Voy a dividir una historia real en dos partes por una utilidad de análisis que entenderá el lector más adelante.

Primera parte de la historia: Un grupo de presuntos narcotraficantes le dio persecución a una unidad de militares mexicanos en la zona habitacional de un poblado de Michoacán llamado Nueva Italia. Aparentemente, los presuntos narcotraficantes tenían superioridad numérica y de poder de fuego en relación a los militares, quienes fueron perseguidos hasta ser echados de esa población.

Segunda parte de la historia: Poco después de esa persecución el ejército mexicano reaccionó con toda su potencia disponible en la zona enviando a 400 elementos de tropa al lugar del incidente. Gracias a esto, los presuntos narcotraficantes se replegaron y el ejército tomó el control de la situación hasta lograr confiscar un laboratorio donde se procesaban drogas con saldo blanco, es decir, sin muertos y sin heridos.

La guerra de declaraciones y ataques verbales

La primera parte de la historia, la que corresponde a la persecución de los militares, fue registrada en un documento audiovisual que fue publicado en las redes sociales y los medios de información, lo que fue aprovechado por la oposición para detonar una primera ola de críticas donde se enfatizaba lo siguiente: La persecución de militares es una humillación infligida a las Fuerzas Armadas, y se debe al fracaso de la política de seguridad de AMLO.

AMLO respondió a esas críticas iniciales diciendo lo que ya es habitual en él: que su política de seguridad se basa en el combate del mal con el bien y con la inteligencia, lo cual la hace diferente de la política del viejo régimen, que privilegiaba a la fuerza. Sobre ese fundamento normativo, AMLO elogió la reacción de los militares perseguidos afirmando que actuaron con sentido de responsabilidad. Sin embargo, añadió algo más:

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“Cuidamos a los elementos de las Fuerzas Armadas, de la Defensa, de la Guardia Nacional, pero también cuidamos a los integrantes de las bandas, son seres humanos; esta es una política distinta.”

AMLO

Y esa declaración detonó otra ola de críticas de la oposición que enfatizaba una presunta conspiración criminal entre AMLO y la delincuencia organizada que deja indefensos a los ciudadanos. Le regalo enseguida algo que declaró Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, y que considero representativa de esa segunda ola de críticas:

“El gobierno de López Obrador no combate, sino que cuida a los delincuentes porque son sus aliados. Morena es delincuencia organizada. ¿Y quién protege a la sociedad, Andrés Manuel?”

Jesús Zambrano

Luego de esta segunda ola de críticas AMLO declaró que no fue un desliz el que haya dicho que su gobierno también cuida la vida de los delincuentes por ser seres humanos, sino que lo dijo con convicción porque así lo cree. En ese momento AMLO cuestionó a sus críticos con la siguiente interrogante: “¿En dónde está el amor al prójimo?”

La actitud ventajista y mentirosa de los opositores de AMLO

Mi intención en este artículo es deliberar en torno a quién tiene la razón en esta guerra de declaraciones. Como punto de partida, hago mi análisis breve sobre la historia real que nos ocupa.

Creo que el ejército mexicano cometió un error al enviar a un puñado de militares a un lugar donde serían superados por los enemigos en número y poder de fuego; error cuyo resultado contraproducente fue que esos militares fueran perseguidos y echados de ese lugar. Muy probablemente dicho error se debió a defectos de inteligencia y logística. Pero, como ya hemos dicho antes, el ejército corrigió su error y pudo concretar una operación exitosa con saldo blanco.

Cualquier declaración pública responsable sobre este tema se habría ajustado más o menos al análisis anterior. Pero eso no ocurrió, porque las críticas que lanzaron los opositores de AMLO fueron ventajistas y tramposas. Esto es así porque en sus declaraciones preservan la primera parte de la historia, la referente a la persecución de los militares, pero expurgan o ignoran la segunda parte de la misma historia, que es la rectificación del error por parte del ejército y la conclusión con una operación exitosa y con saldo blanco. Y por supuesto que si omitieron la segunda parte de la historia fue porque no les servía para armar sus críticas tramposas y, por tanto, falsas.

Otra gran mentira de los opositores ocurre cuando asumen una actitud teórica absolutista para, otra vez de manera muy oportunista, pasar por alto o ignorar las circunstancias del caso y sus limitaciones. Esta mentira la ejemplifica muy bien Felipe Calderón con su declaración:

“No merecen las Fuerzas Armadas, los soldados de México, este tipo de humillaciones. Tienen la disciplina, los conocimientos y el armamento para repeler una agresión así.”

