La seguridad es un tema (como la inteligencia de Estado) esencialmente político. Fue considerada durante décadas un factor concerniente a las “amenazas externas” a la seguridad del Estado, lo cual se neutralizaba con “poder militar”. Le llamaron “visión Estado céntrica”, al amenazar al Estado, quedaba en riesgo todo lo que el propio Estado representaba, incluyendo los valores sociales, históricos, culturales etc. que las instituciones estatales difunden y pasan a formar parte de la sociedad nacional. En suma, se amenazaba los elementos constitutivos del Estado moderno: territorio, población, y gobierno, su permanencia misma. Una amenaza a la seguridad permite por norma constitucional a los jefes del Estado usar todos los medios para neutralizarla o eliminarla.
Invocar riesgos o amenazas a la seguridad de un Estado, potencia el uso de los medios represivos de los que éste dispone, los cuerpos armados. Todos los programas de fortalecimiento de la seguridad del Estado, fueron un reforzamiento de sus elementos represivos. Si la concepción de seguridad se vinculó al Estado y a su poder militar, cualquier vulneración a ella -en distintas formas- conduce a la guerra, localizada, breve, o generalizada y duradera. Un Estado puede verse compelido a trasladar recursos de otras actividades públicas para enfrentar una guerra, la cual consume muchos recursos de todo tipo, pero se justifica en función de las “amenazas a la seguridad”, con todo lo que implica. Lo contrario son programas de preservación de la seguridad.
Wolfers sostiene que la seguridad “mide la ausencia de amenazas que pesan sobre los valores adquiridos” y por lo tanto resultando en el temor de que sean atacados. Richard Ullman relaciona las amenazas a la seguridad con ataques potenciales al nivel de vida de la población de un Estado, y con la reducción de las funciones públicas, y de las identidades no gubernamentales de individuos y grupos sociales privados.
La caída de la URSS inauguró a nivel mundial una época de cambios significativos porque transformó el orden internacional “bipolar”, y se entronizó la “unipolaridad”. La lucha contra el terrorismo y el narco terrorismo cambio la relación de EUA con las entidades estatales del sistema político internacional. El intervencionismo en los asuntos internos de los Estados cobró nuevos impulsos bajo esta nueva guerra de los EUA. Surgieron nuevas doctrinas militares como la de “las guerras de intervención y estabilización” y “los ataques preventivos”. El concepto de seguridad incluyó “las amenazas terroristas y narcoterroristas”. La seguridad entonces consistía en sustraerse esencialmente de la revitalización de las “viejas amenazas” como era un “ataque militar externo” y a las “nuevas amenazas” representadas por este fenómeno internacional y otros. En tal contexto que redefinía los términos de la seguridad internacional, ésta última consistía en el imperativo de preservar la autonomía e integridad funcional de los Estados y sus relaciones sociales, de ser capaces de mantener la soberanía en su concepción integral, aún si en el ámbito de las relaciones internacionales predominara la incertidumbre y cierta anarquía. Ello fue válido al nivel bilateral, regional o multilateral. Bajo estas consideraciones surgió el concepto de “seguridad multidimensional”.
No obstante, hay un principio axial: para que hablemos de seguridad debe haber dos o más entidades estatales, no puede haber seguridad duradera si “el otro” es privado de ella. Cuando esto sucede, la entidad estatal afectada convierte la coacción armada, es decir, la guerra en una opción perfectamente racional. Es el caso de la guerra en Ucrania, un conflicto que creció posteriormente a la caída del “muro de Berlín”, de la URSS y la desaparición del Pacto de Varsovia. Lo planteó en los términos que desataron la guerra en Ucrania por parte de Vladimir Putin en la Conferencia de Seguridad en Munich (se celebra anualmente) desde 2007, reclamando la inusitada expansión de la OTAN hacia sus fronteras.
Luego de la parte álgida de la “guerra contra el terrorismo” se evidenciaron en paralelo las “nuevas amenazas emergentes”, provenientes de las complejidades que trajo consigo la globalización en el comercio, las inversiones, los mercados regionalizados, la salud, el colapso de las democracias o la emergencia de nuevos fenómenos políticos, especialmente “las amenazas” representadas por el crimen transnacional organizado. Quedaba atrás -aparentemente- el concepto de “las amenazas clásicas” vinculadas a la agresión militar y a las capacidades de los ejércitos profesionales, el concepto Estado-céntrico. Realmente no fue así.
