La elección de Morena para su coordinador nacional de defensa de la Cuarta Transformación llegó a buen puerto, pero con la unidad rota y la credibilidad abollada, porque Marcelo Ebrard pidió la anulación del proceso y denunció irregularidades durante la campaña y el levantamiento de las encuestas.
AMLO entregó el bastón de mando a Claudia Sheinbaum, el resto de las corcholatas, gobernadores, legisladores federales, líderes de Morena, PT y PVEM e integrantes del Consejo Nacional, cerraron filas con la exjefa de gobierno.
En la política y en el amor, hay pleitos para reconciliarse y pleitos para romper. En los primeros, se aceptan errores, se perdonan ofensas y se piden disculpas. En los segundos, se buscan pretextos para, de uno y otro lado, la separación. Marcelo Ebrard anunció una ruta de rompimiento con Morena, que se cocina a fuego lento, cuyo punto culminante será en octubre.
De nada sirvió que Morena aceptara las propuestas de Marcelo. Emisión de la convocatoria, reglas de campaña, metodología de la encuesta, empresas encuestadoras, si al final, el resultado fue el mismo: descalificación del proceso.
Las elecciones del 2024 no serán un día de campo. Quien piense que Morena ganará fácilmente la Presidencia de la república y la mayoría constitucional en las cámaras del Congreso de la Unión, se equivoca.
Algunos imaginan que las candidaturas a gobernadores, presidencias municipales, senadurías y diputaciones, ocurrirá como en la segunda parte de El Padrino, donde las familias se reparten el pastel, andan mal. Otros piensan, y así lo presumen, que por haber apoyado a Claudia Sheinbaum con algún tuit o alguna asamblea tienen los méritos para llegar a un puesto de poder, están peor.
La estrategia de Morena ha sido: AMLO pone los votos, el partido los cuida y los candidatos, no meten la pata. Esto ya no alcanza. Para lograr la mayoría constitucional se requiere candidatos competitivos, no lapas que se peguen al vientre de Claudia Sheinbaum para llegar a una gubernatura, a San Lázaro o al Senado.
En su origen la encuesta acomodaba las calabazas en la carreta: Ganadora, candidata a la Presidencia de la República; segundo lugar, coordinador del Senado; tercer lugar, coordinador en San Lázaro y el resto, invitación al gabinete. El desplante de Ebrard rompió este arreglo.
De manera general, los candidatos de las encuestas para las nueve gubernaturas tendrán la confianza y apoyo de AMLO y el visto bueno de Claudia. AMLO lleva mano, pero la opinión de la Coordinadora cuenta. No será el consentido o consentida, el incondicional o la incondicional, sino los más competitivos y leales.
AMLO colocará a sus personas de confianza en el Senado, particularmente a los integrantes de su gabinete que lo acompañarán hasta el final. Claudia tendrá mano en las propuestas a la Cámara de Diputados, porque a esta cámara le corresponde la aprobación del presupuesto y la aprobación de los egresos es clave para el ejercicio de gobierno.
Los 24 gobernadores de Morena y aliados, por la vía de los hechos son los responsables de las campañas en sus entidades. Ellos llevan mano en la designación de diputados locales y de candidatos a presidentes municipales. Todo a su tiempo y a su forma. Por lo pronto, lo importante es que Morena, sus dirigentes y militantes cumplan las cinco tareas que Sheinbaum propuso: creación de comités; elaboración del proyecto, segundo piso de la 4T; cuidar la unidad y abrir el movimiento a todos los sectores sociales. Estas son las prioridades. Eso pienso yo. ¿Usted qué opina? La política es de bronce.