Felipe Calderón

No dudo que el ejército mexicano tenga esa potencia suprema (suprema en el contexto mexicano) a la que se refiere Calderón, pero el problema es que la misma no era efectiva en esa circunstancia específica que vivían los militares al ser perseguidos y, por tanto, no estaban en posibilidades de “repeler” a un enemigo que les superaba en cantidad y poder de fuego. La única alternativa razonable de esos militares era replegarse.

Otra gran mentira de los opositores de AMLO se relaciona a la anterior. Contra lo que dicen Calderón y otros opositores, la potencia suprema del ejército mexicano sí se puso en acto. Eso ocurrió en la segunda parte de la historia, que corresponde a la conclusión de sus operaciones de manera exitosa. Sin embargo, y como ya dijimos antes, Calderón y el resto de opositores han omitido esa segunda parte de la historia porque no les era de utilidad en la construcción de su falsa narrativa.

Otra gran mentira de los opositores de AMLO ocurre cuando sacan de contexto la afirmación de éste en el sentido de que debe cuidarse la vida de los delincuentes. Para cualquier persona razonable que se haya enterado de los hechos, queda perfectamente claro que el presidente se refería a que su política de seguridad tiene como noma el no matar o herir a los delincuentes en la medida de lo posible durante los operativos de campo. Sin embargo, los opositores del presidente, y otra vez de manera ventajista y tramposa, quitaron ese contexto de la declaración para ponerla en un contexto que ellos inventaron con su fantasía para luego afirmar la existencia de una complicidad criminal entre la delincuencia organizada y AMLO en los siguientes términos generales: AMLO protege a los delincuentes y no le importan los ciudadanos.

Desgraciadamente, algunos ciudadanos que no acostumbran guiarse con la razón mordieron el cebo en la trampa de los opositores de AMLO y expresaron sus opiniones en las redes sociales con enfado en los siguientes términos: AMLO cuida a los delincuentes, pero a nosotros ¿quién nos cuida? Aunque tal vez algunos o muchos de esos ciudadanos son paleros o prosélitos de los opositores de AMLO.

Sobre la valentía, la acción razonable, la virtud y el honor:

Antes de seguir adelante en mi análisis, haré un pequeño desvío para traer a cuentas algunas nociones que nos servirán como criterios. Sería deseable que el lector tenga paciencia y lea con detenimiento estos comentarios.

Platón y Aristóteles sobre la valentía y la cobardía

Platón y Aristóteles son los que mejor han tratado los temas de la valentía, la cobardía y la temeridad. Lo dicho por estos dos pensadores en esos temas sigue vigente en nuestra cultura y lo que se ha añadido después de ellos son simples notas al pie. Según Platón, la valentía (fortaleza, valor o coraje) es una de las cuatro virtudes principales y la define como “la opinión recta y conforme a la ley sobre lo que se debe temer y sobre lo que no se debe temer.” Puesto esto en términos modernos y referidos al tema específico que nos ocupa, significa que la valentía es una virtud (valor o cualidad) humana que consiste en la deliberación y voluntad resueltas para confrontar situaciones que implican un posible mal, pero siempre bajo la guía de la razón en cuanto a lo que se debe temer y no temer sobre ese mal posible.

Aristóteles hereda esa noción de la valentía de su maestro Platón y la perfecciona en su ética del justo medio. Este pensador también asocia una virtud a la valentía y la define como el hábito racional que da solidez a las deliberaciones. Luego coloca a la valentía entre dos extremos (defecto y exceso) o vicios: la cobardía y la temeridad. La cobardía es aquel hábito irracional (actuar sin la guía de la razón) que lleva a las personas a una total aversión al riesgo y a un consecuente encogimiento de carácter y a la parálisis en la acción. La temeridad, por su parte, es aquel hábito irracional (actuar sin la guía de la razón) que lleva a las personas a una pasión que domina su personalidad y que consiste en afrontar riesgos indiscriminadamente. Y es esa temeridad, o ese hábito de afrontar riesgos sin la guía de la razón, lo que el Sócrates de los diálogos platónicos llamaba “audacia insensata”.

Como ya habrá notado el lector, la valentía es una cualidad humana que tiene como precedente o condición inexcusable la guía de la razón, lo que significa que las personas deben ser razonables al momento de deliberar sobre si deben enfrentar o no una situación de riesgo, y donde el ser razonable se reduce a un cálculo utilitario sobre la relación entre medios y consecuencias. Pero es muy importante aclarar que lo razonable implica en esto una connotación limitativa, que incluye la falibilidad de la razón y la consideración de los límites y de las circunstancias en las cuales la razón de las personas debe operar. Por lo tanto, ser razonable también significa darse cuenta de las circunstancias y las limitaciones que éstas implican, con la renuncia consecuente a una actitud absolutista en el plano teórico o práctico.

