IRREVERENTE

Les platico:

Hablar de “supremacía constitucional” nos remonta a los años del Holocausto.

Así le llamaba Hitler a la predominancia de la raza aria que pretendía para Alemania y por lo menos, para el Eje Berlín-Roma-Tokio.

Igual le decían los sudafricanos blancos a las atrocidades que cometían contra los pueblos originarios, los negros.

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Ahora, el notario público #1 de México, Adán Augusto López, le llama “supremacía constitucional” a la subordinación del poder legislativo sobre los mandatos del Ejecutivo.

Ese fue el regalo de los coros de loros del Congreso de la Unión, al que dijo que se iría a La Chingada pero que sigue durmiendo como ex monarca en el Palacio Nacional.

Ese tipo les quitó sus pensiones a los ex presidentes, pero se autoasignó la suya, pues sigue viviendo de nuestros impuestos.

No ha abierto la boca en público desde hace mes y medio, pero las mentiras más crueles se dicen en silencio.

Otra forma de supremacía es la que imponen los mediocres en chats y redes sociales, para que otros lean las incidencias de sus tristes vidas como jubilados amaestrados.

La adulación es una moneda que empobrece a dos: a quien la da y al que la recibe.

La sumisión a un hombre débil es disciplina. La sumisión a uno fuerte se llama servilismo.

La ilusión es algo que cuesta caro. A unos les cuesta vivir más de lo debido, tal cual lo dice Juan Rulfo en su “Pedro Páramo”, el patriarca de Comala.

Todas esas son formas impuestas de supremacía.

Cajón de Sastre:

- Pero como todo en la vida, hay connotaciones hermosas dentro de lo más feo de las cosas:

- El primer beso en cualquier historia de amor es una forma sublime de rendición.

- Es el reconocimiento de la supremacía que ejerce la mujer en este mundo, sobre el hombre.

- Mañana, cambio completo de programa, sin faltar el Incomparable Iván.