He leído muchas notas acerca de los 50 años de la película El padrino. En cada una de ellas se citan algunas de las frases dichas por los personajes principales. Tres de tales expresiones debe utilizarlas, a solas o frente a su equipo, el presidente Andrés Manuel López Obrador. Son las siguientes.
“Un amigo siempre debe subestimar tus virtudes y un enemigo sobreestimar tus faltas”.
Andrés Manuel debería si no desconfiar, de plano ignorar a todas las personas de su círculo cercano que no le encuentran ningún defecto.
El peor lastre en un gobierno es la perfección. Lo hemos visto tantas veces…
Necesita el presidente de México más amigos —y amigas— que no solo subestimen sus virtudes, sino que subrayen sus faltas, que las hay.
Esa es la única manera de que mantenga los pies en la tierra un hombre con tanto poder que tiene la enorme responsabilidad de gobernar a México en una época histórica de gran complejidad por la combinación de una pandemia brutal y una guerra en Europa que daña en exceso a todas las naciones.
Fallas hay en el gobierno y, por iniciativa de su equipo, deben discutirse y diagnosticarse correctamente en Palacio Nacional, independientemente de si se molesta o no al presidente. Es mi recomendación más sincera.
“No digas que eres inocente Carlo, porque es un insulto a mi inteligencia, y eso no me divierte”.
No recuerdo quién era Carlo, pero ofendía a Michael Corleone por su inútil afán de presentarse como una blanca paloma.
El presidente López Obrador ha escuchado el “soy inocente” cada vez que alguien de su equipo de colaboradores ha sido señalado en los medios por presuntos actos de corrupción o por abusos de otro tipo.
En público, AMLO invariablemente ha comentado que cree en la inocencia de sus colaboradores y colaboradoras que, por sus acciones, han merecido que se les exhiba en los medios por su riqueza o por sus tropelías.
Ojalá, en privado, López Obrador les haya subrayado que con tales palabras —”soy inocente”— insultan la inteligencia presidencial.
Tal parece haber sido el caso en las salidas del gabinete de algunos de sus hombres más queridos, a quienes ha elogiado cuando se han ido, pero… pues eso, los ha dejado marcharse.
Nada deseo más que la repetición del “insultas mi inteligencia” cada vez que alguien de su grupo cercano se presente en Palacio Nacional como víctima de intrigas de la prensa.
Y es que Andrés Manuel sabe que los periodistas inventan, pero no tanto.
“Nunca odies a tus enemigos, afecta tu razón”.
El mejor Andrés Manuel durante años supo debatir con todo el mundo sin perder el buen humor y, particularmente, sin tomar las críticas e inclusive los ataques como algo personal.
Quizá AMLO podía permanecer tranquilo y ecuánime porque no le habían tocado a sus hijos —o no con tanta vileza como en estos últimos años—. Lo que ocurre hoy es otra cosa, sin duda.
Entiendo, entonces, que Andrés Manuel se vea ahora irritado con Carlos Loret de Mola —quien ha calumniado a su hijo mayor— y con Chumel Torres, un absurdo comediante que tiene espacio en los medios masivos tradicionales como periodista, cuando no lo es: Chumel es nada más un acosador y un calumniador que ha insultado al hijo menor de edad de AMLO, lo mismo que a varias mujeres, por lo que en ninguna sociedad democrática tendría espacio en la radio.
A pesar de las vulgaridades de Loret y Chumel, creo que Andrés Manuel debe olvidarse de ellos: no vale la pena que su razón se distraiga en las bajezas de tales personajes cuando hay mucho de importante que atender en la nación mexicana.
Posdata: mañana (o más tarde) estadísticas acerca de cómo van en radio Loret y Chumel
En efecto, presentaré ratings de los noticieros de radio. Aclaro que incluiré en tal categoría, solo para entender el tamaño del problema, el programa de Chumel Torres, aunque no lo suyo no sea periodismo, sino solo amarillismo basado en racismo, acoso, mentiras, calumnias, insultos.
Se trata de datos interesantes, sobre todo si les compara con lo que pasaba en el tema de los ratings radiofónicos el sexenio pasado.