Dicho lo anterior, podemos establecer una regla de conducta razonable para todas las ocasiones y situaciones, incluyendo aquellas que implican un riesgo: Siempre debemos buscar y elegir aquellos medios que, con el máximo de probabilidad posible, acarrearán las consecuencias que tenemos previstas. En situaciones de riesgo, esta regla de acción razonable incluye en sus consecuencias previstas, además del éxito, la conservación de la vida. Y por supuesto que la conservación de la vida siempre es una exigencia de la conducta razonable, sobre todo si hemos de considerar a la valentía como una virtud humana, como veremos enseguida.

En el ámbito moral, la virtud es cualquier capacidad o potencia humana en el dominio moral. Y si asumimos a la virtud moral como la capacidad o potencia del cálculo utilitario, noción que por cierto era muy común en el empirismo británico, entonces la virtud es aquello que decía el filósofo racionalista Spinoza: “Obrar absolutamente por virtud no es en nosotros nada más que obrar, vivir y conservar el ser bajo la guía de la razón, teniendo por fundamento la búsqueda de la propia utilidad.” Y siendo así, y si la valentía es una virtud humana, entonces el valiente está exigido a actuar razonablemente y tratando siempre de conservar su vida.

El bien hacer se da en el contexto de ciertos principios, normas o reglas para la conducta humana. La virtud, y el honor que confiere ésta, son los premios del bien hacer. Así pues, podemos definir al honor como toda manifestación de consideración y estima tributada a un hombre, así como también a la autoridad, el prestigio o el cargo mediante los cuales se le premia y se le reconoce. Esta noción del honor también es una herencia de la antigua ética griega, un mundo antiguo en el cual el honor era considerado un bien fundamental de la vida social en tanto era útil para regular y controlar comportamientos individuales y sociales. Tan importante era el honor en el mundo antiguo, que el mismo Aristóteles admitió una virtud en relación al honor, que es la magnanimidad, y que se encuentra en el justo medio de dos vicios: la ambición (exceso) y la estrechez de alma (defecto) Y esa noción del honor pasó a nuestras costumbres y formas de derecho a través del conducto aristocrático, y equivale a lo que hoy en día llamamos: respetabilidad.

Ahora sí, ya armados con estas nociones, podemos seguir adelante en nuestras indagaciones sobre la guerra de declaraciones en torno a la persecución de militares en Michoacán.

¿Los militares mexicanos son cobardes o “ratones” como dicen los opositores de AMLO?

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En opinión de los opositores de AMLO, la persecución de militares ha degradado su virtud de valentía (honor) hasta ponerlos en condición de cobardes (deshonor) y esto le ha quitado respetabilidad (honor) a la autoridad que ostentan los militares mexicanos. Todos ellos están afirmando eso explícita o implícitamente, y por eso convirtieron a la humillación, que no es sino la ofensa al honor, en su único tema de crítica y ataque. Un ejemplo de lo muy explícito lo tenemos en lo que declaró el aristocrático caricaturista político de la oposición, Paco Calderón:

“Jamás pensé oír a un presidente de México disculpar así su incompetencia y cobardía. Las Fuerzas Armadas huyendo como ratones, y en cambio haciéndola de albañiles. Como mexicano maldigo mil veces la hora en que se votó por este gobierno.”

Paco Calderón

Pero como puede ver, los opositores van mucho más allá en sus maquinaciones o intrigas. Ellos afirman que la cobardía y el deshonor son ya fenómenos recurrentes o generales en las fuerzas armadas, y que esto ha sido inducido por la política de seguridad de AMLO. Y es así como ellos pretenden persuadirnos acerca de un fracaso de esa política y del actual gobierno.

Resolvamos eso de si los militares mexicanos son cobardes sin perder de vista jamás lo que hemos dicho antes sobre la valentía, la acción razonable y la virtud. Pero tampoco debemos perder de vista jamás la circunstancia (y sus limitaciones) en que se encontraban los militares que fueron perseguidos, y que los ponía en seria desventaja con respecto a un enemigo más fuerte en número y potencia de fuego.