Por tanto, el concepto de “amenazas a la seguridad” nos remite a un estado político de riesgo, miedo o temor. A mayor riesgo, menor seguridad, y a menor riesgo mayor seguridad. Hablamos de conceptos en una relación política inversa, en donde predominan los datos duros y la percepción que de ellos se deriven, por ello, son conceptos que se readaptan al cambio de las circunstancias históricas. La seguridad entonces, la construye cada Estado conforme a los datos duros que posee y a sus percepciones al respecto, y se construye en función de los riesgos convertidos en amenazas por parte de los actores fundamentales de un conflicto severo, por lo que la dimensión del concepto tiene dos vertientes: objetiva (datos duros) y subjetiva (percepción de tu situación política-militar).
En consecuencia, la seguridad como un tema esencialmente político que atañe a la preservación, integridad y permanencia del Estado, que se gestiona desde las instituciones públicas, es una resultante de la interacción entre grupos sociales y agentes públicos (organismos, empresas, instituciones públicas), que implantan sus preferencias en valores, modos de vida, instituciones, etc., y que se preparan para -en un momento dado- realizarlas acudiendo al uso de la coerción armada, sabiendo que pueden estar sujetos a ataques por ello. Pero existe también la cooperación internacional mediante la cual puede haber respeto a los objetivos de unos y otros sobre sus preferencias.
Pero de aquí se deriva igualmente, que el tema de la seguridad-inseguridad respecto de los riesgos-amenazas son percibidas de distintas maneras y grados o niveles por los actores estatales y líderes, en consecuencia, ellos proceden de distinta manera, con indiferencia, agresividad, temor y miedo, con serenidad, etc., conforme a su propio análisis geopolítico, militar y geo estratégico, y a sus postulados ideológicos, realistas, neorrealistas, liberales, conservadores, etc.
Pero en todos los casos, el territorio sigue siendo un elemento fundamental, las guerras regularmente se ganan en los territorios del enemigo, al momento de ordenar los intereses nacionales y de diseñar una estrategia político-militar para ser ejecutadas y defender el interés nacional, preservando la seguridad nacional. Hoy en distintos aspectos, la seguridad nacional o regional se contrapone con la seguridad internacional entendida como un paradigma de preservación colectiva. Son pocos los Estados que aportan a la seguridad internacional y se concentran mucho o con todo en la seguridad nacional.
En las guerras de Europa Oriental y Oriente Medio la seguridad regional y la seguridad internacional están totalmente rotas, erosionadas, vulneradas desde muy distintos aspectos, predomina una visión de la seguridad nacional en su versión clásica, de intereses nacionales entendidos y estructurados en forma dialéctica, antagónica. Con poco espacio para la cooperación internacional y espacios de entendimiento en común. En ese ámbito geográfico, la inteligencia de Estado está totalmente predeterminada por el desarrollo del conflicto militar. Inteligencia-seguridad-guerra son indisociables. La seguridad dejó de ser un estado político con ausencia de amenazas, predominan hoy las amenazas territoriales, los ataques militares, a la soberanía, a la independencia nacional, a la permanencia del Estado nacional, al bienestar de las naciones.
Las posibilidades antes expuestas de negociaciones de paz, tratan de avanzar mediante la convocatoria de una Conferencia de Paz, solicitada por Ucrania y otros países. El año pasado se celebró la misma sin Rusia, y China se negó a asistir. Hoy el presidente Zelenski pide la participación de ambos, Rusia y China, ante la acumulación de derrotas militares y deserciones masivas de militares ucranianos. Antes, Zelenski emitió un decreto en donde prohibía cualquier negociación de paz con Rusia. Hoy desconoce el mismo. No es exagerado decir que es el peor momento para negociar desde Ucrania.
Pero un tema central es el entrecruzamiento de ambas guerras a partir de la interacción política y militar en escenarios de guerra de los Estados y líderes de una y otra. En la primera línea están en ambas guerras EUA. Gran Bretaña, Rusia y China. Ellos cuatro, mueven sus piezas político-militares en las tres guerras en desarrollo (dos por su ámbito geográfico). Al nivel regional, Ucrania, Corea del Norte, Israel, Irán, Líbano, Irak, Siria, actúan como protagonistas o aliados en las guerras regionalizadas, son actores secundarios por su poder global, primarios por su protagonismo regional.
Aquí está la clave de una posible guerra generalizada.