He leído opiniones y análisis sobre lo que podría ocurrir en las relaciones entre México y Estados Unidos si ganara Trump, o si se reelige Biden. Ante las campañas y elecciones en Estados Unidos, escucharemos todo tipo de irresponsables interpretaciones por parte de comentócratas y políticos.
El próximo gobierno de México iniciará en un entorno internacional inmensamente desafiante. Guerras en Gaza y Ucrania; agresiva agenda global de China y tensión con Estados Unidos; presiones migratorias; terrorismo; delincuencia organizada; incertidumbre acerca del verdadero compromiso de Estados Unidos con la región de América del Norte.
La incapacidad de entender la política de Estados Unidos, junto con la ignorancia, los temores, la arrogancia y la incertidumbre, de aquí al 20 de enero de 2025, cuando el nuevo presidente de Estados Unidos asuma su responsabilidad, podrían llevar a una equivocada “doctrina del alebrije”. Corremos el riesgo de que la imaginación con poco sustento pueda conducir a reacciones, diseño y formulación de una política bilateral ruidosa e ineficaz.
Los alebrijes son criaturas fantásticas y coloridas que han capturado la imaginación del mundo entero. La historia comienza con la figura clave de Pedro Linares López, un artesano mexicano nacido en 1906 en la Ciudad de México. Provenía de una familia de artesanos dedicados a la creación de figuras de cartón y papel maché. En 1936, mientras estaba enfermo, tuvo una experiencia visionaria en la que soñó con una extraña procesión de animales imaginarios, criaturas híbridas que se retorcían y se transformaban en figuras surrealistas y coloridas. Estas criaturas, según el relato de Linares, emitían sonidos extraños que repetían constantemente la palabra “alebrijes”.
Después de recuperarse de su enfermedad, Pedro Linares decidió dar vida a estas extrañas criaturas que había visto en su sueño. Utilizando cartón y papel maché, comenzó a crear las figuras que había imaginado, dándoles formas fantásticas y decorándolas con colores brillantes y patrones intrincados. Estas esculturas únicas capturaron la atención y pronto se convirtieron en todo un fenómeno. Sin embargo, el reconocimiento nacional e internacional se produjo más tarde, gracias al trabajo de otros artesanos oaxaqueños que refinaron y popularizaron la técnica de tallado en madera para crear alebrijes, agregando una dimensión nueva y duradera a esta forma de arte tradicional.
La política exterior del nuevo gobierno, que iniciará el 1 de octubre, y las relaciones bilaterales no pueden ser producto de las pesadillas de algunos, o de la colorida imaginación desbordante de otros. La “doctrina del alebrije” sería muy peligrosa. Para gestionar eficazmente las relaciones entre México y Estados Unidos siempre hace falta realismo y una buena metodología.
México tendrá que aprender a navegar en aguas turbulentas que seguirán agitadas por la impredecibilidad de lo que harán las grandes potencias, por la necesidad de afianzar su pertenencia a la región de América del Norte y por su obligación de mejorar las relaciones con América Latina. México debe ser un actor clave en los foros multilaterales, la gobernanza global y el desarrollo internacional.
La formulación de la política exterior es el complejo arte de diseñar estrategias y acciones para promover el interés nacional, la cooperación internacional y navegar exitosamente las complejidades de las relaciones globales. Arraigada en los principios, la política exterior sirve también como reflejo de los valores, prioridades y aspiraciones de nuestra nación en el escenario mundial. En el centro de la política exterior se encuentra la filosofía de una nación, que abarca su visión del mundo y las creencias sobre su papel en la comunidad internacional.
Algunas potencias combinan realismo y liberalismo: operan en un ámbito competitivo donde el interés nacional está por encima de las consideraciones morales o éticas. La política exterior realista prioriza el poder (duro y suave), la formación de alianzas y la disuasión para salvaguardar la seguridad nacional y maximizar la influencia.
El liberalismo, por otro lado, aboga por la cooperación, la democracia y las instituciones internacionales como medios para fomentar la paz y la prosperidad. Enfatiza la diplomacia, la interdependencia económica y el multilateralismo para abordar los desafíos globales y promover valores compartidos como los derechos humanos y la democracia.
En países como el nuestro, si bien los principios filosóficos proporcionan el marco para la política exterior, su implementación práctica requiere una diplomacia experta, una toma de decisiones estratégicas y un compromiso efectivo con la comunidad global, junto con la gran palanca de la cultura, la historia y la identidad.