Si esos militares hubieran elegido parar su convoy para hacer frente al enemigo, entonces, con la máxima probabilidad, habrían generado consecuencias fatales para ellos y para civiles inocentes. Evidentemente, esto habría sido una acción irracional y, por tanto, temeraria o de audacia insensata.

Si esos militares hubieran elegido replegarse pese a tener igual o mayor potencia que los presuntos narcotraficantes, y si las circunstancias no implicaban la posibilidad de que civiles inocentes resultaran muertos o heridos, entonces eso sería una acción irracional y habría razones suficientes para calificarlos de cobardes. Sin embargo, sabemos muy bien que esos militares no estaban en esas circunstancias, porque lo cierto es que estaban en desventaja de potencia y en una zona habitacional. Siendo así, no hay razón alguna para calificarlos de cobardes.

Al elegir por la evasión o el repliegue, tal como lo hicieron, los militares eligieron la acción que, con mayor probabilidad, les acarrearía las consecuencias previstas en ese momento de alto peligro: al menos salvar su vida. Entonces, esto fue una acción razonable y, afortunadamente, y ya con los hechos consumados, vemos que esos militares acertaron al guiarse por la razón y elegir el repliegue.

La conclusión, entonces, es que esos militares actuaron muy razonablemente. Si bien es cierto que esa acción razonable no los hace valientes, tampoco los hace cobardes. Y siendo así, podemos concluir también que los opositores de AMLO están insultando a esos militares cuando los califican de cobardes y “ratones”, porque se trata de una condición que no es propia de ellos. Pero tómese en cuenta que el insulto se magnifica porque los opositores generalizan el insulto de cobardes a todos los integrantes del ejército mexicano. Digamos que aquí la oposición de AMLO está actuando con crueldad porque se está acrecentando el daño inmerecido.

La acción virtuosa de los militares que han despreciado e ignorado los opositores de AMLO

La acción de repliegue de esos militares es también virtuosa si consideramos la virtud como la capacidad humana para el cálculo utilitario. Para comprender esto me sirvo de nuevo de lo que dijo el filósofo Spinoza: “Obrar absolutamente por virtud no es en nosotros nada más que obrar, vivir y conservar el ser bajo la guía de la razón, teniendo por fundamento la búsqueda de la propia utilidad.” Y en efecto, eso fue exactamente lo que hicieron esos militares: una acción virtuosa, porque al elegir razonablemente por el repliegue lograron preservar su vida.

No tenemos certeza sobre los varios móviles que llevaron a esos militares a la decisión de replegarse, pero sin duda alguna que uno de los móviles fue salvar su vida. Pero si esos militares también eligieron el repliegue para no causar muertos y heridos entre los civiles inocentes, entonces en ellos obró esa noción de virtud muy usada por los analistas ingleses del siglo XVIII y por los positivistas, y que es la virtud como sentimiento moral, como simpatía, como instinto altruista, o como lo dijo Voltaire: “El hacer el bien al prójimo.” Y si es el caso que esos sentimientos morales obraron en la interioridad de esos militares, entonces su acción de repliegue fue doblemente virtuosa, porque salvaron su vida y la de otros.

Pero hay más virtud en esto, porque podemos apostar a seguro que esos militares, mientras se replegaban, vivían en su interioridad una intensa lucha entre su intención moral y su orgullo conectado a su sentido del honor (valentía, prestigio, etc.) Pero afortunadamente, y como muestran los hechos consumados, la intención moral de esos militares logró vencer a su propio orgullo. Y eso se llama fortaleza de espíritu y virtud.

Los opositores de AMLO no respetan a la humanidad y a la dignidad humana

Emanuel Kant nos heredó la filosofía moral más completa y racional en la historia del pensamiento. La segunda fórmula del imperativo categórico de Kant dice lo siguiente: “Obra de manera tal que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de todos los demás, siempre como un fin y nunca solo como un medio.” Bien vista la fórmula, nos está dando una definición de la humanidad como la naturaleza racional del hombre, en cuanto dotada de dignidad y, por lo tanto, en cuanto debe valer como fin en sí misma. A su vez, esta fórmula es también el principio de la dignidad humana en tanto establece que todo hombre, como fin en sí mismo, posee un valor intrínseco (no relativo, como es el precio de los valores materiales) que es superior a todo precio y no permite equivalencia, y que llamamos dignidad.

A partir de esta segunda fórmula se puede concluir que debemos reconocer la existencia de la humanidad y su dignidad en la persona de todos los seres humanos, y que dicho reconocimiento es el objeto propio del respeto entre los hombres, el cual nos obliga a salvaguardar la humanidad y su dignidad en todos los hombres.

