en el Perú tras el fallido golpe de Estado del ex presidente -hoy preso- Pedro Castillo, elevó mi espíritu escuchar por primera vez el quechua o quichua o runa simi, lengua que hablan más de doce millones de personas en siete países sudamericanos.

Significa en español “hablar del valle” y es propio de quienes viven en los bajos de los Andes.

Hay otras lenguas en la llamada “selva profunda” donde colinda Perú con Brasil.

También las escuché, pero el quechua me encantó por lo que en seguida les platico. ¡Arre!

Se trata de un lenguaje pre hispánico evidencial, que posee como característica algo que no tienen el castellano ni la mayoría de los idiomas “occidentales”:

Una categoría gramatical que obliga a que, para hacer una afirmación, así sea la más intrascendente o trivial hasta la más profunda, debe enunciarse forzosamente a la fuente.

Quienes hablan esta lengua deben incluir en su “discurso”:

  • Si fueron testigos directos de lo que dicen o escriben.
  • Si lo saben por alguna referencia.
  • Si se dedujo por razonamiento o asociación de ideas.
  • O si solo se lo imaginan.

Suena complicado, pero acatar sus reglas enriquece y facilita la comunicación.

El castellano no tiene la función de la evidencialidad y por ello, podemos decir o escribir barbaridades al por mayor.

Al respecto, San Juan Evangelista dijo: “solo lo que puede enunciarse con palabras es verdad”.

La evidencialidad del quechua es hermana de la precisión.

Peruana que habla quechua/Foto: Plácido Garza

¿Para qué interpretar, si podemos precisar?

En los avatares de mi vida he promulgado por todos lados que la precisión evita la interpretación.

Con la gente con quien menos me entiendo es con aquella que utiliza expresiones como “después”, “parece ser”, “aparentemente”, “creo”, “en principio”, “a primera hora”, “en la mañana”, “hace calor”, o “frío”,  “un momento”, “por la tarde”, “a la noche”, “cerca”, lejos”, “mucho”, “poco”, “no me tardo”, “al rato” y una de las peores: “al ratito”, entre muchas otras.

“Ándale, vamos a vivir juntos. Luego nos casamos”.

¡Por eso!

Quien interpreta o es subjetivo en sus expresiones orales y por escrito, no se quiere comprometer.

Quienes improvisan así con el lenguaje no tienen certeza de lo que expresan.

Esconden su ignorancia en la imprecisión.

En cambio, la precisión compromete y eso duele a los que quieren vivir una vida nada más por encimita.

Termitas de la libertad de expresión

El problema de la evidencialidad viene después, porque con eso de las termitas de la libertad de expresión que pululan en las redes usurpando la función de los medios formales, la bronca ahora es la veracidad de la fuente.

Esas termitas tienen tanto sustento como una pirámide al revés.

Con eso, se dibuja ante nosotros la parábola del perro que trata de morderse su cola.

Si alguien no logra captar esta analogía, como robertito el de San Antonio, por favor, que se anote en la lista de cualquiera de las nocturnas que ofrecen los programas del bienestar de la 4T, todavía hay lugares.

“Después” les platicaré de otras creencias despeinadas. No se crean, lo haré el próximo jueves 9 de este febrero del 2023.

CAJÓN DEL SASTRE DE PANAMÁ.

“El idioma tiene trampas en las que fácilmente caen quienes no leen, no escriben y creen que lo hacen por estar pegados día y noche a sus celulares, que para muchos son más inteligentes que sus dueños”, remata la irreverente de mi Gaby.