La diplomacia sirve como herramienta principal. Con ella se logran negociaciones de acuerdos y tratados, diálogo para resolver conflictos; se construyen alianzas y se promueve el interés nacional. Los diplomáticos capacitados desempeñan un papel crucial a la hora de representar los intereses de su país, afrontar los desafíos y promover el entendimiento mutuo entre las naciones.
La diplomacia aprovecha herramientas económicas como acuerdos comerciales y sanciones para lograr objetivos de política exterior. Los incentivos y presiones económicas se utilizan para influir en el comportamiento de otros estados, promover el acceso a los mercados y encarar las disparidades económicas en el escenario global.
La cooperación internacional para el desarrollo refleja el compromiso de la nación con el bienestar global y los principios humanitarios. Incluye ayuda en casos de desastre y mantenimiento de la paz para aliviar el sufrimiento, promover la estabilidad y apoyar el desarrollo en regiones afectadas por las crisis.
A la hora de gestionar las relaciones entre México y Estados Unidos, en lugar de acudir a la “doctrina del alebrije” se deberá identificar el interés nacional y actuar en un marco de realismo y responsabilidad. Esto abarca todo aquello que promueva la prosperidad económica, la seguridad nacional, la protección de los ciudadanos en el extranjero, la promoción de los valores democráticos y la sostenibilidad ambiental.
¿Cuál sería la metodología para diseñar e implementar una política bilateral exitosa? Aquí va un esbozo:
- Evaluar intereses y prioridades: México necesita evaluar sus propios intereses y prioridades de la relación con Estados Unidos. Esto incluye identificar áreas de beneficio mutuo, como el comercio, la seguridad o el intercambio cultural, así como áreas potenciales de desacuerdo o tensión.
- Comprender la política de los Estados Unidos: es esencial comprender las prioridades y preferencias políticas reales del gobierno de Estados Unidos. Esto implica estudiar declaraciones oficiales, interactuar con diplomáticos estadounidenses y analizar tendencias geopolíticas más amplias que pueden influir en la política exterior de nuestro vecino.
- Construir relaciones: establecer relaciones diplomáticas sólidas con partes interesadas clave del gobierno de Estados Unidos es crucial. Esto incluye colaborar con funcionarios del Departamento de Estado, el Congreso, agencias gubernamentales relevantes, empresarios y grupos de expertos influyentes.
- Identificar puntos en común: cuando se logran identificar temas de interés común y valores compartidos entre los dos países se sientan las bases para la cooperación. Destacar estas áreas puede ayudar a generar confianza y crear oportunidades de colaboración.
- Negociar acuerdos: una vez que se identifican puntos en común, se puede comenzar las negociaciones sobre acuerdos o iniciativas específicas. Deben llevarse a cabo de buena fe. Ambas partes deben trabajar para lograr resultados mutuamente beneficiosos.
- Aprovechar los canales diplomáticos: los canales diplomáticos, incluidas embajadas, consulados y reuniones bilaterales de alto nivel, son cruciales para la comunicación y coordinación entre los dos países. El diálogo regular ayuda a mantener el impulso y resolver cualquier desafío.
- Implementar y dar seguimiento: una vez alcanzados los acuerdos, ambos países deben cumplir sus compromisos. La implementación debe ser monitoreada de cerca para garantizar el cumplimiento y abordar cualquier problema que pueda surgir.
- Adaptarse a los cambios: las relaciones bilaterales son dinámicas y pueden verse influidas por cambios en el liderazgo, la política interna o eventos globales. Ambos países deben ser flexibles y estar dispuestos a adaptar sus políticas y estrategias para abordar nuevos retos y oportunidades.
En todo caso, comprender el panorama geopolítico es esencial. Esto implica analizar la dinámica de poder, las amenazas emergentes, los conflictos regionales y las tendencias económicas. Al evaluar la dinámica global, se pueden anticipar desafíos y oportunidades, guiando así la asignación de recursos y esfuerzos diplomáticos hacia áreas de importancia estratégica.
Al mismo tiempo que piensan en la relación bilateral con Estados Unidos, los estrategas mexicanos deberán establecer un compromiso diplomático sólido con otras naciones y organizaciones internacionales. El diálogo sirve como medio para construir alianzas, negociar acuerdos y solucionar conflictos por medios pacíficos.
Las relaciones entre México y Estados Unidos tendrán que lograr un delicado equilibrio entre realismo e idealismo, entre las consideraciones pragmáticas de poder, seguridad e interés nacional, y los valores como los derechos humanos, la democracia y la cooperación global.
Una política bilateral eficaz reconoce las complejidades del sistema internacional y busca equilibrar los imperativos estratégicos con consideraciones éticas, promoviendo tanto la seguridad nacional como la estabilidad global. El reto no será menor.