Las reglas de participación claras, así como los mecanismos y prácticas transparentes, fueron parte del reclamo social constantemente. Ese clamor nació de las bases del partido, pero, también, del llamado que hicieron algunos aspirantes a la precedencia que, durante un buen lapso, solicitaron piso parejo. Desde hace meses esa situación pasó a ser una rutina; muchos funcionarios, de forma pública o con activismo social, mostraron su inclinación hacía un lado. De eso hablaron y alzaron la voz quienes, con justa razón, atestiguan la inequidad de la contienda.

Sabemos que, en ese sentido, la propuesta que aprobó el Consejo Nacional salió de la propia sede de Palacio Nacional. El propio presidente, en relación con eso, ha mediado el proceso que se avecina y, con una jugada maestra, fijó las condiciones para la competencia. De hecho, fue el mismo mandatario el que puso sobre la mesa los criterios para que el ejercicio fuese un auténtico mecanismo democrático. Es decir, estos dos meses y medio, y antes de conocer al perfil que encabezará los trabajos de coordinación de la defensa del voto, no habrá activismo a favor de ninguna de las corcholatas por parte ningún funcionario público o gobernador.

Eso garantiza, al menos en estas semanas, que hay voluntad democrática para legitimar a quien gane la encuesta que será, en este lapso previo, el ejercicio que mida el pulso de la población civil. En efecto, ese muestreo evaluará el efecto que genera cada uno de los aspirantes que, a la postre, se cotejará con seis encuestadoras que harán el trabajo espejo. Es decir, será un abanico amplio de mecanismos metodológicos los que serán utilizados.

Y López Obrador, referente máximo del movimiento, fue quien preparó el escenario para cohesionar la unidad. De hecho, ha trascendido que hay un acuerdo político entre todos los aspirantes que, en su momento, reconocerán a quien gane el proceso. Eso se signó en el cónclave al que convocó AMLO en una cena privada. Ahí, fijó las reglas internas que -ayer domingo- aprobó el Consejo Nacional y que serán, en estos dos meses y medio, la ruta. Es, ni más ni menos, que una maniobra del mandatario federal, porque de ese abanico de aspirantes, seguramente saldrán los encargados de gobernación, y quienes serán nombrados líderes de ambas cámaras legislativas.

Lo más importante, luego del proceso del órgano rector del partido, es mantener la unidad porque fue una reunión histórica. El presidente sabe que, muy a menudo, este tipo de escenarios pueden dinamitar para provocar fricciones internas. Por esa razón, intuyó perfectamente y planteó un acuerdo de civilidad y respeto a los resultados. Seguramente habrá consenso y negociación, porque, implícitamente, vienen envueltos espacios claves tanto en el legislativo federal, como en las gubernaturas. Recordemos que, en 2024, Morena juega nueve entidades federativas y tendrá que haber flexibilidad para alcanzar acuerdos para quienes participan en el proceso sucesorio.

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Es decir, habrá un equilibrio y todos ganarán. Además de ello, AMLO, y el futuro candidato, necesitan de unidad de todos para aprovechar ese efecto, pues enfrente hay una oposición en plena degradación que come ansias para sacar dividendos de una fractura. Por esa razón, el presidente Obrador se adelantó; puso los lineamientos sobre la mesa y, con ese peso específico que tiene, ajustó las formas que, en el papel, son flexibles, dado que instruyó que, funcionarios públicos y gobernadores, no tengan injerencia directa.

Algunos, por ejemplo, rompieron el acuerdo previo y, en sus redes sociales, se han decantado por una de las corcholatas. Ojalá que esa no sea la tónica de la precampaña porque las reglas del presidente López Obrador, son claras y contundentes. Eso lo podemos comprobar en el tránsito de cada una de las visitas de los aspirantes a la presidencia de la República que, con dos meses y medio, tendrán de lapso para convencer a la militancia y simpatía de Morena, lo mismo que a la población en general.

El fin es que no haya confrontación. De hecho, los aspirantes a la presidencia manifestaron, en presencia de López Obrador, que habrá respeto y respaldo, primero, para atender las reglas del mandatario y, en segunda, para mantener la unidad.

A propósito, nos hemos enterado que como resultado del Consejo Nacional de Morena habrá un documento firmado con el compromiso de las y los que hayan quedado inscritos como aspirantes a la candidatura del Movimiento y partidos adyacentes para 2024.

Así, el método de selección, la inscripción formal de aspirantes, la encuesta del movimiento y las espejo, la renuncia o separación del cargo y la abstención de gobernadores y alcaldes de manifestarse a favor de cualquiera de los que luchan por hacerse de la medalla quedarán fijadas y signadas con tinta sangre del corazón guinda.

Como el hecho de que ninguno podrá hacer uso de recursos públicos para sus campañas. Nadie por encima de la ley…

Las “asambleas informativas” serán los actos proselitistas y el compromiso de López Obrador de no meter mano también quedarán asentados.

Nadie podrá llamarse a sorprendido y tampoco nadie podrá romper las trancas.

Quizá Monreal sí cumpla con lo que firma, la duda está en quién de los otros se aguantará. De hecho, por unanimidad, el Consejo Nacional aprobó los acuerdos establecidos.

Hoy, en Morena, la unidad fluye y, con todas las condiciones dadas, no hay duda que ganará la elección presidencial.