Apenas leí la nota y un escalofrío recorrió mi cuerpo: Luz Raquel Padilla, quien vivía en Zapopan, Jalisco, fue quemada viva por sus vecinos por tener a un hijo con autismo que los “incomodaba” por los ruidos que hacía. Se me encogió el corazón y grité: ¿Qué?
Luz Raquel Padilla ya había denunciado en sus redes sociales las amenazas de las que era objeto y nada pasó. Se dirigió a instancias oficiales para denunciar las amenazas y nada pasó. Amigos y familiares leyeron y supieron que estaba siendo amenazada, que su vida corría peligro y nada pasó.
Todo esto sucedió en Zapopan.
Lo que sí pasó es que las amenazas se cumplieron, cuatro hombres entre ellos una mujer la rociaron de líquido flamable y literalmente se murió quemada viva.
El pasado martes falleció.
Tengo un especie de sentimiento de responsabilidad y culpa. Es quizá porque siento que no hicimos nada como sociedad cuando ella denunció en redes esta atrocidad. Y aunque yo no la leí, no me exime de haber podido hacer algo más por ella quizá. O al menos así lo siento.
También, el vecino que la amenazó y que ejecutó su macabro plan… ¿Quién lo dejó de amar o nunca lo amó como para tener esos pensamiento, ideas y acciones?
¿Quién no lo hizo creer ser merecedor de ser amado y por ende de poder amar a los demás en las condiciones que estuvieran?
En resumidas cuentas ¿quién le hizo tanto daño?
¿Qué nos está pasando como sociedad que estamos rotos, que no podemos tener la mínima compasión por el otro, la mínima paciencia?
La salud mental de los mexicanos está enferma, muy enferma.
Es un tema que una y otra vez he tratado de poner en la mesa como psicóloga que soy.
El presidente ha dicho que no hay necesidad de psiquiátricos en este país, también es una realidad que hay desabasto de medicamentos ansiolíticos.
En suma, entonces nos encontramos a cada instante con personas que están perdiendo el control de sus impulsos, que no tienen manejo de la ira, que sus dolores y huellas de abandono, sus enojos y resentimientos, su desamor y su soledad, su odio los vienen a depositar en los otros.
Ahí tienen el caso de una pelea que acaba de pasar en la calle, entre dos personas en Cuautitlán Izcalli: Un conductor y un repartidor de de comida. El conductor y el repartidor de comida se hacen de palabras y el conductor empuja al repartidor, cayendo este por un puente. Enseguida con toda calma se sube de nuevo a su auto.
¿Qué llevó a esa persona a decidir entre guardar la calma o empujar a un ser vivo por un puente?
Es este colapso emocional, esta pandemia emocional que estamos viviendo y de la que nadie habla.
Al menos no el presidente porque insisto, en medio de su propio miedo a la locura, mandó desaparecer todo hospital psiquiátrico
Dejó de abastecerse el medicamento específico para la ansiedad, el cual sirve precisamente para eso, para que la gente se mantenga tranquila. Ese y otros medicamentos de uso psiquiátricos han dejado de existir en el mercado. Y nadie habla de eso.
¿Y por qué las autoridades no escucharon ni protegieron a Luz Raquel? ¿Porqué no le creyeron?
Y hoy hay un niño con autismo huérfano. ¿Qué va a ser de él?
El asesino de Luz Raquel por supuesto no sabemos dónde está. Hay alguien que se presentó en la fiscalía como testigo pero aún no se determina si fue él.
Todo un mundo de omisión en el caso de Luz Raquel Padilla.
Todo un mundo de indiferencia.
De haberse hecho viral su denuncia en redes quizá estaría a salvo.
A veces hacemos virales tonterías pero la denuncia tan aterradora de esta mujer de 35 años quedó ahí, en silencio, en corto.
¿En dónde está el amor por el otro y la humanidad?
Hoy un niño de 11 años con autismo se quedó sin madre. Nadie la escucho.
Solo el vecino escuchó al pequeño cuando tenía sus crisis y eso llevó a matar a la madre. Solo él escuchó.
Nadie más se movió, inmutó, nadie más oyó, nadie más la defendió. Ella ya había recibido ataque con cloro en su espalda.
Nada había pasado. Solo su dolor y su miedo.
Y esto, aunque pasó en Zapopan, nos pasó a todos, en cada rincón de nuestras calles y cuadras.
Esto tiene que dolernos a todos. Es que nos debe de lastimar a todos. Es que nos debe de indignar a todos.
Tú qué estallas en cólera por cualquier pequeñez, piensa que eres merecedor del amor y que eres digno de ser amado. Busca ayuda... respira. Siempre habrá alguien que te dé la mano.
Y a ustedes autoridades, no les pedimos, les exigimos que hagan su trabajo y que brinden protección a cada persona que presente una denuncia.
Ahora querrán buscar al culpable, cuando los principales culpables fueron ustedes. Son cómplices y son parte, aunque no se llevarán ningún castigo, me queda claro.
Y el vecino incómodo ya no oirá las crisis del chico, pero créanme, no dormirá en paz. Nunca más tendrá paz.
Nos urge más amor, pero además que se haga justicia.
Es cuanto.