A la luz de lo anterior, es claro que cuando AMLO dijo que los criminales son seres humanos que merecen respeto a su vida, solo está parafraseando lo que hemos concluido en torno a la segunda fórmula del imperativo categórico: que debemos reconocer y salvaguardar la humanidad y su dignidad en todos los hombres, lo cual incluye a los delincuentes. Así pues, es evidente que AMLO dijo una gran verdad.

Si a algunos les cuesta trabajo reconocer lo anterior, ya sea porque tienen una noción prejuiciada de la humanidad, o ya sea porque odian a AMLO, lo siento mucho, porque no hay forma de poner objeción alguna a esa gran verdad. En efecto, no podemos argüir que nosotros no debemos reconocer y salvaguardar la humanidad y su dignidad contenidas en la persona de los criminales solo porque ellos no reconocen, y por tanto no respetan, la humanidad y su dignidad contenidas en la persona de sus víctimas. Eso no vale como objeción a menos que nosotros estemos dispuestos a ser tan inmorales e inhumanos como ellos. No hay que olvidar que esa importante fórmula de la conducta moral es un imperativo categórico que no da lugar a excepciones de comportamiento.

Pero a pesar de todas esas verdades categóricas o inexcusables que impone la razón moral, ocurre que los opositores de AMLO se escandalizaron cuando éste dijo la gran verdad de que los criminales son seres humanos que merecen respeto a su vida. Sus críticas escandalosas fueron tal como si AMLO hubiera dicho una expresión irracional, inmoral e inhumana. Sin embargo, si nos atenemos a lo que dijimos en base a la segunda fórmula del imperativo categórico, resulta que ellos son los irracionales, inmorales e inhumanos, puesto que se niegan a reconocer la humanidad y su dignidad en ciertas clases de personas.

El prejuiciado y retorcido concepto del honor de los opositores de AMLO

AMLO

Ya antes me ocupé en reflexionar un poco sobre el honor. Pero dejé intencionalmente para el final una importante aclaración sobre este concepto. El honor (respetabilidad), pese a que tiene alguna utilidad en la regulación de las conductas individuales y sociales, incluye una gran dosis de conformismo a los prejuicios dominantes en el grupo social que crea el honor y lo confiere. Es por esto que nuestra noción del honor ha sido con mucha frecuencia la causa principal de acciones inmorales y hasta criminales que terminan por suscitar conflictos en las familias, en las sociedades humanas y en las relaciones entre los pueblos, y que con mucha frecuencia tienen consecuencias harto destructivas y monstruosas. El mismo Aristóteles reconoció esto cuando trató este tema del honor.

En la historia humana podrá encontrar abundantes ejemplos de cómo el honor y sus prejuicios fueron causa de guerras con consecuencias monstruosas. Pero no se vaya muy lejos. Haga un repaso en su memoria sobre la enorme cantidad de crímenes que han ocurrido en este país por cuestiones de honor. Sabemos que muchos hombres han matado a su pareja por presunta infidelidad (honor viril), que muchos padres han matado a sus hijos arguyendo una falta de respeto a la autoridad paternal (honor paternal), que muchos borrachos se han matado por un insulto verbal, porque hasta los borrachos tienen sus códigos de honor. Vaya, para no ir muy lejos, los funestos y salvajes hechos ocurridos en el estadio de fútbol Corregidora de Querétaro es un ejemplo reciente de la monstruosidad a que lleva el sentido del honor, aunque en esta ocasión conectado a las divisas de un deporte espectáculo.

Es cierto que la persecución de los militares fue una humillación, pero solo porque implicó un daño a la respetabilidad del cargo y la autoridad que ostentan. Pero la cuestión que debe resolverse aquí es la siguiente: ¿se justifica moralmente tomar una acción temeraria que, con máxima probabilidad, habría de costarle la vida a ellos y a otros inocentes solo para salvar una cuestión de honor profesional?

Por supuesto que no hay justificación moral alguna para eso si recordamos lo que ya dijimos antes: que siempre hemos de reconocer y salvaguardar la humanidad y su dignidad presentes en todo ser humano. Así pues, cualquiera que se ponga a buscar una justificación para permitir que alguien muera por una cuestión de honor, morirá de viejo buscándola porque no la encontrará jamás.

