El presidente AMLO, desde Palenque, Chiapas, aseguró que continuarán las mañaneras, en medio de la polémica en torno a un grupo de analistas y medios de comunicación que se pronunciaron en favor de su cancelación.
En opinión de AMLO y de sus simpatizantes, las mañaneras son un “espacio comunicativo” para que el jefe del Estado “dé su opinión” como si se tratase de un ciudadano de a pie que busca expresar lo que piensa en torno a un asunto de carácter público.
¿Las mañaneras son un medio de información? Vamos a ver. Desde el inicio de la transmisión de las mañaneras (el lector recordará que el propio AMLO lo hizo cuando fungió como jefe de Gobierno del Distrito Federal) muchos recordaron el programa venezolano Aló Presidente, encabezada por Hugo Chávez y financiado con recursos del Estado.
En este sentido, las mañaneras de AMLO han servido, desde siempre, a promover la imagen del presidente como inspirador y fuente de legitimidad. En sus espacios matutinos, el tabasqueño no ha titubeado en atacar a miembros de la oposición, jueces, periodistas, escritores, intelectuales, al rey de España, empresas estadounidenses, funcionarios, y en suma, a cualquier hombre o mujer que manifieste – o haya manifestado en el pasado- una opinión o postura contraria a los postulados de la 4T.
Desde la cima del poder, AMLO ha utilizado su espacio mañanero para denostar y restar legitimidad a sus opositores. Sin embargo, no se trata de una idea original. Así como lo hace AMLO y lo hizo en el pasado Chávez, los regímenes populistas echan mano de estos recursos comunicativos con el propósito de establecer la agenda del día y utilizar el poderoso púlpito presidencial para azuzar a sus bases y manipular la verdad mediante estratagemas mañosas dirigidas a enaltecer la figura del presidente.
Las mañaneras son, en suma, mucho más que un libre espacio para que AMLO exprese su opinión. Lejos de ello, son una poderosa arma comunicativa dirigida a manipular la verdad, mentir, descalificar, y a la vez, alardear sobre supuestos éxitos del gobierno. En otras palabras, son una vulgar herramienta de propaganda gubernamental con el presidente como centro y origen de todas las bendiciones traídas por la 4T.
Una democracia no necesita mañaneras ni a un presidente que salga a denostar periodistas o intelectuales. Lo que sí exige es que los mexicanos libres no sean objeto de la ira del presidente, y que éste se comporte como un verdadero jefe de Estado. ¿Será mucho pedir? Lo es.