Quizá la palabra encuesta la asociamos al mecanismo que aún prevalece como instrumento para tomar decisiones en Morena a pesar de las muestras de injusticia y manipulación, pues hay casos y testimonios inocultables.
De hecho, el propio Secretario de Gobierno Federal -en una gira por Chihuahua- le reconoció a Cruz Pérez, actual presidente municipal de Ciudad Juárez, el amargo trago que pasó cuando le arrebataron de las manos una aspiración legítima que ganó para competir por la gubernatura de aquella entidad.
Y cómo esos casos hay cientos que han imposibilitado a muchos aspirantes pese al inmenso poder de convocatoria. Sin embargo, parece que hay decisiones de gran peso político que tal vez por interés o simplemente por favoritismo inclinan la balanza sin tomar en cuenta el momento clave que experimentan algunos actores que han vivido en carne propia el desdén.
Pero al mismo tiempo está el juego de las otras encuestas que circulan en distintas casas metodológicas que realizan estudios o califican el respaldo social. Esto ha sido un ir y venir porque cada semana tenemos la oportunidad de observar ponderaciones de muestras que, en ocasiones, no reflejan la realidad o existen algunas que simplemente están cuchareadas puesto que es excesivamente exagerada la interpretación.
Estoy hablando de las encuestas que miden a los presidenciales de Morena y que reconocen el respaldo de la sociedad. Quizá podamos tomar la muestra de tres o cuatro que han tenido un reconocimiento y una credibilidad en procesos de elección popular.
Aquí, nos detendremos un poco a reflexionar los factores asociados- que claramente muestran el impulso del propio gobierno de la República y en las propias mañaneras que ha sido una tribuna de posicionamiento, pero también de segregación.
En ese esquema sale cotidianamente Claudia Sheinbaum, más que el canciller Marcelo Ebrard, pero no aparece la figura de Ricardo Monreal. Eso, en el juego presidencial influye, pero no será determinante ni mucho menos decisivo ya que la conciencia ciudadana logrará profundizar la toma de decisiones, aunque también la vida democrática del país.
Pese a la exclusión marcada que han puesto en práctica estos últimos meses, Ricardo Monreal aparece en las encuestas más confiables entre 14 y 22 por ciento de respaldo en la militancia de Morena.
Y qué pasa con Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard que cada semana sus equipos políticos han entrado en una dinámica de estrategias para lanzar y presumir encuestas cuando, muchas de ellas, no muestran lo que realmente acontece o, simplemente, están cuchareadas como ha trascendido en algunos medios de comunicación.
Pero hay un elemento en esta guerra de encuestas que quizá no han calculado correctamente. En un equipo político le siguen apostando a la tribuna que pueda seguir brindándoles el propio presidente, aunque puede llegar a ser insuficiente por una mezcla de dos factores: han alcanzado su techo cuantitativo, incluso han descendido a pesar de la cargada.
Otro aspecto es el desgaste natural de un gobierno en el ocaso de su sexenio. Eso puede desinflar las aspiraciones porque ya entrarían otros elementos en una reconfiguración o equilibrio de fuerzas que aún está a la espera de encontrar la plataforma idónea para respaldar.
Seguramente ese momento lo puede aprovechar el propio Ricardo Monreal que ha sabido calcular los tiempos y no irse, como lo hacen los demás, con toda la maquinaria propagandística que, al final de cuentas, lograría revertirse ya que llegará la etapa más compleja de sostenerse en el mapa presidencial que no todos resisten o, simplemente, porque la capacidad de reacción en los rivales es sorprendente cuando aprietan el acelerador para ganarse el respaldo de la población civil que actuará por conciencia.
Pasó hace poco en Nuevo León con Samuel García que comenzó abajo; emparejo, y después subió a la cima para ganar el ejercicio, pues recordemos que la candidata de Morena -en aquella entidad- perdió más por el desgaste que por el exceso de confianza.
Que nadie se sienta ganador (a) a dos años del proceso. Falta y las piezas del ajedrez se pueden mover a otra causa.
La política es el arte de lo posible.