En teoría, la fuerza física es una virtud propia de los militares, entendida ésta como capacidad o potencia humana. Sin embargo, ocurre que esos militares perseguidos tuvieron la fortaleza interna para que su sentimiento moral venciera a su propio orgullo conectado a su sentido del honor del cargo, y gracias a ello pudieron cumplir con el imperativo categórico moral que nos obliga a respetar y salvaguardar la dignidad humana contenida en ellos y en los demás, y gracias a lo cual salvaron vidas humanas. En suma, esos militares, pese a que su virtud es la fuerza física, demostraron su humanidad y virtud al darle privilegio al reconocimiento y salvaguarda de la dignidad humana por sobre el honor que confiere el cargo público.

En teoría, el respeto entre los hombres es una virtud propia de los políticos. Eso lo sabemos desde que Platón lo puso en boca de Protágoras en su diálogo homónimo. Y tiene que ser así porque el respeto, entendido como el empeño en reconocer y salvaguardar la dignidad humana que existe en nosotros y en el resto de personas, es uno de los ingredientes fundamentales del arte político, o sea, de la técnica de la convivencia en sociedad. Sin embargo, ocurre que los opositores de AMLO, pese a que su virtud propia es el respeto (solo en teoría, claro), se ocuparon exclusivamente en la delirante y frenética apología del honor del cargo público olvidándose por completo del respeto a la humanidad y su dignidad, con lo cual demuestran su miserable condición humana porque está claro que consideran que los valores relativos del honor del cargo público son mucho más importantes que el valor intrínseco de las personas o la dignidad humana.

Y así hemos llegado a una ironía aberrante y muy obscena. En efecto, porque resulta que los militares tuvieron en una situación de alto riesgo la fortaleza interna y la prudencia para tener una conducta razonable, virtuosa y muy elogiable, pero ocurre que los opositores de AMLO, que presumen de ser políticos e intelectuales, tuvieron una conducta irracional, viciosa y deshonrosa para su persona y para la política.

Toda esa loca obsesión y exaltación de los opositores de AMLO con la humillación se debe a que tienen una visión aristocrática, prejuiciada y muy retorcida del honor. Es un sentido del honor donde el gobernante en turno cree tener justificación para matar o lastimar a cualquiera que desafíe o humille el honor que le confiere su autoridad o cargo público. Es un sentido del honor donde el gobernante o el burócrata en turno creen tener el derecho de hacer lo que se les antoje con los gobernados y sus subordinados, incluyendo en esto el disponer de sus vidas a su antojo. Y todo ese prejuicio y retorcimiento horrendo en su sentido del honor es un problema de origen porque ellos pertenecen al viejo régimen donde la forma ideal de gobierno es el autoritarismo que afirma a la clase política y a los tecnócratas como precedentes de los individuos y su dignidad humana, razón por la cual tienen el hábito irracional y autoritario de aplastar y anular a todo el que no se doble ante sus caprichos.

Mis conclusiones

Como dije al principio, el lector tiene la última palabra sobre quién tiene la razón en este asunto. En lo personal, no me cabe ni la menor duda que AMLO tiene la razón porque dijo en otras palabras lo que ya hemos concluido aquí. Dijo una gran verdad cuando afirmó que los militares perseguidos actuaron con sentido de responsabilidad. Ciertamente demostraron que se guiaron por la razón y que incluyeron en los motivos de su comportamiento el respeto a la dignidad humana que existe en ellos y en los demás. También dijo una gran verdad cuando afirmó que los delincuentes son seres humanos que merecen respeto a su vida.

Por lo que respecta a los opositores, ya demostramos que fueron oportunistas y tramposos, que mintieron, que insultaron a los militares que solo merecen elogios, que desprecian a la humanidad y su dignidad, que se comportan como aristócratas retorcidos, que violaron al arte político y, por todo lo anterior, que han caído a la misma condición de los peores canallas.

He reservado para el final la crítica que un presunto analista llamado Max Kaiser dirigió a AMLO: “Esta es una de las declaraciones (confesiones) más graves que le he escuchado a un presidente de un país.” El tal Max quiere poner al mundo de cabeza, ¿no le parece? En efecto, ya sabemos que, en este caso, AMLO está del lado de la razón y lo confesable, y que sus opositores están del lado del oportunismo, la mentira y la inmoralidad, es decir, de lo inconfesable para la gente decente.

Pero, en fin, así de pervertida y loca está la oposición política en este país en su empeño caprichoso de poner al mundo de cabeza en su inútil lucha para destruir a AMLO. Y lo peor es que tenemos que aguantarlos y, a algunos o muchos de ellos, hasta pagarles sus sueldos para que puedan seguir armando maquinaciones estúpidas.

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