Solo en Morena sucede este tipo de escenario. La lucha por la sucesión presidencial ha ido escalando con circunstancias, hasta cierto punto naturales, como destapes y posicionamientos personales, aunque también se generó un clima de guerra sucia que contamina sin tener motivo o, quizá sí, al tratar de desgastar una legítima aspiración con golpes bajos.

No tengo ninguna duda que a expensas del poder se sometió a José Manuel del Río Virgen, un hombre cercano al presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado con el único afán de golpear a Ricardo Monreal. Lo más lamentable es que el gobernador de Veracruz tomó el camino de castigo sin razón. Fue curioso, porque no hay ni siquiera pruebas más que conjeturas.

Dicen los que saben que fue una maniobra política para intentar neutralizar a Ricardo Monreal. Sin embargo, paradójicamente eso lo fortaleció: se creó una comisión especial del caso Veracruz y, mejor aún, la CNDH ofreció una recomendación justa al proponer derogar el delito de ultraje.

Será que con ese motivo, Cuitláhuac García buscó respaldo en la imagen de Claudia Sheinbaum. Quizá sí. Lo cierto es que, políticamente, eso le resta crédito a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

Al tratarse de la sucesión presidencial, es obvio que el tablero político tuvo que moverse estratégicamente. Por eso, la reunión de Cuitláhuac y Claudia está lejos de ser, políticamente, una alianza poderosa.

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En lugar de fortalecer su aspiración presidencial, la Jefa de Gobierno exhibe que, más allá del golpe que propició la CNDH, a ella lo único que le interesó es la fotografía para levantar suspicacia y enviar una misiva al presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara Alta.

Junto con esa premisa, llega la versión de creación de un grupo de legisladores en la Cámara Alta que estaría, sí se presenta un intento de ruptura y se materializa, la conformación de un equipo alterno con un alto porcentaje de Senadores de Morena que se inclinaría a favor de Ricardo Monreal.

Eso se desprendió luego de que la Senadora Antares Vásquez tiene pensado meter el asunto de separación en la coordinación de la fracción de Morena a Ricardo Monreal, en el curso de la plenaria.

Si eso llegase a pasar, la relación pero, peor aún, estaría en riesgo el esquema de Reformas Constitucionales pendientes en materia Electoral y Eléctrica.

Honestamente no consideramos que eso suceda. La propuesta se infló, pero no tendrá eco ni repercusión. En primer lugar, eso sería un suicidio para Morena y, en términos políticos, puede significar el punto de quiebre y el florecimiento del Monrealismo que hay que recalcar, es inmensamente poderoso.

No sólo lograría llevarse a la causa a gran parte de los Senadores de Morena, sino sumaría a legisladores de todos los partidos que aprovecharán la coyuntura. No hay que perder de vista eso. El que más pierde es el presidente López Obrador. Él lo sabe. Tiene claro que, en este momento, lo menos viable es una hecatombe de esa naturaleza.

A pesar de que hay signos o señales desde el Senado para hacerle el caldo gordo a Claudia Sheinbaum, no prosperará. Nadie como el senador tiene el tacto y la eficiencia para construir acuerdos sin poner en riesgo la viabilidad del proyecto. Ya hemos tratado el tema con ejemplos de la Revocación de Mandato, la Guardia Nacional, el Juicio Político, entre otros.

Otro aspecto que no podemos soslayar, máxime por la cercanía, es el vínculo que tiene Ricardo Monreal con Dante Delgado.

Dicha relación puede llegar a tener mayor solidez si, llegada la plenaria, realmente existe un plan sospechoso de retirar la coordinación de la fracción de Morena a Ricardo Monreal.

Sea como sea, o visto desde todos los algunos, Ricardo Monreal puede ser un punto de apoyo para construir una mega alianza si literalmente recibe una puñalada en la espalda. No sería un capricho del zacatecano buscar alternativas porqué, políticamente, lo más importante es el recurso legítimo para aparecer en la boleta.

Los partidos serían únicamente el vehículo o el mecanismo.

Es una realidad que, detrás de Ricardo Monreal, viene empujando una fuerte columna vertebral que ha dado equilibrio a la política de la 4T. Dentro de ese esquema van gobernadores, diputados, militantes y simpatizantes de Morena. Toda una ola social mayúscula.

Si la consigna es a como dé lugar posicionar a Claudia Sheinbaum, entonces sí, hay una probabilidad alta de que, en 2024, se disputen la silla presidencial dos bloques. El de la jefa de Gobierno, y tal vez un mega proyecto con todos los partidos de oposición ya contando con MC para buscar que Monreal pueda abanderar la candidatura.

Y, en una de esas, puede llegar un aliado que, en este momento, ha sufrido de igual manera una desigualdad de reflectores y tribuna presidencial. Hablo de Marcelo Ebrard, un fuerte contendiente que no está dispuesto a declinar ni ceder margen de maniobra a otro perfil.

Así observo el panorama hoy en día. Debo mencionar que, cuando se sigue exhibiendo la guerra sucia, y persiste el tema de la sucesión presidencial con un claro sesgo de favoritismo, las piezas pueden moverse estratégicamente.