Al régimen se le está cerrando el camino y las fechorías, las corruptelas y, sobre todo lo que corresponde con aspectos de financiamientos de campañas, nepotismo y compromisos inconfesables con integrantes de la mafia o con países como Nicaragua, Cuba, Venezuela y hasta Rusia y China, principalmente en asuntos de petróleo, alimentos y armas, que están saliendo a la luz.
El problema de Morena y del gobierno de AMLO es que han comprometido al país; más allá de la corrupción, pareciera que grupos y gobiernos comienzan a imponer condiciones y cobrar facturas.
Jugar a dos bandos
Empiezan a caer los aliados internacionales de AMLO, como la detención del testaferro de Nicolás Maduro, Alex Saab a quien señalan que estuvo como informante de la DEA desde 2018 y que tejió una red de negocios con el gobierno y empresas de México, como Segalmex que dirige Ignacio Ovalle y de petróleo a través de la empresa de un aliado de AMLO, José Adolfo Murat, sobrino de José Murat Casab.
En México esa información obtenida por la UIF, en coordinación con la OFAC de Estados Unidos, derivó en cinco denuncias ante la FGR relacionadas con la compra de alimentos a sobreprecio como parte del programa denominado despensas CLAP y con un acuerdo de intercambio que un par de firmas mexicanas, una de ellas la de José Adolfo Murat, a través de la que se concretó con el gobierno de Venezuela la venta de petróleo en los mercados orientales.
Otro tema que puso a temblar a Morena, AMLO y a Claudia Sheinbaum, fueron las declaraciones del contratista que empinó a su secretario particular, René Bejarano y al entonces esposo de la actual jefa de gobierno, Carlos Imaz, mostrando los videos donde les entregaba dinero en efectivo para la campaña de AMLO de 2006.
En diciembre pasado, la jefa de gobierno hizo un intento por extraditar al argentino para encarcelarlo y callarlo, pero no se esperó la respuesta contundente por parte de Ahumada: “Ni López Obrador ni Claudia Sheinbaum lograrán mi extradición”. En entrevista en Radio Fórmula el argentino dijo: “No quiero hablar de Thalía Lagunes, oficial mayor actual de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; no quiero hablar de Reyna Basilio, jefa de compras actual de Pemex; no quiero hablar ni dar información sobre Horacio Duarte, director general de aduanas y así puedo seguir”.
Entonces AMLO, Claudia y Morena guardaron un silencio sepulcral.
Otra evidencia de los escándalos de corrupción se desató en 2020. El presidente de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, personaje muy cercano a la No Primera Dama Beatriz Gutiérrez, denunció ante la FGR a Yeidckol Polevnsky, secretaria general del partido, por lavado de dinero y presunto daño patrimonial. La denuncia giró en torno a la revisión del gasto de 619 millones 305 mil pesos para la compra de bienes inmuebles, remodelación y mantenimientos, que nunca se llevaron a cabo.
Dicho gasto se ejecutó durante la dirigencia de Yeidckol con el apoyo de los dos hijos mayores de AMLO, José Ramón y Andy. El primero, que hoy vive lujosamente en Houston, fue el coordinador de las campañas de Morena en el Estado de México y coordinó la campaña de la actual secretaria de Educación, Delfina Gómez, quien fue denunciada y encontrada culpable por descontar arbitrariamente dinero a los trabajadores del ayuntamiento de Texcoco, para las campañas de ella en 2017 y de AMLO en 2018.
Además del aparente conflicto de interés de Andy y su chocolatería con el programa Sembrando Vida y su finca de más de 50 hectáreas, además de otros señalamientos.
Lo que definitivamente no se vale es que el presidente anteponga defender a sus baquetones, se olvide de las prioridades, al interés de la nación, las instituciones del Estado y al pueblo de México a poniendo en riesgo al país.