Malabares hace el fiscal “autónomo” Gertz Manero en presentar eufemismos para intentar nombrar a un centro de exterminio como un NO centro de exterminio. Sería redundante aquí enunciar los intentos de descripción distinta de ese horror hallado en Jalisco.

Antes que la presidenta Claudia Sheinbaum y su gobierno caigan en una espiral que se asemeje a la de EPN y los famosos tres libros en aquella FIL de Guadalajara o a aquel infame “¡ya me cansé!” de Murillo Karam, esta administración debe subrayar, lejos de omitir, el que el presidente Andrés Manuel López Obrador (quien es un ser humano con defectos y virtudes) en su afán de mostrarse distinto a su opuesto, Felipe Calderón, y quizás algún otro motivo, como la ingenuidad aquella de que con “atacar las causas” bastaba, fue inconmesurablemente permisivo con los grupos del crimen organizado, falto de firmeza en cuestiones de (por ejemplo) permitir a gobernadores como los de Jalisco, Guanajuato y Michoacan y algún otro más el actuar por la libre en el tema de la seguridad pública.

Desmarcarse firme y categóricamente de su antecesor, no solo en los hechos (como ya lo hace) sino que también en el discurso. Con AMLO presidente el problema de la violencia demencial no hizo sino crecer, y Sheinbaum lo debe subrayar, así como lo hace con Calderón, despreciable ser que, por cierto, merecería todo el peso de la ley por sus evidentes nexos con el CO, pero que tristemente no se le molesta. Así que, por el bien de la República, a llamar al pan, pan, y al vino, vino.